La biblioteca digital Memoria Chilena recuerda en su entrada sobre la empresa cultural que la presidencia de Allende contemplaba "una ambiciosa transformación social a partir de cambios económicos, políticos y culturales. En ese sentido, la educación y la cultura fueron entendidas como herramientas que iban a afianzar las 'profundas transformaciones' emprendidas en el camino al socialismo, por lo que la promoción de la lectura y el acceso a libros y revistas tuvo un lugar relevante en la construcción de 'una nueva cultura para la sociedad chilena'".
El 1 de abril de 1971, según el sitio, se dio por conformada la Sociedad Empresa Editora Quimantú Limitada, una palabra que insinuaría la frase ''sol del saber''' en lengua mapuche, con el propósito central de facilitar a la ciudadanía chilena el acceso al libro y la lectura mediante políticas de Estado de producción y distribución.
"El resultado de su trabajo se tradujo en colecciones de libros como Nosotros los chilenos, Quimantú para todos, Cuadernos de educación popular, Camino abierto, Clásicos del pensamiento social, Cuncuna, entre otras, además de revistas como la revista infantil Cabrochico; la revista juvenil Onda; Paloma, orientada a público femenino; La Quinta Rueda, revista cultural; Ahora y Mayoría, revistas informativas de contenido ideológico; La Firme; o la revista de deportes Estadio", apunta Memoria Chilena al desmenuzar los rasgos del ambicioso espectro del proyecto cultural.
Tras el desmantelamiento no solo de Quimantú, sino de los propósitos de Allende, con el golpe militar coordinado por Augusto Pinochet los libros de la editorial sufrieron persecución durante el régimen y, al paso de 50 años, se han convertido en una reliquia cultural sobre todo viva en las calles y las colecciones domésticas.
Los investigadores Almendra García-Huidobro Venegas, Flavia Córdova Salgado y Vicente Montecinos, quienes publicaron un estudio enfocado en la colección Nosotros los chilenos y digitalizaron parte del acervo de Quimantú para su libre consulta en internet, conversaron con Sputnik para analizar los logros, desafíos y frustraciones del proyecto editorial del expresidente Salvador Allende.
Cincuenta años después, ¿qué logró Quimantú?
Los investigadores subrayan que Quimantú buscó construir nuevas nociones de la sociedad mediante la reflexión sobre la identidad chilena y sus personajes relegados.
El trabajador chileno, destaca Montecinos, no era parte de los relatos nacionales, una dinámica contra la que buscó operar Quimantú. "Que las personas que no habían estado en estos relatos pudieran ser parte de la historia, y yo creo que eso es súper fundamental".
La estudiosa Almendra coincide en que Quimantú logró configurar una multiplicidad de voces al interior de la empresa. "Dentro de un mismo proyecto político, cultural, también pueden haber diversas opiniones", demuestra la editorial de Allende, con personajes que se ven desafiados a ponerse de acuerdo sobre los roles que puede tomar su labor de publicación y discusión cultural.
En contrasentido a lo público: el neoliberalismo
El periodista argentino Rodolfo Walsh empleó el aniversario del golpe de Estado de 1976 para dirigir una "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar", que derivó en su desaparición a manos del régimen como represalia ante la crítica frontal del autor de Operación masacre.
Uno de los focos centrales del texto es que, después de describir los terrores de la violencia política implementada en Argentina a razón del golpe, Walsh diferencia que la mayor agresión la cometía el régimen en la dimensión económica, pues al favorecer la privatización por sobre modelos públicos condenó a millones de argentinos al sufrimiento por precariedad.
En paralelo al caso de Buenos Aires, en Chile el golpe de Estado de Pinochet vino aparejado no solo con la persecución, tortura, desaparición y asesinato de opositores, como el cantautor Víctor Jara, sino con modelos de privatización que han condicionado la economía chilena por generaciones, siendo este un esquema de trabajo contrario a la horizontalidad y el sentido público promovido por Quimantú en sus contenidos y en el ejemplo práctico.
Interrogados sobre este contraste y sobre la posibilidad de que el Chile de hoy, cuya carta magna vigente emanó de la dictadura, volviera a tener un proyecto como la editorial de Estado de Allende, los investigadores estimaron que sería "cien por ciento imposible".
