Según información anterior, este científico, que llevaba 50 años guardando los monumentos históricos de Palmira, fue decapitado por haberse negado a cumplir la orden de los yihadistas de conducirlos a los "tesoros secretos" de la ciudad.
A Jalid Asad lo encarcelaron y sometían a interrogatorios durante un mes, después de lo cual lo decapitaron y colgaron su cuerpo en una columna.
"Fue pura venganza, porque el arqueólogo fue partidario del Gobierno sirio, así como un acto de intimidación a la población local", dijo Abdulkarim, agregando que las autoridades hicieron lo máximo para evacuar los valores históricos y culturales de Palmira, donde no había ningunos tesoros míticos.
"Estos bárbaros creían que en la ciudad estaban escondidas dos toneladas de oro de la época de la reina Zenobia", apostilla Abdulkarim.