RÍO DE JANEIRO, (Sputnik) — "Si la situación no se calma esto acabará en guerra civil", dicen los manifestantes pro Dilma.
El clima de tensión que vive Brasil en los últimos días y la polarización que existe entre partidarios y detractores del Gobierno está llegando a niveles insospechados tan solo hace unas semanas.
La Plaza XV ha sido el escenario escogido por los activistas de izquierda para expresar su apoyo al Gobierno de Dilma Rousseff y al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que la mayoría de manifestantes ven como víctima de una persecución orquestada en su contra.
"Todo lo que dicen sobre Lula es un supuesto del supuesto del supuesto; han investigado hasta su alma y no han encontrado nada", comentaba a Sputnik Nóvosti Gustavo, un joven estudiante de Matemáticas.
Las pancartas de "No habrá golpe", "Mi partido es la democracia" y "No pasarán" se mezclaban con gritos contra el juez Sérgio Moro, principal responsable de las investigaciones de la Operación Lava Jato y del cerco contra Lula.
Si en las manifestaciones contra Rousseff Moro es tratado como un héroe que lucha contra la corrupción y por el bien del país en esta protesta muchos manifestantes critican que esté yendo más allá de sus competencias: "Lo que está haciendo es peligrosísimo, pone en riesgo una forma de poder legitimada", decía Patrick, estudiante de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
Para Edmilson, funcionario público, el país se ha partido en dos.
"Si la situación no se calma esto acabará en guerra civil, sobre todo por culpa del poder judicial, que no está siendo imparcial", criticó, al tiempo que lamentó la deconstrucción de la imagen de Lula que la derecha está haciendo con ayuda de los grandes medios de comunicación, especialmente Globo, la principal cadena de televisión privada.
La manifestación de Río de Janeiro ha reunido en torno a 30.000 personas, menos que las que el pasado domingo desfilaron por el paseo marítimo de Copacabana pidiendo la destitución de la presidenta Rousseff.