El líder del partido La Casa Judía (ultraderecha religiosa), Naftali Bennett, lo ha puesto contra las cuerdas hasta dos horas antes de que el tiempo expirara.
Bennett ha exigido tantas concesiones a Netanyahu que fuentes del Likud han asegurado que piensan "vengarse" del mal rato que les ha hecho pasar y hablaban de la "extorsión" a la que les ha sometido.
Las otras demandas, según el digital israelí Ynet, son el nombramiento de Bennett como ministro de Educación y el del actual titular de Construcción, Uri Ariel, como ministro de Agricultura.
Los negociadores del Likud habían conseguido pactar antes con los partidos religiosos ultraortodoxos Judaísmo Unido de la Torá y Shas, y con la formación Kulanu (Todos Nosotros, derecha), del exministro del Likud Moshe Kahlon, que será ministro de Finanzas. El Likud — con 30 escaños y estas tres formaciones sumaban 53 diputados.
Si el líder del Likud no hubiera logrado este pacto in extremis, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, hubiera encargado la formación de gobierno a otro diputado, probablemente al líder de la Unión Sionista (laboristas y Hatnua), Isaac Herzog. Si todos los intentos hubieran fracasado, la única alternativa hubiera sido volver a celebrar elecciones.