La procuraduría supone que los líderes criminales estaban involucrados en la circulación de droga, actuando bajo el beneplácito de los funcionarios de la cárcel, acusados de conceder privilegios a algunos reos.
Los medios indican que el lujo de los "cabecillas" hace contraste con la sobrepoblación de la cárcel que alcanza el 35%, la escasez de alimentos y la falta de higiene. Se destaca que los presos se ven obligados a comprar comida a un precio inflado.
Mientras que la mayoría solían dormir en el suelo, las autoridades revelaron que el "jefe" de uno de los bandos, Iván Hernández Cantú el "Credo", "tenía una cama king size, una pantalla de televisión de 50 pulgadas y baño de lujo, además al momento del ataque estaba con una dama", señaló el procurador estatal Roberto Flores Treviño.
El penal de Topo Chico está ubicado en la ciudad de Monterrey en el estado de Nuevo Leon.