Francisco y Peña escucharon los himnos nacionales del estado Vaticano y México, ante una guardia de honor en el patio central del histórico Palacio Nacional en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Aunque no se trata de una visita de Estado, Peña y su esposa Angélica Rivera recibieron en la puerta del histórico edificio oficial de la Presidencia de la República al Papa, donde ambos presentaron a sus delegaciones de secretarios de Estado del gabinete mexicano y cardenales vaticanos, por primera vez en la historia de la visitas de un líder del Vaticano.
Francisco es el tercer papa que visita México desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas en 1992 –luego de más de un siglo suspendidas por leyes anticlericales mexicanas del siglo XIX-, y es la séptima ocasión que un jerarca católico llega a México desde esa ocasión, pero es la primera en la historia mexicana en acceder al Palacio Nacional con honores de Jefe de Estado.
Peña recorrió la sede del histórico edificio donde mostró al papa los murales del pintor mexicano y líder comunista Diego Rivera (1886-1957), un artista anticlerical que pintó en su obra la conquista española con la cruz y la espada de los pueblos aborígenes mexicanos, las batallas históricas de México por su Independencia de la Corona de España en el siglo XIX, y la Revolución Mexicana en los inicios del siglo XX, en una crítica a las élites políticas y religiosas.
Peña adopta el mensaje del Papa
El presidente Peña dijo ante el papa que la humanidad experimenta múltiples y acelerados cambios: "estamos en una era en la que se podría alimentar a la población mundial y, sin embargo, millones de personas padecen y mueren de hambre", dijo el líder del país donde la mitad de la población vive debajo de la línea de pobreza.
El mandatario de uno de los países con mayor desigualdad en el mundo, reconoció además que "nunca se había producido tanta riqueza como ahora, y a pesar de ello, se sigue concentrando en muy pocas manos".
La globalización ha promovido —dijo en la parte central de su discurso de bienvenida —, una intensa movilidad de bienes y de capital, "pero se siguen levantando obstáculos a la migración de personas que buscan una vida mejor", tocando uno de los ejes de la visita papal, los migrantes.
Al mismo tiempo que "la democracia se extiende en el mundo" y la diversidad es cada vez más aceptada, "resurgen grupos intolerantes que convierten sus fobias en actos de odio, el individualismo, el consumismo y la permanente ambición de tener siempre más", dijo el jefe de Estado de uno de los países con peores índices en materia de corrupción, crimen y violencia en el Continente.
México es un Estado laico que es vela "por la libertad religiosa, proteger la diversidad y la dignidad humana", enfatizó, al tiempo que propuso "el respeto, la tolerancia y el entendimiento".
Peña se unió a un previo llamado al diálogo hecho por Francisco: "la palabra clave es el diálogo, diálogo entre dirigentes, diálogo con el pueblo y diálogo entre todo el pueblo", citó el mandatario la palabras del líder católico.
Finalmente se unió al exhorto por "la paz y la fraternidad, la justicia y los derechos humanos", que son, terminó, "causas del Gobierno de México".