Entretanto, Ucrania podría verse obligada a importar incluso el carbón que genera el 40% de su electricidad y cuyo suministro disminuyó un 60% desde que comenzó la crisis.
El PIB de Ucrania se contrajo un 7,5% el pasado año y seguirá en descenso en 2015. La moneda nacional, grivna, se depreció un 41% frente al dólar, mientras que la inflación alcanzó el 24,9%, el máximo nivel de los últimos quince años.
El conflicto en el este de Ucrania, según estima el presidente Petró Poroshenko, cuesta unos $10 millones diarios. El país necesita en los próximos dos años un rescate financiero del orden de $13.000-15.000 millones como suplemento a los $17.000 millones que pactó con el Fondo Monetario Internacional.
La Comisión Europea prometió a principios de enero un crédito extra de dos mil millones de dólares, pero su aprobación podría prolongarse por meses. Los préstamos del FMI también llegan a duras penas: para acceder a la financiación, Ucrania necesita reducir el déficit público e impulsar reformas,
El periódico advierte de que este rescate financiero privaría a Kiev de estímulos para implementar reformas radicales, que de por sí parecen poco viables en medio de una guerra, incluso latente.