La clase dirigente de la política exterior estadounidense, dominada por los neoconservadores, nunca pierde la oportunidad de arremeter contra Obama, el cual, según dicha clase, falló en no imponer una línea roja al presidente sirio Bashar Asad en 2013.
El autor examina el último artículo de Jeffrey Goldberg, publicado en la edición digital de The Atlantic.
"El viernes 30 de agosto de 2013, el incapaz Barack Obama trajo a EEUU a un final prematuro de su reino como la única indispensable superpotencia del mundo", comenta Goldberg en referencia a los acontecimientos que sucedieron tras el ataque con sarín en un suburbio de Damasco el 21 de agosto del mismo año.
Los servicios de inteligencia estadounidense no estaban seguros de que el propio Asad era responsable de la agresión, asegura Parry. El jefe de Inteligencia nacional, James Clapper, en su informe al presidente, habló con cuidado de la posible implicación de Asad. Traumatizado por el fracaso de la Inteligencia en los tiempos previos a la guerra en Irak —el entonces director de la CIA, George Tenet, prometió a Bush una "fácil victoria" ("slam dunk" en inglés)—, Clapper no iba a garantizar nada.
"Como me dijeron unas fuentes en Inteligencia, las pruebas de que Asad utilizó el gas no eran un ‘slam dunk'", subraya el autor.
Mientras tanto, los neoconservadores saltaron a la conclusión de que el ejército sirio lanzó ataques con sarín contra los civiles. Esto es contradictorio a los resultados de la investigación que llevó a cabo Seymour Hersh. En su análisis para el London Review of Books en 2014, el investigador reveló que los funcionarios de Inteligencia habían rastreados los actos de agresión a los yihadistas y al servicio secreto turco.
"Los jefes del Estado Mayor Conjunto sabían también que las declaraciones públicas de la administración demócrata de que solo el Ejército sirio tenía acceso al sarín eran falsas. Los servicios secretos estadounidenses y británicos habían sido informados desde la primavera de 2013 de que algunas unidades de rebeldes en Siria estaban desarrollando armas químicas", escribió Hersh.
El 14 de diciembre del año pasado, el miembro del Partido Republicano Popular (CHP, por sus siglas en turco) —la oposición principal del país otomano, Eren Erdem—, sostuvo en su entrevista a RT que existen amplias evidencias de que los materiales para la fabricación de armas químicas fueron entregados a Daesh (autoproclamado Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países) en Siria a través de Turquía en 2013. Además, afirmó que las autoridades turcas estaban al tanto de estos suministros.
Sin embargo, Washington estuvo a punto de intervenir en Siria en 2013.
"Los neoconservadores consideraban el ataque con sarín como catalizador para otro cambio de régimen en la región, así que lo último que deseaban hacer era llevar a cabo un profundo análisis de las evidencias. Querían que la opinión pública, en la que la imagen de Obama era de un político indeciso, lo forzara a bombardear al país árabe", continúa Perry.
Tal estrategia casi funcionó, y oficiales estadounidenses y medios de comunicación se unieron a esa avalancha de críticas al presidente estadounidense.
Infografía: Armas químicas
Perry elogia a Obama por demostrar una precaución razonable, que le permitió evitar la trampa neoconservadora y abordar la iniciativa ruso-estadounidense sobre la eliminación de las armas químicas en Siria.
A pesar de eso, es poco probable que la élite de la política exterior estadounidense admita sus errores.
"Los neoconservadores del país norteamericano están tan obsesionados con el mito de que Obama ha fracasado en imponer una línea roja contra el culpable de Asad, que no les molestan las insuficientes evidencias de esto", concluye Parry.