Las dos rutas abarcarán un territorio con 4.400 millones de personas (un 63% de la población mundial) y que corresponde a un 29% del Producto Interior Bruto (PIB) global.
La iniciativa fue idea del presidente chino Xi Jingping, quien confía en que dentro de una década el proyecto aportará más de 2,5 billones de dólares de intercambio comercial a los potenciales países participantes, que son más de 50, indica Pekín.
Según Karbasian, la situación geográfica de Irán es única para la nueva Ruta de la Seda, ya que es el vecino de 15 países, incluidas siete naciones sin salida al mar.
El pasado miércoles, una delegación china de funcionarios de transporte visitó el puerto iraní de Shahid Rajaee en el Golfo Pérsico para evaluar las oportunidades de inversión, informa la agencia iraní Mehr.
Según PressTV, la nueva Ruta de la Seda podría conllevar importantes cambios geopolíticos, poniendo fin al dominio económico de EEUU mediante el comercio en divisas nacionales y no en dólares.
En abril de 2015 China admitió a Irán como miembro cofundador del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, en inglés), un rival potencial del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo, ambos influenciados por Washington.
Teherán también tuvo luz verde para adherirse a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), liderada por China y Rusia.
La antigua Ruta de la Seda, creada hace más de 2.100 años, conectaba China oriental a Persia.