"Solo el 8% de los terroristas detenidos podrían ser considerados lobos solitarios", señala Higueras, frente a más del 90% que se organizan en células.
"Su figura está sobredimensionada, no son tan importantes", dice.
Según explica Higueras a esta agencia, el yihadismo se expande a través de internet para crear sus propias redes, y el enorme dispositivo de seguridad e inteligencia desplegado impide que la actuación de los terroristas vaya a más, aunque recuerda que la mayor amenaza del Estado Islámico (EI) es para los propios países árabes y no para los occidentales.
Desde los atentados de Atocha en Madrid en 2004, el segundo mayor atentado cometido en Europa hasta la fecha en donde murieron 193 personas, España ha desarrollado 124 operaciones contra el terrorismo internacional con 568 detenidos.
Higueras alerta contra los denominados "terroristas frustrados", aquellos que se radicalizan en las redes en España, o en cualquier otro país occidental, y "luego no pueden salir".
Los especialistas, aclara, temen que sean éstos quienes en un momento "determinado puedan cometer atentados", por eso la "ciberseguridad y la inteligencia son fundamentales" para controlar sus movimientos.
Pero esta guerra, precisa, tiene muchas ramificaciones y "mucha gente frustrada en Europa", sobre todo "entre la segunda generación de emigrantes", que viven "en guetos y que no se sienten integrados ni en la Unión Europea ni en sus países de origen".
El EI es "sobre todo un peligro para los chiíes", a los que califica de "herejes y traidores".
La ponente lamenta los errores cometidos por Occidente en la región: "llevamos tres décadas largas cometiendo errores", sin olvidar el conflicto entre palestinos e israelíes.
En la conferencia inaugural, el propio secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Vázquez, se preguntó en referencia a los terroristas europeos en qué ha fallado la sociedad para que haya personas, muchas de ellas inmigrantes de segunda o tercera generación que se suponía que estaban integrados en el país de adopción, que "encuentren atractiva la inmolación y el martirio".
"Algo habremos hecho mal", admitió, añadiendo que este fenómeno guarda relación con "el desarraigo, la pobreza y la falta de alternativas".