La decisión del Gobierno de Javier Milei —acérrimamente alineado detrás de la Casa Blanca— vuelve a marcar un giro inédito en la política exterior de Argentina, que desde 1992 venía apoyando sistemáticamente la condena al embargo económico que Washington mantiene sobre la isla desde hace más de seis décadas.
El nuevo posicionamiento dejó al país sudamericano en una lista reducida, junto a Estados Unidos, Israel, Ucrania, Hungría, Paraguay y Macedonia del Norte. La resolución —impulsada por La Habana— no tiene carácter vinculante, pero ha servido históricamente para medir el nivel de aislamiento o respaldo internacional a la política estadounidense hacia la isla. Para la diplomacia argentina, en cambio, representa un quiebre con una tradición consolidada de respaldo al derecho internacional y al principio de no injerencia, pilares que la Cancillería había invocado en cada pronunciamiento anterior.
La relación bilateral entre Argentina y Cuba, aunque históricamente atravesada por diferencias ideológicas, se había mantenido estable y respetuosa. En organismos multilaterales, La Habana fue una de las voces más firmes en respaldar el reclamo argentino contra el Reino Unido por la soberanía sobre las islas Malvinas, al punto que en reiteradas ocasiones exigió a Londres abrir negociaciones bilaterales con Buenos Aires, tal como lo establece la resolución 2065 de la ONU.
En ese marco, la decisión del Ejecutivo argentino podría debilitar ese respaldo y afectar la coherencia jurídica del reclamo por las Malvinas, al contradecir los mismos principios que invoca para cuestionar la ocupación británica del archipiélago. En el plano jurídico, la resolución se apoya en fundamentos similares a los que sustentan el reclamo argentino: respeto por la soberanía nacional, inadmisibilidad de las medidas coercitivas unilaterales y defensa del multilateralismo.
El giro diplomático de Buenos Aires se inscribe en un escenario por demás particular para el país austral. Al alineamiento con vistas a Washington que signó los primeros dos años de Gobierno de Milei se sumó el inédito respaldo político y financiero de la Administración republicana para que el presidente libertario llegara sin mayores sobresaltos a las elecciones legislativas nacionales en las que terminó imponiéndose por una marcada diferencia.
No es la primera vez que ocurre desde la asunción del nuevo Gobierno. Argentina ya había acompañado a Washington en foros internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en votaciones donde se rechazaban condenas a Israel por su ofensiva militar en Gaza, contradiciendo la "neutralidad estratégica" que había signado a la diplomacia argentina durante toda su historia.
Aislamiento creciente
De acuerdo con el investigador, el Gobierno del libertario "está rompiendo con tradiciones sostenidas desde hace décadas y se aleja de la comunidad internacional, abandonando un consenso casi unánime a nivel global que históricamente pedía el fin del embargo. Es una entrega de la diplomacia a Washington".
El costo intangible
Fiore Viani coincidió en el diagnóstico, aunque diferenció los planos político y práctico: "En términos reales, no creo que tenga un impacto grande en el tema Malvinas porque esa lucha continuará más allá de Milei, pero sí en la imagen de Argentina". A su juicio, "el alineamiento con Estados Unidos es reversible, aunque va a ser muy difícil y requerirá mucha muñeca política".
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