"Los israelíes han hecho gala de sus sorpresas habituales en las noches electorales", aseguraba anoche el analista Yehuda Ben Meir en Tel Aviv tras conocer los resultados que ofrecían las encuestas a pie de urna.
Estos sondeos daban un empate entre el Likud (derecha), liderado por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su rival inmediato, la Unión Sionista, la coalición de centro-izquierda entre laboristas y Hatnua encabezada por Isaac Herzog.
El analista Ben Meir no sabía en ese momento que la sorpresa no se iba a quedar ahí.
Los israelíes se han levantado este miércoles con el 99% de los votos escrutados y los resultados distintos. Netanyahu ha obtenido 30 escaños en la Kneset (Parlamento israelí) y Herzog 24.
Parece poco probable también que, a la vista del panorama, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, vaya a proponerles a Netanyahu y Herzog que formen un gobierno de unidad nacional.
Según los resultados casi finales, detrás de las dos primeras fuerzas está la Lista Conjunta árabe con 14 diputados y luego el centrista Yesh Atid (Hay Futuro) de Yair Lapid.
En quinta posición, con 10 escaños, ha quedado el nuevo partido Kulanu (Todos Nosotros, centro-derecha), liderado por Moshe Kahlon.
Luego, La Casa Judía (ultraderecha religiosa), con ocho asientos y el partido ultraderechista Israel, nuestra casa, del ministro de Exteriores Avigdor Lieberman.
Los partidos religiosos Shas y Judaísmo Unido de la Torá han obtenido 7 diputados cada uno y el izquierdista Meretz, 4.
Está claro que la mayoría de israelíes no quería un cambio, que se ha confirmado el giro a la derecha de la sociedad de los últimos años y que las encuestas publicadas antes de las elecciones han fallado totalmente. Netanyahu es todavía el líder indiscutible en Israel.