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Entre música y comida, Bolivia se unió a la celebración por el Día de los Muertos

Cada 1 y 2 de noviembre Bolivia se detiene para que miles de familias recuerden a sus seres queridos fallecidos. Según esta muy arraigada creencia, las almas vienen a visitar a sus seres queridos por un día. En qué consiste la tradición andina que data de tiempos precolombinos.
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Este 1 y 2 de noviembre en Bolivia se celebró el Día de los Muertos, que permitió a las familias recordar a sus seres queridos fallecidos y sentirlos cerca por medio de una ceremonia que incluye la comida, la bebida y la música que gustaba el homenajeado en su paso por la tierra. Según la antigua creencia, las almas "bajaron" al mediodía del primer día de este mes. En el atardecer de la segunda jornada, volvieron a su lugar en el paraíso.
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Luego de semanas de tensión social provocada por los bloqueos de los seguidores del expresidente Evo Morales, las familias bolivianas pudieron concurrir masivamente a los cementerios del país. Llenaron de flores, de panes ceremoniales (llamados tantawawa) y de bandas musicales, los pasillos generalmente tristes de los camposantos.
En diálogo con Sputnik, el periodista e investigador Elías Blanco Mamani comentó que esta festividad comenzó muchos años antes de la llegada de los españoles al continente, en el siglo XV. Con la imposición de la religión católica, la celebración tomó elementos de ambas culturas, aunque fundamentalmente se mantiene como una tradición de los Andes.
Blanco Mamani recordó que en las crónicas de Felipe Guamán Poma de Ayala​, que datan del siglo XVI, se menciona que en determinada festividad los indígenas acudían a los chullpares, mausoleos de piedra donde guardaban los cuerpos momificados de sus ancestros.
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Los retiraban para estas fechas, cuando comienzan los meses de lluvias, para compartir comidas y bebidas con ellos. Luego los volvían a enclaustrar en los chullpares hasta el siguiente año. Como retribución, se esperaba que desde el más allá los muertos garantizaran las precipitaciones necesarias para tener cultivos y alimentos suficientes.
"Es una fiesta clásica del mundo andino, porque es el día en que recordamos a nuestros seres queridos fallecidos de varias maneras, por ejemplo, a través de los panes que ponemos en las mesas", que también se cargan con frutas, alimentos, refrescos o bebidas alcohólicas que sabía paladear la persona recordada.
"Pensamos que retornarán nuestras almas para recargar energías con las familias. Es una forma de decirles que no nos hemos olvidado de ellos", dijo Blanco Mamani.
Las mesas ceremoniales, llamadas "mast'aku", se instalan también en alguna parte de las casas de las familias. Van acompañadas de fotos de la persona querida, quienes generalmente lucen sus eternas sonrisas.
Blanco Mamani resaltó que el Día de los Muertos es una cuestión importante en Bolivia. Por ello, el 1 y el 2 de noviembre son feriados. "El 1 de noviembre es la llegada de las almas. El 2 de noviembre es la despedida de las almas. Se hacen panes, bizcochuelos, dulces y comidas para el alma difunta".
Aseguró que "es una fiesta, porque es una alegría recibirlos. No es un momento de tristeza en absoluto".

Una fiesta andina

Para Blanco Mamani, el Día de los Muertos es una celebración con raíces indígenas. "Si bien hay algún grado de mestizaje con el cristianismo, creo que no tiene mucho que ver con esta religión, porque no tiene ninguna práctica con estas características. Las tantawawas son muy propias del mundo andino".
El periodista es creador de la revista El Aparapita, que actualmente se publica junto al diario estatal Ahora El Pueblo. La última edición estuvo dedicada al Día de los Muertos.
Comentó que en su casa tiene un mast'aku para recordar a su padre, a una hermana y también del escritor Jaime Sáenz, autor de la novela Felipe Delgado, entre otras. "En términos intelectuales o de mi formación, guardo especial devoción por Sáenz. Siempre lo recuerdo", expresó el investigador.
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Esta ocasión también permite recordar a las vidas que fueron cortadas injustamente, como sucede cada año a decenas de mujeres bolivianas asesinadas por sus parejas. Tahí Abrego dijo a Sputnik que en la Red de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres "todos los años hacemos una mesa en el cementerio para recordar a las víctimas de feminicidio. Ponemos sus fotos y sus nombres, porque las queremos mantener en la memoria"
"En la mesa ponemos masitas, tantawawas, escaleritas de pan para que puedan bajar a visitar a sus familias y luego volver a subir, después de pasar este día nuevamente cerca de sus familias", contó.
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