El organismo internacional ha señalado que está alarmado y preocupado por el grave deterioro de la situación humanitaria en Yarmuk, causada por un reciente aumento de los combates en la zona.
El invierno en la zona es duro y se prevé que el mal tiempo dure aún unos meses, hecho que empeora mucho las condiciones de vida de los refugiados.
Los habitantes de Yarmuk no tienen acceso a un suministro regular de alimentos, agua potable, servicios de sanidad, electricidad o combustible para la calefacción. La UNRWA ha advertido que la población del campo se encuentra al borde de una catástrofe humanitaria.
"Para saber lo que se siente en Yarmuk, apague la electricidad, cierre el agua, desconecte la calefacción, coma una vez al día, viva en la oscuridad y viva quemando madera", dijo Anas, un vecino de Yarmuk citado por la UNRWA.
El portavoz de esta agencia, Chris Gunness, ha indicado: "En los dos últimos meses, Yarmuk y sus alrededores han visto una grave escalada de los combates, con intercambios frecuentes de disparos y el uso de armas pesadas".
"Esto ha interrumpido constantemente la distribución de toda la ayuda humanitaria que salva vidas a los 18.000 civiles atrapados en la zona", ha subrayado Gunnes.
La UNRWA sigue profundamente preocupada, dice la portavoz, porque no se ha podido completar ninguna distribución (de ayuda) con éxito desde el 6 de diciembre de 2014.
"Para detener el sufrimiento de los civiles de Yarmuk, la UNRWA llama a que se reanude el nivel de cooperación anterior y el cese inmediato de las hostilidades en los alrededores de Yarmuk", ha dicho Gunnes.
Antes del estallido de la guerra civil de Siria, Yarmuk tenía una población de más de un millón de refugiados palestinos. A medida que avanzó el conflicto, la población del campo empezó a disminuir gradualmente.