Como está terminantemente prohibido cruzar a pie los últimos 20 metros que separan Rusia de Noruega, se está convirtiendo en hábito que los inmigrantes adquieran bicicletas en los comercios locales.
La bicicleta resulta el mejor vehículo, y según al norma la persona ni siquiera está obligada a ir montada en ella, simplemente puede entrar caminando al lado de su bici, lo que muchos consideran el colmo del 'formalismo nórdico'.
"Antes había mucha demanda de bicis nuevas, ahora compran menos, pues los habitantes han comprendido que pueden ganar algún dinero en eso y les venden sus bicis viejas", afirma el dependiente de una de las dos tiendas en Níkel.
Las bicicletas compradas en Rusia no pueden ser utilizadas en Noruega, ya que sus características técnicas no corresponden a las normas locales.
"Claro que es un reto, para Noruega y para Kirkenes, pero tratamos de hacer todo lo posible para solucionar ese problema", advierte el recién electo alcalde de la ciudad, Rune Rafaelsen, agregando que los 300 inmigrantes que arribaron son una cantidad considerable para los 3.500 habitantes que conforman su población.
"La gente de a pie está preocupada, claro, pero se comporta de manera amigable, muchos trabajan como voluntarios, no he visto a nadie que tuviera miedo", señaló.
En las calles pueden verse letreros en ruso y en noruego, los habitantes de la zona fronteriza de hecho no necesitan visado para cruzar la frontera.
Actualmente los ciudadanos de Níkel se enfrentan al mismo reto que los noruegos, pues se ven obligados a acoger, aunque sea de forma temporal, a cientos de personas de países muy remotos.
Cada día de Moscú a Múrmansk arriban de 80 a 100 inmigrantes que persiguen atravesar la frontera con Noruega, pues han decidido que la "ruta norteña", por tierra, resulta más segura que la del sur, donde hay que navegar en pequeñas embarcaciones por el Mediterráneo y se corre el peligro de perecer en sus aguas.
El primer obstáculo en la región de Múrmansk son los controles de frontera, pues muchos refugiados, que arriban con niños pequeños, no poseen ni idea de los papeles que necesitan, además de que la mayoría se hacen pasar por sirios.
Unos 400 o 500 aguardan, según afirman las autoridades locales, a que se decida su suerte, y de ellos solo un 10 o un 15 por ciento realmente provienen de Siria.
"Se trata de representantes de unos 20 países, de África del Norte, de Oriente Próximo, hasta de la India", reveló a RIA Novosti una fuente que conoce la situación.
"Los servicios de salud brindan su ayuda gratuitamente a costa del presupuesto estatal, pues constantemente hay llamadas a servicios de ambulancia, hay embarazadas, bebes, y en esas condiciones tratamos de enviar a la frontera en autobuses comerciales, sin hacer cola, a esas categorías, a embarazadas o con niños", explica Morózov.
Según datos actualizados de la agencia Frontex, al menos 710.000 migrantes entraron en la UE entre enero y septiembre de este año.