Almendra comparte que materialidades y contextos, tales como la pérdida de la centralidad del libro en la cultura contemporánea, vuelven muy lejana una recuperación de tal iniciativa. "Quimantú tendría que reformularse en términos materiales para pensarse como proyecto", expresa.
"Pero de que es una necesidad que el Estado tome una posición respecto a la divulgación cultural, a la representación de las múltiples identidades del país, eso digamos que debiese ocurrir", defiende.
"Pero de que es una necesidad que el Estado tome una posición respecto a la divulgación cultural, a la representación de las múltiples identidades del país, eso digamos que debiese ocurrir", defiende.
"Nosotros tenemos que competir por fondos concursables para poder seguir trabajando e investigando", ejemplifica Vicente Montecinos con su propio caso, "y lo que se paga por la investigación es súper precario, o sea, las condiciones de trabajo de investigadores culturales son supermalas".
Además, si bien existen estos incentivos en Chile, terminan por aprovecharlo élites intelectuales, califica Montecinos, un ejercicio en sentido totalmente opuesto al de Quimantú, que imprimía decenas de miles de libros para democratizar el acceso a la lectura. "En cada casa de Chile hay un libro de Quimantú", celebra.
19 de octubre 2021, 01:36 GMT
El neoliberalismo implementado por Pinochet, además de la violencia política, significó un "apagón cultural" para el desarrollo que venía procurando la Unidad Popular, asienta el estudioso. "Cuando la dictadura rompe con la educación pública".
Flavia Córdova Salgado recuerda, además, que hoy por hoy el libro paga un impuesto del 19%, lo que dispara costos y elitiza el acceso a ejemplares, a lo que se suman desafíos coyunturales, como la crisis económica planetaria derivada de la pandemia de coronavirus o los altos índices inflacionarios mundiales vinculados al conflicto en Ucrania.
El acceso a la cultura, entonces, en el Chile contemporáneo, es vago, califica Flavia. "No hay políticas públicas que realmente generen ese acceso, que realmente dé posibilidades para que la gente pueda acceder a otro tipo (de obra)", mediante distintos mecanismos, como la vinculación colaborativa entre el Estado y el sector privado.
Quimantú, si bien tenía una marcada tendencia a la izquierda política, buscó la pluralidad de catálogo y conservación cultural y artística, fomentando también clásicos de espectro ideológico amplio e incluso contradictorio, destaca. "Hoy en día eso no se está abarcando, sobre todo desde el Estado", reclama.
El otro interno y externo: mapuches, bolivianos, peruanos
Uno de los conflictos persistentes en la historia chilena es la relación con los indígenas del interior de su territorio, como la nación mapuche, y los de países vecinos, como Perú y Bolivia, históricamente agraviados por Santiago tras sufrir una derrota militar contra Chile en la Guerra del Pacífico, que derivó en impedir la salida boliviana al mar.
Ante esta dificultad de asumir, comprender e integrar al otro en el proyecto chileno de nación, jugaría un papel central la labor problematizadora de una editorial de Estado que invite a comprender las raíces multiculturales del país sudamericano, aspecto sobre el que fueron cuestionados los investigadores.
Estos tres académicos chilenos precisamente centraron su trabajo de análisis en una de las colecciones emblema de Quimantú, "Nosotros los chilenos", sobre el que publicaron en coautoría el libro Quimantú y la colección Nosotros los chilenos, además de generar un depositario digital que recupera las obras que la componen.
Este segmento de la editorial "es un testimonio de cómo somos, vivimos y trabajamos. Es también la historia recontada y en sus pequeños volúmenes encontramos variadísimos aspectos de nuestras tradiciones y cultura, relatados en forma sencilla y amena para trabajadores y estudiantes, en libros cuidadosamente ilustrados", recordaba la propaganda promocional de entonces, de acuerdo con Memoria Chilena.
"La línea editorial de esa colección es muy clara respecto a lo que quería mostrar, este sujeto, sujeta, en su papel de trabajador, de trabajadora", en un criterio muy alineado con el proyecto de la Unidad Popular, subraya Flavia.
Pese a este esfuerzo, identifica, y si bien uno de los números de la colección se refiere explícitamente al pueblo araucano, Quimantú tampoco logró un diálogo profundo de reconocimiento a las identidades indígenas que componen a Chile.
"Hay una mirada más bien, incluso, desde la historia oficial, ya al nombrarlos a los araucanos, ya al no reconocer otro tipo de identidad indígena, entonces en realidad esta posibilidad de traerlo, reconocerlo, no estuvo", califica la investigadora.
