Durante el encuentro entre la presidenta y el ilustre activista argentino, ambos compartieron su preocupación por el avance en el Senado de Brasil del proceso de 'impeachment' o moción de censura que el propio Pérez Esquivel condenó como "un golpe de Estado encubierto" y un intento por "destruir" la herencia del Partido de los Trabajadores (PT).
"Vengo para prestar mi solidaridad y apoyo para que no se interrumpa el proceso constitucional de Brasil porque eso no perjudicaría solo al pueblo brasileño, sino a toda América Latina: sería un retroceso muy grave para el continente", denunció una de las figuras más relevantes en la lucha contra los regímenes dictatoriales en Sudamérica.
Además, Esquivel, que no es la primera vez que se pronuncia sobre el "golpe" en Brasil, deslizó la posibilidad de que los demás miembros del Mercosur y la Unión de Nacional Sudamericanas (Unasur) actuasen contra el posible Gobierno interino del vicepresidente Michel Temer que "podrían no aceptar la administración surgida de un golpe de Estado".
"¿Qué está ocurriendo ahora en Brasil? Quieren sacar a a Dilma y Lula del Gobierno, o sea, existe una coordinación antes de saber si las denuncias contra ellos son verdaderas o no", había sentenciado Esquivel en una carta de apoyo a Rousseff y el expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado mes de marzo.
Esquivel, quien en la actualidad suma 84 años, recibió el galardón del Nobel de la Paz en 1980 gracias a su férreo compromiso con la defensa de los Derechos Humanos y la Democracia frente a las dictaduras militares que atormentaron el continente en las décadas de 1970 y 1980, además de ser uno de los grandes impulsores de la teología de la liberación.