Desde los años 1980 las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se expandieron por todo el mundo abriendo un importante espacio político, cultural y socio económico, prácticamente en cada rincón del planeta. Se calcula que actualmente hay más de 10 millones de ONG en el planeta. En la India, por ejemplo, hay una ONG para cada 600 personas.
Para lograr esto, los medios de comunicación globalizados destacan día a día su rol en la educación, la lucha contra la pobreza y el analfabetismo, la protección del medio ambiente, la promoción de libertades civiles, protección de los derechos humanos etc., pero ocultan su lado oscuro.
Hay aproximadamente unas 40.000 ONG subvencionadas por los gobiernos norteamericanos y europeos y que fueron creadas con el fin específico de ser instrumentos de los globalizadores de Washington y Bruselas. La idea de crear organizaciones no gubernamentales que podrían ser utilizadas por los servicios de inteligencia para la creación de las redes sociales en África, Asia y América Latina con el propósito de promover los intereses norteamericanos, surgió inicialmente al final de los años cuarenta. Sin embargo, este proyecto demoró casi una década y recién fue puesto en marcha en 1961 impulsado por el triunfo de la revolución cubana en 1959, cuando por una orden ejecutiva fue creada la Agencia de EEUU para el Desarrollo (USAID). Su propósito oficial fue reforzar la política exterior norteamericana cooperando con los países receptores de la ayuda en áreas económica, agrícola, sanitaria, política y humanitaria.
En 1972 el profesor norteamericano William A. Douglas elaboró una idea más compleja del prototipo de una futura ONG en su libro “Developing Democracy”. Según el estudioso, la gente en Asia, África y Latinoamérica eran como unos “niños” que necesitaban para su desarrollo, en términos norteamericanos, “una tutela, reglamentación y el control del gobierno de EEUU”. Posteriormente este concepto abarcó todo el planeta, incluyendo al pueblo norteamericano. Para Douglas, el proceso de transformación global no podría ser realizado a través de los gobiernos, se necesitaba crear organizaciones de base en cada lugar del planeta bajo el control de unas agencias especializadas estadounidenses. Estas organizaciones de base tomaron en los años 1980 la forma de las Organizaciones No Gubernamentales que fueron incorporadas como instrumentos vitales del “Proyecto Democracia” para fortalecer la globalización neoliberal del mundo entero bajo la tutela de Washington.
Su creador, el profesor de Georgetown University, Allen Weinstein fue más específico cuando en 1991 durante una entrevista declaró: “la gran cantidad de tareas que cumplimos hoy día fueron 25 atrás la responsabilidad de la CIA”. Unos años antes, en 1986 el primer director de la NED, Carl Gershman reconoció que su organización era una fachada de la CIA.
En la Declaración de Principios firmada por sus líderes neoconservadores, Elliot Abrams (envuelto en el escándalo Iran Contragate), Francis Fukuyama (autor del Final de la Historia), Zalmay Khalilzad (ex embajador de EEUU en Irak y Afganistán) y Win Weber (uno de los autores republicanos del Proyecto del Nuevo Siglo Norteamericano), se afirma que “tenemos que aceptar la responsabilidad de asumir el único rol en la preservación y extensión del orden internacional amigable a nuestra seguridad, prosperidad y a nuestros principios”.
Entonces la cuestión es organizar y financiar a los potenciales descontentos y lavarles el cerebro a través de los medios de comunicación. Así sucedió en Polonia en 1989 cuando la NED en colaboración con el Vaticano entregó al movimiento Solidaridad 2,5 millones de dólares con la condición de promover la candidatura de su líder pro norteamericano Lech Walesa a la presidencia. Posteriormente la NED y USAID financiaron tales organizaciones como “OTPOR” en Serbia, “KHMARA” en Georgia, “PORA” en Ucrania, “KELKER” en Kirguistán, “ZUBR” en Bielorrusia. Después promovieron la “revolución de rosas” en Georgia, la “revolución de tulipanes” en Kirguistán, la “revolución naranja” y posteriormente “Maidan” en Ucrania, intentaron sin resultado una revolución en Armenia bajo la consigna “Ereván Eléctrico” y también fracasaron hace poco en Hong Kong tratando de instigar la “revolución de paraguas”.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo los países de nuestro planeta cada vez más adquieren la conciencia y se dan cuenta de los propósitos de la USAID, de la NED y de sus ONG subsidiarias y toman las medidas correspondientes. Ya son tres países del grupo BRICS: Rusia, China e India que promulgaron la Ley de Registro de Agentes Extranjeros respecto a las ONG que reciben los fondos del extranjero. Es en realidad la misma ley que usa EEUU desde 1938, pero su uso en otros países produjo indignación y rechazo en Washington cuyos dirigentes anunciaron el fin de la democracia en China y Rusia. Lo que al mismo tiempo no quieren reconocer los actuales líderes norteamericanos, tanto neoliberales como los neoconservadores es que su propio país ya dejó de representar una democracia sino se convirtió en un estado autoritario que cada vez más se inclina hacia el totalitarismo.
En un reciente artículo publicado por Counterpunch el estudioso norteamericano Henry A. Giroux escribió que “los tiempos oscuros no nos están esperando en el futuro, sino ya están presentes pero esto no significa que se quedarán para siempre”.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK