RÍO DE JANEIRO (Sputnik) — De esta forma ha avisado: "Hay un golpe contra la democracia. Yo jamás renunciaré".
Así, Rousseff se ha mostrado más dura que de costumbre con los que intentan apartarla del cargo alegando que cometió irregularidades en las cuentas de 2014, las conocidas como "pedaladas fiscales".
"Condenar a alguien por un crimen que no cometió es la mayor violencia que se puede cometer contra cualquier persona. Ya fui víctima de la injusticia durante la dictadura y lucharé para no serlo de nuevo en plena democracia", ha proclamado la presidenta, que en su juventud fue encarcelada y torturada por su oposición al régimen militar.

Además, ha avisado a sus adversarios de que aunque preferiría no vivir este momento le sobran "energía, disposición y respeto a la democracia" para enfrentarse a las amenazas a la Constitución y a la estabilidad democrática.
En uno de sus discursos más categóricos ha remarcado que lo que está ocurriendo en Brasil es un intento de golpe de Estado y que será necesario movilizar a la sociedad: "No importa si el arma del golpe es un fusil, una venganza o las ganas de algunos de llegar más rápido al poder (…) No caben medias tintas".
Las críticas a la prensa, el juez Moro, la Policía Federal o la Organización de Abogados Brasileños (OAB) han abundado en los discursos de los juristas, siendo uno de los más claros el actual ministro de la Abogacía General de la Unión, José Eduardo Cardozo, responsable de defender los intereses del Gobierno en el proceso de impeachment.
El acto, al que han acudido varios ministros de Rousseff, ha acabado con gran parte de los presentes coreando una frase que se ha vuelto recurrente en estos días: "La verdad es dura, la red Globo apoyó la dictadura", en referencia al principal grupo de comunicación del país, muy crítico con el Gobierno.