La sentencia es el último capítulo del litigio ambiental más importante de América Latina: Texaco, que fue comprada por Chevron, empezó a explorar los campos petroleros en la Amazonía ecuatoriana desde 1964.
Entre 1972 y 1992, extrajo 1.500 millones de barriles de petróleo, pero vertió 19.000 millones de galones de residuos y derramó 17 millones de galones de petróleo. Cuando perforaba pozos, abría fosas donde arrojaba los restos tóxicos, sin ningún tipo de impermeabilizacion, para luego cubrir estas fosas con tierra sin ningún tratamiento, provocando filtraciones de sustancias tóxicas que continúan hasta hoy, y contaminando las aguas.
Desde 1993, 30.000 campesinos e indígenas de la región de Sucumbíos iniciaron acciones judiciales contra Chevron, ante el derrame de petróleo y tóxicos, la contaminación del agua de los ríos, la deforestación de un millón de hectáreas de bosque, y el aumento de los casos de cáncer, leucemia y abortos espontáneos.
En 2006, Chevron reclamó en la Corte Internacional de La Haya 1605 millones de dólares por indemnización. En 2011, La Haya condenó a Ecuador a pagar 77 millones de dólares, pero el gobierno de Rafael Correa apeló el fallo y presentó un recurso en Estados Unidos. Ahora la Corte de Apelaciones de Washington acaba de fallar en contra de Ecuador condenándolo a pagar 96 millones de dólares.
Una cifra para recordar: solo en 2014, los ingresos de Chevron fueron de 200.000 millones de dólares, el doble que toda la producción de Ecuador ese año.