Encabezados por el senador John McCain, ex candidato republicano a la Casa Blanca, escribieron entonces que "resulta inapropiado aumentar el prestigio del presidente ruso (Vladímir Putin)" cuando "tendría que ser condenado", en alusión al conflicto en Ucrania.
Un año antes, en marzo de 2014, los senadores Dan Coats y Mark Kirks habían escrito otra carta a Blatter, en la que pedían que Rusia sea expulsada de la FIFA, arrebatándole de paso el Mundial de 2018 y "denegando a la selección nacional rusa la posibilidad de participar en la Copa del Mundo de Brasil".
Apenas tres meses después, en julio de 2014, el ex vice primer ministro británico, Nick Clegg, consideraba "impensable" que el Mundial se celebrase en Rusia.
Delia Fischer, portavoz de la FIFA, respondió entonces que "la historia ha demostrado que boicotear un acontecimiento deportivo, así como las políticas de aislamiento y confrontación, no son la mejor manera de solucionar los problemas".