Chile, critica, entonces, carece de una ruta definida para dejar atrás nociones racistas que posee sobre su propia identidad, donde se prioriza la conceptualización de la persona blanca como identidad nacional, sobre los morenos habitantes del territorio.
30 de junio 2023, 12:02 GMT
Disputa contra la hegemonía cultural
Este racismo heredado, reconoce en tanto Vicente Montecinos, se complementa con la elitización existente en Chile en cuanto al poder político institucional. "Las clases que acceden a estos cargos, a estos capitales, son las mismas; o sea, en Chile todo mundo sabe que son siete familias las que tienen la principal riqueza del país y son las mismas que tienen los principales medios de comunicación", discierne.
"Quimantú es un punto de disputa del debate comunicacional, de la hegemonía cultural en términos gramscianos, hay medios de comunicación que están controlados por el poder económico y el poder político. El poder político con el tiempo ha ido perdiendo sus medios de comunicación, entonces nosotros nos encontramos súper acorralados en términos de la hegemonía cultural", califica.
Un ejemplo de esta dinámica, describe Montecinos, se percibió en la Convención Constitucional que condujo la mapuche Elisa Loncón para promover un primer anteproyecto de nueva constitución para Chile, que fue rechazado en el plebiscito de salida de septiembre de 2022.
24 de marzo 2022, 02:17 GMT
Antes de la votación, recuerda el investigador, la Convención de Loncón fue bombardeada con desinformación emitida desde los medios corporativos chilenos, con descalificativos como que el proyecto de carta magna buscaba adoctrinar sexualmente a los menores del país sudamericano o miedos de expropiación de casas.
"Se dijeron un montón de mentiras y en el fondo para sabotear un proceso que iba a acabar con la constitución de la dictadura, que habían construido las mismas personas que son las dueñas del país", reclama.
¿Fue exitosa la editorial de Allende?
Evaluar los frutos de Quimantú, considera la investigadora Almendra, es contradictorio porque su proceso fue truncado con el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, lo que impidió la plenitud de sus objetivos. Sin embargo, el saldo puede considerarse positivo, apunta.
Montecinos, por ejemplo, celebra que los Cuadernos de educación popular divulgaron la discusión política en Chile y permitieron a los trabajadores, a los transeúntes, comunicarse en torno a conceptos como dominados y dominadores, o críticas frontales al capitalismo.
"Lo que ellos hacen en el fondo es entregar enseñanzas políticas a la sociedad, lo que se hizo ahí fue una concientización política, con la posibilidad de hacer política a través del objeto libro", narra.
17 de febrero 2023, 02:04 GMT
Así, el estudioso considera que puede decirse que el proyecto de la editorial de Allende fue exitoso en la medida en que logró politizar a la sociedad.
Una muestra de su relevancia, pese a su corta vida, destaca Almendra, es que, a 50 años de su experimentación, Quimantú sigue generando interés y apetitos de rescate.
"A través de múltiples personas nos fuimos dando cuenta de realmente lo popular que era Quimantú, y también que era popular pero a su vez que era algo subyacente", apunta, pues era común que los ciudadanos tuvieran libros de la editorial, pero tampoco lo hablaban una vez que el proyecto de Allende no sólo fue truncado, sino que la dictadura persiguió sus frutos, símbolos, memoria y militancias.
"Y eso habla de nuestro proceso como país en torno a la postdictadura, en torno al duelo, en torno a que nos cuesta mucho hablar del dolor y del horror", describe Almendra
Los libros de Quimantú existentes hoy, subraya, están en las casas, en las calles, en los reservorios populares de publicaciones, no en las instituciones, ni siquiera en la Biblioteca Nacional, lo que reafirma su penetración en la dinámica social, su acogimiento anónimo y colectivo.
A pesar del trauma y la persecución, destaca, la pervivencia de Quimantú permite a los chilenos reconectar con un país en lucha por dialogar sus identidades populares, reconocer una labor contrahegemónica que no solo existió, sino que continúa.
"Hay muchas personas actualmente que reconocen también esa perspectiva política, ese reconocimiento por lo cultural; en ese sentido, yo creo que sí fue un éxito, porque en el fondo se ha mantenido y la gente sigue teniendo los libros guardados en sus bibliotecas como si fuese un tesoro", valora.
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