Así lo confirmó el portavoz de la Fiscalía General de Indonesia, Tony Spontana, al Ministerio de Exteriores brasileño y estableciendo con ello el triste registro del primer ciudadano brasileño al que se le aplica la pena máxima en el extranjero en la historia de Brasil.
En la víspera de su ejecución, Archer recibió la visita de su tía, Maria Lourdes Archer Pinto, y de dos funcionarios de la Embajada de Brasil en Yakarta.
El caso de Archer se convirtió en los últimos días en motivo de movilización en todo el país debido a las denuncias de organizaciones contra la pena de muerte como Amnistía Internacional, que, entre otras, cosas alegaban el derecho a una segunda oportunidad.
La presión mediática fue tal que la propia presidenta de Brasil, Dilma Rousseff telefoneó el pasado viernes al presidente de Indonesia, Joko Widodo, haciendo un llamamiento a la clemencia como "presidenta y como madre", una llamada que no consiguió su propósito puesto que Widodo alegó que el proceso judicial había sido nítido al respecto.
Archer, que antes de su detención residía en Río de Janeiro, era instructor de ala delta, precisamente el método que escogió para ocultar 13 kilogramos de cocaína aprovechando la estructura hueca del ala delta.
Además, Archer siempre reconoció su error y quiso grabar una película sobre sus 11 años detenido en Indonesia para que sirviese de ejemplo a los jóvenes de Brasil que se envuelven con el delito del narcotráfico.