En líneas generales, el plan del Ministerio de Sanidad preveía una flexibilización para permitir los desplazamientos y las reuniones entre familiares y allegados. Pero el contexto en que se preparó ―una bajada constante de los contagios― ha cambiado y ahora la tendencia es la contraria.

16 de diciembre 2020, 17:40 GMT
Es en este escenario donde cabe plantearse si continúan teniendo sentido las medidas acordadas el 2 de diciembre por el Ministerio de Sanidad. Es decir, seguir permitiendo desplazamientos, reuniones familiares amplias o toques de queda laxos, posibilidades sobre las que decidirán en última instancia las comunidades autónomas, según acordaron con el Gobierno central el 16 de diciembre.
¿Pueden ser insuficientes las medidas?
Los expertos en salud pública consultados inciden en la importancia de tener una capacidad de respuesta rápida ante la evolución de la situación epidemiológica. La responsabilidad y civismo individuales son factores absolutamente claves en los entornos familiares, allá donde es más difícil de observar el cumplimiento de las normas.
"Estamos en realidad aprendiendo todo el tiempo", explica a Sputnik el médico preventivista Alberto Torres Cantero, para quien la flexibilidad de las medidas pasa también por "valorar casi sobre la marcha lo que está pasando", pues "se desconoce" la evolución "de todo" a dos semanas vista. Respecto a los desplazamientos, este profesional declara que por sí mismos no representan un problema, pues "las oportunidades de transmisión surgen en los escenarios donde se juntan varias personas". "Si yo me desplazo a ver a alguien, voy con mascarilla y cumplo todas las medidas, no pasa nada. La cuestión es qué haces en el lugar donde paras".
"La recomendación tendría que ir no tanto en no desplazarse, sino en el sentido de no juntarse".
"Lo que más miedo produce de las vacaciones de Navidad, es el contacto entre personas que no son convivientes y en grupos grandes, pues implica un aumento de las cadenas de transmisión", explica por su parte Pedro Gullón, también médico preventivista y especialista en salud pública. Y alude al caso de EEUU, que encaró a finales de noviembre las fiestas del Día de Acción de Gracias con unas cifras de contagio en claro aumento y que desde principios de diciembre están desatadas, un ejemplo que "da un poco de miedo".
EE.UU. después de la fiesta de Acción de Gracias (solo 1 día).
En España, tenemos 4 días festivos señalados en Navidad.
No cenen con NO convivientes, por Dios.⚠️💀 pic.twitter.com/dyq4TlvvNV
En España, tenemos 4 días festivos señalados en Navidad.
No cenen con NO convivientes, por Dios.⚠️💀 pic.twitter.com/dyq4TlvvNV
La responsabilidad individual
En opinión de Gullón, el problema de intentar atajar los contagios durante las vacaciones de Navidad es que los instrumentos legales no terminarán de entrar en los hogares. "No hay forma de regular con un real decreto que las reuniones familiares no se produzcan", afirma.
"Las personas han hecho ya sus planes, y establecer que las reuniones se limiten a 6 ó 10 personas, las que sean, es una medida que solo tendrá efecto si la población la comprende y la cumple. Es muy difícil modificar las cosas que ya se anunciaron el día 2".
"En las reuniones con familiares que no sean convivientes, lo que toca es celebrarlas con protección respiratoria y no sentarse juntos a consumir alimentos", añade su colega Alberto Torres, que es miembro de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH).
"Si no lo hacemos, el riesgo aumentará. ¿Cuánto? Dependiendo de la suma de las exposiciones individuales de todos los que están allí reunidos".
"Si comemos o cenamos juntos, hay que hacerlo a distancia", subraya, recordando que ya se están emitiendo por TV anuncios institucionales "que van en esa línea". El Ministerio de Sanidad difunde su propio spot para la campaña El Mejor Regalo Es Cuidarnos. "Yo no prohibiría del todo las cenas, porque hay una casuística social enorme", puntualiza Torres. "Pero se trata de apelar a la responsabilidad individual, que se entienda que compartir espacios es un riesgo, que las personas nos regulemos, que comprendamos qué tipos de riesgos podemos asumir, sobre todo si están presentes personas mayores".
