"Los críticos acusan a los Länder (Estados federados) y a los municipios no haber provisto (de recursos)" antes de una crisis que era previsible, escribe Der Spiegel.
Agrega que, aunque según un acuerdo previo entre los Estados federados los refugiados han de repartirse por todo el territorio alemán, muchas de las instalaciones funcionan desde hace tiempo por encima de su capacidad.
"La consecuencia es el caos", afirman los autores del artículo: "En muchos lugares se instalan a toda prisa tiendas de campaña y contenedores que se habilitan como viviendas, en Hamburgo los refugiados acampan en parques públicos".
Según las organizaciones de defensa de los derechos de los refugiados, "no solo faltan refugios, sino también personal para gestionar la llegada masiva de peticiones de asilo" a la que los funcionarios se enfrentan.
Esta escasez de medios lleva a situaciones de tensión en los centros.
En Suhl (Turingia, sur) se registraron recientemente incidentes violentos, y en un asilo en Dresde (Sajonia, sureste), un enfrentamiento entre un centenar de refugiados de Siria y Afganistán terminó con el lanzamiento de adoquines, sillas de plástico y mesas entre ellos.
Der Spiegel destaca que estos episodios de violencia son resultado de las condiciones de alojamiento de los refugiados, que llegan traumatizados por la guerra en sus países y que en Alemania no pueden optar a un trabajo ni a terapia.
A todo ello se suman las pobres condiciones de los asilos para refugiados.
"Frecuentemente hay pocos baños, los espacios de convivencia son demasiado pequeños", denuncia al semanario el portavoz de una asociación de defensa de los refugiados.
Además, los exámenes médicos no siempre se efectúan debidamente, por lo que en dos asilos, en Bremen (noroeste) y Dresde (sureste), se produjo un brote de sarna.
Los municipios, Estados federados y organizaciones de defensa de los refugiados reclaman desde hace meses al Gobierno alemán ayuda financiera para poder gestionar mejor la llegada de inmigrantes y refugiados.