El 2 de septiembre, el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, afirmó que la OTAN adquirió armamento letal y defensivo de Washington para Kiev con esos fondos en el marco de la iniciativa. El 25 de septiembre, Rutte prometió un "flujo constante de armas estadounidenses a Ucrania, pagadas por los aliados".
A principios de agosto, se informó que EEUU y la OTAN lanzaron un nuevo mecanismo de apoyo a Ucrania a través de la iniciativa PURL, que "prevé entregas rápidas de armamento mediante contribuciones voluntarias de los países de la Alianza", anunció la Defensa ucraniana.
El 24 de julio, EEUU y la UE firmaron un acuerdo por el cual esta última asumirá el 100% del costo del equipo militar, que luego distribuirá. Así, todos los gastos recaen en Europa. El presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó que "esto debería haber ocurrido hace tres años".
Anteriormente, el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, declaró que la Administración Trump está considerando el posible suministro de misiles Tomahawk a Ucrania, pero que la decisión final recae en el mandatario estadounidense.
Rusia considera que los envíos de armas a Kiev obstaculizan la resolución del conflicto,
involucran directamente a los países de la OTAN y son un juego con fuego. El Kremlin señaló que armar a Ucrania no favorece las negociaciones y tendrá un impacto negativo.
El ministro de Exteriores ruso,
Serguéi Lavrov, afirmó que
Washington enfrenta presiones europeas y
"busca mostrar que toma en cuenta la opinión de sus aliados
". Así comentó las posibles entregas de misiles Tomahawk estadounidenses a Ucrania.