La mujer, apellidada Jiang, tuvo a su hijo mientras volaba en un avión de la compañía taiwanesa China Airlines que cubría la ruta Taipei-Los Angeles y que hubo de detenerse en Alaska para que ambos pudieran recibir tratamiento médico.
"La compensación a China Airlines será probablemente inevitable", ha señalado el ministro de Transporte taiwanés, Chen Jian-yu.
La mujer había embarcado cuando contaba 36 semanas de embarazo, sin desvelarlo a la aerolínea e ignorando la regulación que obliga a una autorización médica a partir de la trigésima segunda semana.
"Si las pasajeras encintas no entregan la autorización médica, engañan al personal de la compañía y por ello causan el desvío de un vuelo, las compañías de seguros serán requeridas a pagar la compensación de los viajeros encontrados responsables", ha señalado la aerolínea.
El legislador Lo Shue-lei, del Kuomintang, ha pedido al Ministerio que obligue a la aerolínea a cobrarle la compensación a la mujer.
Yeh Yi-jin, del Partido Democrático Progresista, ha alertado de que la repercusión del caso y su inicial cobertura podría estimular a otras madres al engaño.
Los beneficios de la nacionalidad otorgada a los recién nacidos en Estados Unidos han sido denunciados por el aspirante republicano a la presidencia Donald Trump en referencia a las inmigrantes mexicanas.
El suceso disfrutó de una cobertura mediática global muy amable con titulares que hacían referencias a milagros.
Jiang rompió aguas tras seis horas de vuelo y trece antes de aterrizar en el destino previsto.
El alumbramiento fue dirigido por una doctora que casualmente estaba entre el pasaje y a él ayudaron las azafatas mientras el resto de viajeros guardaba un escrupuloso silencio.
Fue una azafata de la aerolínea, hastiada de la azucarada versión, quien denunció en su cuenta de Facebook que la mujer había pedido tras romper aguas retrasar el parto y preguntaba insistentemente si ya estaban en territorio aéreo estadounidense.
Las revelaciones de la azafata han reconducido la imagen de la madre hacia una egoísta que no dudó en engañar y modificar el destino de 200 personas en su interés personal.
La mujer ha sido devuelta por las autoridades estadounidenses a Taiwán, donde aterrizó con el rostro tapado y eludió las preguntas de la prensa que se agolpaba en el aeropuerto.
El niño ha quedado al cargo de los servicios sociales estadounidenses.