"Ha habido un enfrentamiento entre dos visiones para el país desde 2008, y la polarización llegó a su punto máximo esta vez", dijo la analista Patricia Estupiñán, editora de la revista Vistazo, a la agencia Sputnik.
Las manifestaciones contra las medidas del gobierno se producen cada día en Quito y otras ciudades de Ecuador desde el lunes, con eslóganes como "Fuera Correa, fuera", y se desencadenaron por el envío al Congreso, el viernes 5, de un proyecto para aumentar el impuesto a las herencias.
Los opositores afirman que esta iniciativa del gobierno afectará la calidad de vida de los ecuatorianos y atenta contra derechos como el legar sus bienes a sus hijos.
Las protestas dispararon a su vez la movilización de los oficialistas, que realizan en paralelo marchas a favor de Correa y sus proyectos, que también incluyen un impuesto a las ganancias obtenidas de la venta de bienes inmuebles.
Correa afirmó que las protestas "son parte de una estrategia articulada por la derecha" para desestabilizar a su gobierno.
"De alguna manera estos impuestos son vistos como confiscatorios. Una parte importante de la población, incluyendo una porción de los que inicialmente apoyaron a Correa, hoy sienten que ya no acompañan este proyecto, que no quieren eso para Ecuador", explicó.
La analista discrepó con la versión oficial de que las manifestación son parte de una “estrategia articulada”, y afirmó que el gobierno está incurriendo en un “error de comunicación” en la forma de presentar este tema.
Sectores oficialistas consideran que las reformas legislativas son necesarias para frenar la especulación inmobiliaria y mejorar el reparto de la renta.
”Hay un despertar de protestas, son importantes, son en todas las ciudades, originadas por varios temas, con esta ley como último detonante; y no es algo orquestado, es espontáneo, a mucha gente no le gustó nada estos anuncios, ni tampoco la forma en que son presentados", afirmó.
En este sentido hay una muy mala comunicación por parte del gobierno, según la analista.
"Hay un error de comunicación y de presentación. La sociedad ecuatoriana está como en una olla a presión, y esto fue la última gota que hizo derramar todo”, declaró.
”Esta situación debería ser un punto de inflexión para el gobierno, para que se preguntara ‘¿Dónde estamos fallando?’”, opinó la analista, que considera que “es muy pronto para ver consecuencias” eventuales sobre las próximas elecciones presidenciales, que serán en 2017.