Preocupación en los Gobiernos progresistas
Los gobiernos progresistas temen que la salida del poder de Rousseff sea un golpe para todo el proyecto de la izquierda, ya que Brasil siempre fortaleció con su apoyo el proceso que durante más de 10 años cambió las reglas del juego en América Latina.
"Lo que sin lugar a dudas es un golpe de Estado parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff es una amenaza para los pueblos de toda América, y forma parte de una ofensiva imperialista para acabar con gobiernos progresistas", dijo el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el 20 de abril.
Otros países, como Uruguay, se muestran más prudentes, pero consideran que el Congreso brasileño ha actuado de forma ilegítima.
El Gobierno de Ecuador, por su parte, ha denunciado una ofensiva de la derecha.
"Están tratando de debilitar la integración, los organismos que hemos creado", dijo el ministro de Exteriores de ese país, Guillaume Long, el martes a la cadena Telesur.
Golpe de estado o juicio infundado
"Hay golpes que se hacen con armas y otros rompiendo la Constitución", dijo Rousseff en varias ocasiones.
Una izquierda que todavía tiene vivo el recuerdo de los golpes militares de los años 70 y las dictaduras que siguieron durante más de una década se toma muy en serio la posibilidad de que el "golpe de Estado parlamentario" se convierta en la vía de regreso al poder de la derecha.
Sin hablar de "golpe", muchos sectores políticos recelan del proceso llevado a cabo por el Congreso brasileño, una institución corroída por la corrupción.
Así, desde el propio grupo parlamentario del presidente argentino Mauricio Macri, el diputado Juan Carlos Villalonga declaraba a Sputnik Nóvosti que el proceso contra Rousseff presenta "vicios" porque "quienes están acusando y apoyan este juicio político están tan involucrados en procesos de corrupción como el Gobierno".
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha evocado un juicio político "infundado".
"No existe una acusación de carácter penal" contra la presidenta, "sino que se la acusa de mala gestión de las cuentas públicas en 2014, ésta es en todo caso una acusación de carácter político, que no amerita un proceso de destitución", dijo el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Neutralidad y ambigüedad
Ningún Gobierno latinoamericano se ha mostrado abiertamente favorable a la destitución de la presidenta brasileña, pero sí ha habido muchas muestras de neutralidad.
"Manifestamos, primero, el respeto a las decisiones de las instituciones de Brasil y en segundo lugar nuestra convicción en la fortaleza institucional de Brasil", dijo en conferencia de prensa la ministra de Exteriores mexicana, Claudia Ruiz Massieu.
Y en Argentina, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gray, consideraba que el final de la era del PT serviría para impulsar las relaciones de América Latina con la Unión Europea.
"Lo que sucede en Brasil afecta la coyuntura y a las economías regionales, pero creo que abre un canal de discusión que antes no teníamos cuando Brasil estaba más interesado en compartir foros con el BRICS, o asumir otras responsabilidades internacionales", sostuvo el funcionario en una conferencia en Montevideo, según pudo constatar Sputnik Nóvosti.
Cada avance del proceso de 'impeachment' contra Rousseff ha sido saludado con subidas de la bolsa y del real, mostrando que el mundo de los negocios está a favor de que terminen 13 años de hegemonía del PT en la principal economía de Latinoamérica.
Así, el presidente el jefe adjunto del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Daniel Lederman, declaraba a Sputnik Nóvosti el mes pasado que el proceso en Brasil muestra que "hay una división de poderes orgánicos, hay independencia por parte del sistema judicial".
Lederman descartaba que la crisis institucional pudiese provocar "un gran cambio de perspectivas económicas" para toda la región.
Pero el presidente del Banco Central de Uruguay, Mario Vergara, denunciaba la miopía del mundo de los negocios ante la crisis política brasileña.
"El real está más fuerte, las expectativas en Brasil de empresarios e inversores son más positivas… Insólitamente, los mercados, creo que equivocadamente, están teniendo una percepción positiva del posible derrocamiento de la presidenta Dilma Rousseff", señaló Bergara.
El Senado de Brasil afronta este miércoles la votación clave del proceso contra Rousseff, quien podría ser apartada del cargo durante 180 días.