Ante el "efecto multiplicativo" que pueden entrañar las vacaciones de Navidad, Pedro Gullón, que es miembro de la Sociedad Española de Epidemiología, conviene en que las "estrategias de comunicación" son vitales. "Hay que actuar en los elementos que no son los típicos navideños; es decir, atajar fuera del hogar para que el impacto sea un poco menor en las casas". "Porque en unas condiciones en que te sientas a la mesa sin mascarilla, comes y consumes alcohol en espacios cerrados y con poca ventilación, las cenas asustan".
Esperanzas y otros riesgos
Estos especialistas en salud pública subrayan la necesidad de armarse de paciencia y pensar de modo optimista. "Esto no va a durar toda la vida", resalta Alberto Torres. "Como todas las epidemias, la de COVID-19 también irá disminuyendo, y las vacunas que están apareciendo propiciarán aún más esta situación".
Un horizonte donde el alza constante de contagios no remitiese, podría coincidir con el inicio de las vacunaciones masivas. ¿Puede una situación así entorpecerlas? "Tendría que aumentar mucho la incidencia", dice Torres, subrayando que se dispone de conocimiento y capacidad de respuesta para hacer disminuir la incidencia. "Ya sabemos qué medidas funcionan para cortar la transmisión".
"Las reuniones familiares o el acceso a determinados lugares aumenta las posibilidades de transmisión. Pero todo dependerá de la suma de los comportamientos de todas las personas".
Pero el problema que representa el periodo navideño, visto con un enfoque más amplio de salud pública, no solo atañe al COVID-19. "La soledad es un problema de salud pública de los más importantes", recuerda Pedro Gullón, avisando del carácter problemático de establecer que "nadie se reúna con nadie más allá de los convivientes" en las propias casas. "Hay personas mayores que llevan todo el año solas y son un verdadero problema de salud pública".
"Hay que reunirse lo menos posible, hacer las menos compras presenciales posibles, pero hacer que también haya la menor soledad posible, que nadie se quedo solo. Y para eso hacen falta campañas de comunicación, imaginar formas diferentes de celebrar la Navidad, conectar por otros medios".
Las regiones deciden
El 16 de diciembre, en la reunión del Consejo Interterritorial entre el Gobierno central y las comunidades autónomas se acordó que estas últimas tengan la posibilidad de endurecer las restricciones si la evolución de la pandemia en sus territorios sigue empeorando.
El acuerdo fundamental prevé una movilidad restringida entre el 23 de diciembre y el 6 de enero, pero que permite desplazamientos para ver a familiares y allegados, reuniones de hasta 10 personas y toque de queda a las 1:30 horas. Sin embargo, los responsables de la Comunidad de Madrid anunciaron el 17 de diciembre que no tienen previsto variar el plan a pesar del repunte de casos observado en la región. Así lo comunicó su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, contraria a su cierre perimetral. El anuncio contrasta con el de las autoridades de la Comunidad Valenciana (con una incidencia acumulada de casi 255 casos), que endurecen esta medida y no permitirán la entrada (y salida) en su territorio de personas que no tengan residencia habitual en ella.
Al respecto, Alberto Torres admite que la incidencia de la pandemia en cada caso determinará una línea de actuación concreta. "La respuesta de cada comunidad autónoma puede ser diferente, se tomarán decisiones en base a la evolución de la pandemia, hay que ver qué es lo más adecuado en cada lugar", declara. Respecto a la situación en la Comunidad de Madrid, que acaba de reducir de 10 a 6 el número permitido de personas en las reuniones familiares, Pedro Gullón afirma que esta dispone de "mucho margen" para actuar.
"Más aún cuando sus casos están en ascenso. Y si tampoco se pensaba ir más allá cuando estábamos en 800 casos por cada 100.000 habitantes, pues ahora no cabe esperar que se endurezcan mucho más las medidas", concluye.