#CHILE Prontuario del cobarde GENOCIDA q se suicidó: Hernán Ramírez Rurange #CasoBerrios http://t.co/EmX0mbtWcU pic.twitter.com/q149qfJAvH
— PrensaRebelde (@RebeldePrenssa) August 13, 2015
El general retirado Hernán Ramírez Rurange, de 76 años, se disparó en su casa en la comuna de Las Condes, en Santiago, y murió de madrugada en el Hospital Militar.
De entre los 14 sentenciados (11 chilenos y tres uruguayos), Rurange había sido condenado a 10 años de reclusión como autor de secuestro y a 10 años por asociación ilícita.
El secuestro y asesinato de Berríos se produjo en Uruguay ya en democracia, y provocó un gran escándalo porque reveló la prevalencia de la cooperación entre los aparatos militares del Cono Sur de América, implementada durante las dictaduras de los años setenta.
La condena principal, emitida el martes por la Suprema Corte de Justicia de Chile, recayó sobre el mayor Arturo Silva Valdés, sentenciado a 15 años de prisión como autor de secuestro con homicidio y a cinco años por asociación ilícita, informó el diario La Tercera.
Los demás convictos recibieron penas de entre 10 y cinco años por diversos grados de responsabilidad en el secuestro de Berríos y en la asociación ilícita para cometer los delitos.
Ninguna de las penas recibe beneficios de excarcelación por los años de encierro ya cumplidos por algunos procesados.
El cadáver de Berríos, exagente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) de Chile, apareció enterrado en una playa de Uruguay en abril de 1995, y se estima que murió entre noviembre de 1992 y marzo de 1993.
Precisamente en febrero de 1993, Pinochet, todavía comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, visitó Uruguay y apareció escoltado por el coronel uruguayo Tomás Casella, quien fue condenado el martes a 10 años de cárcel por el secuestro de Berríos y a cinco años y un día por asociación ilícita.
La salida de Berríos de Chile en octubre de 1991, con documentos falsos, fue preparada por militares de ese país para evitar que declarara en las primeras investigaciones que se llevaban a cabo sobre crímenes de la dictadura Pinochet, indican las investigaciones judiciales.
Berríos, notorio por su labor en la fabricación de gas sarín, estaba al tanto de varios delitos en los que incluso podía estar implicado el propio Pinochet, según el investigador Jorge Molina Sanhueza en su libro "Crimen imperfecto".
Luego de un pasaje por Argentina, Berríos se instaló en Uruguay, donde contaba con protección de militares uruguayos, hasta que en algún momento de 1992 se rompió la relación con sus protectores, que pasaron a ser captores.
Luego de un confuso episodio en el que Berríos pidió protección en una estación de policía de un balneario de Uruguay, de donde fue sacado por un grupo de militares uruguayos y chilenos, su rastro se perdió hasta el hallazgo de su cadáver en 1995.
Los otros dos militares uruguayos condenados son Eduardo Radaelli (10 años por autoría de secuestro y 800 días por asociación ilícita) y Wellington Sarli (cinco años por cómplice de secuestro y 60 días por asociación ilícita).