Así lo afirmó en una entrevista con Sputnik Nóvosti el asesor de derechos humanos de Amnistía Internacional Brasil, Mauricio Santoro.
"El presidente de Indonesia, Joko Widodo, escogió una estrategia electoral en la cual se emplea la pena de muerte como un instrumento de propaganda política. Está usando la muerte de esos prisioneros como una manera de conquistar apoyo popular y desviar la atención de varios otros problemas de orden público en Indonesia", dijo.
Archer ha sido el primer brasileño ejecutado en el exterior. Le condenaron por narcotráfico al igual que a Gularte, que permanece en el "corredor de la muerte" de una cárcel indonesia a la espera de que se fije la fecha para su fusilamiento.

Santoro recalcó que a pesar del discurso de "tolerancia cero" con el que Widodo llegó al poder "nombró como comandante de la policía de Indonesia a un general que sufre varias acusaciones de corrupción".
"Es mucho más fácil ejecutar a decenas de personas y crear con ello una controversia que desvíe la atención del país que hacer realmente una inversión a largo plazo en la formación y equipamientos de la policía", sentenció.
Rodrigo Gularte, de 42 años, fue detenido en 2004 al intentar introducir 6,6 kilogramos de cocaína ocultos en 8 tablas de surf. El Gobierno indonesio anunció su ejecución a lo largo de este mes de febrero.