"Yo tengo permiso como dueño de un local público, pasé un examen hace tiempo, pero devolví el arma a la Policía; ahora estoy pensando en recuperarla, tendré que volver a aprobar un test de seguridad y pagar", dijo Charly.
El Ministerio de Seguridad Pública señaló que el aumento de las peticiones de permisos para llevar armas son "típicos de períodos en los que crece el terrorismo" y que las oficinas del Ministerio ha ampliado sus horarios para atender al alud de demandas.
Varios políticos israelíes y los jefes de cuerpos de seguridad han alertado a los ciudadanos en los últimos días que estén vigilantes por los diversos ataques con arma blanca que se han producido, especialmente en Jerusalén.
El alcalde de esta ciudad, Nir Barkat, llamó hace unos días a los ciudadanos a salir a la calle con sus armas: "Cada vez que hay tensión, le doy instrucciones a la gente que tiene permitido ir con armas y cuenta con experiencia en su uso para que las lleve consigo", apuntó Barkat.
Barkat apareció en unas imágenes del Canal 1 de la televisión israelí, hace unos días, con un fusil en la mano, en plena calle de Jerusalén, en la zona este, la parte palestina ocupada por Israel.
El Ayuntamiento de la ciudad alegó que el alcalde tiene licencia de armas y "llevaba un arma cuando estaba visitando el barrio de Beit Hanina (palestino) junto a la Policía para ver como se puede restablecer la seguridad del tranvía en esa zona de la ciudad".
A Neta, una israelí religiosa de 19 años que vive desde el 2014 en Jerusalén, le parece "lógico" que Barkat anime a sus conciudadanos a pasearse armados, algo que es totalmente frecuente en Israel: "Si alguien viene a atacarte con un cuchillo debes tener algo para defenderte", comentó a Sputnik Nóvosti.
"Muchos están asustados, hay menos animación que de costumbre en el centro y tengo menos clientes, este ambiente para los comerciantes es fatal, vendemos menos", lamentó Charly.
Es cierto que la multitud que acostumbra a abarrotar el centro de Jerusalén se ha reducido.
En el tranvía no solo no hay aglomeraciones, como de costumbre, sino que los vagones van bastante vacíos y la oficina central de Correos en la calle Jaffa, donde uno suele tener que esperar turno a mediodía casi una hora, está prácticamente desierta.
En cambio, los lugares de entrenamiento de tiro están llenos de nuevo y las tiendas de armas también.
Los colonos israelíes que viven en los territorios palestinos ocupados, especialmente en colonias en Cisjordania, obtienen permisos fácilmente, pero el resto de los ciudadanos no lo tienen tan fácil.
En las calles de cualquier ciudad, no obstante, se ve pasear a mucha gente armada, especialmente a los jóvenes que realizan el servicio militar y llevan el arma siempre con ellos, hasta a la playa.
En Jerusalén, además, dado el gran número de colonos presentes en la ciudad y en los alrededores, el porcentaje de israelíes armados se dispara.
Para llevar un arma en Israel hay que ser mayor de 21 años y llevar viviendo aquí un mínimo de tres años, además de pasar un examen; cada tres años tienen que pasar un test de tiro.
Durante la segunda intifada (levantamiento palestino del 2000 al 2005) se produjo un boom en la demanda de licencias de armas y la industria de seguridad experimentó un gran crecimiento.
La ola de violencia no inquieta solo a los israelíes: los palestinos también están muy inquietos porque temen ser blanco de las iras de los judíos extremistas.
Desde que se inició la ola de violencia, varios palestinos han sufrido agresiones o intentos de ataque.
"El clima en la Ciudad Vieja (de Jerusalén) es más asfixiante que de costumbre, hay mucha más policía y nos miran como a sospechosos, me da miedo que alguien grite que soy un terrorista y me maten a tiros, aquí, no preguntan, disparan", contó a Sputnik Nóvosti Ziad, vecino del barrio musulmán de la Ciudad Vieja, donde la Policía instaló detectores de metal en las puertas de acceso de Damasco y Jafa.