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Una carpa para pasar la noche es la única opción para muchos venezolanos en Manaos

MANAOS (Sputnik) — Una carpa negra que reciben cada tarde y que arman dentro del centro de acogida de Las Flores es la única opción para muchos venezolanos que salieron de su país con la idea de encontrar un trabajo en Manaos que les permitiera tener mejor calidad de vida, pero confesaron a Sputnik, que para muchos se convirtió solo en una ilusión.
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"Mi experiencia ha sido horrible aquí, aquí nos dan una carpa y comida a día, pero yo le puedo decir a la gente que no se venga, porque aquí no se consigue trabajo, yo en El Tigre (estado Anzoátegui, este de Venezuela) estaba mejor que acá, porque estaba en mi casa con mis dos hijos, no me regreso porque no tengo dinero para volver", contó a Sputnik María Díaz de 19 años.

Díaz señaló que, aunque la situación económica de su país es difícil, ante la hiperinflación y la ausencia de un salario que le permita cubrir sus necesidades básicas, en Manaos se encontró con la misma realidad.

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"Me fui del país, pero han pasado cuatro meses y ni un trabajo tengo, no he podido pasarle dinero a mi mamá para ayudar con mis hijos, y pienso que si vuelvo en este momento solo voy a ser una carga más, estoy a la espera de que suceda algo, que consiga trabajo, que me reubiquen, para que, si me llego a devolver por lo menos llevarme unos realitos", afirmó.

De acuerdo con los datos que publica la Policía Federal, de los 231.000 venezolanos que han ingresado a Brasil, hasta septiembre pasado, entre 16.000 y 20.000 residen en el estado Amazonas (norte) fronterizo con Venezuela.

Al caminar por las calles del centro de Manaos es común toparse casi en cada cuadra con un venezolano, algunos trabajan como vendedores ambulantes, otros, aseguraron, que no han tenido otra opción que pedir en las calles dinero, comida o incluso trabajo para mantener a su familia.

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La mayoría de los consultados, en la zona de este refugio que alberga a más de 300 venezolanos, confesaron que les ha resultado más difícil de lo que imaginaron conseguir trabajo en esta ciudad.

"Yo estoy aquí por la crisis que está en Venezuela, que los trabajos no pagan nada (…) pensé que me vendría y estaría mejor, pero resulta que no hay empleo, no hay nada, estamos esperando a ver si nos reubican y nos va mejor, pero si hubiese sabido que era así no me venía", señaló Mildred Baute de 26 años, quien también reside en Manaos como refugiada.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Muestra Continua de Hogares (PNAD), publicada en agosto por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la tasa de desempleo en Manaos es de 17,7%, y se encuentra entre las más altas del estado Amazonas.

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Los venezolanos que están en condición de refugiados y que aún no han conseguido trabajo, deambulan por las calles con sus mochilas por los predios de la terminal de autobuses de Manaos, situada en el sector Flores, porque no tienen donde dejarlas durante el día.

Y es que, el centro de acogida del sector Flores, situado debajo de un puente, en una rotonda, solo abre entre las 16:00 y 18:00, a partir de esa hora los venezolanos deben hacer una larga fila para retirar su carpa negra, en la que puede incluso dormir una familia.

Uno de los militares que se encarga de resguardar el lugar, explicó que los venezolanos no tienen permitido descansar en estos lugares durante el día, pero algunos se aprovechan de su distracción y entran a dormir una siesta.

Aunque tener un sitio donde dormir, es mejor a hacerlo en la calle, explicó Simón, quien prefirió no dar su apellido, aseguró que pasar la noche allí es "horrible".

"Eso de dormir en las carpas es horrible, porque ahí los guardias (militares) te llegan y te despiertan a toda ahora, porque cualquier cosa (robo o irregularidad que se registre en la zona) la agarran con nosotros y dicen que por uno pagamos todos y entonces empiezan que quieren voltear la carpa y lo quieren golpear a uno, no les importa que haya niños ni nada", señaló el joven de 19 años, que tiene cinco meses de haber llegado a Manaos.

Simón dijo que, aunque recientemente consiguió trabajar descargando mercancías en una tienda, le pagan unos 50 reais (14 dólares) los días que hay trabajo, pero esto no le alcanza para pagar un lugar para vivir.

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En el centro de acogida las familias venezolanas cuentan con un comedor, el cual está a cargo de las autoridades brasileñas, y les proporciona tres comidas al día, pero para acceder a este beneficio adultos, niños y personas de la tercera edad, deben realizar largas filas.

La mayoría de los consultados por Sputnik en este centro de acogida de Manaos, eran procedentes de los estados venezolanos de Bolívar (sur), Amazonas (sur) o Anzoátegui (este).

Entre los pobladores de Manaos muchos expresaron su disposición a recibir a los venezolanos, pero confesaron que su ciudad no tiene condiciones para el gran flujo de migrantes que ha recibido.

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El Gobierno de Venezuela ha activado un programa de retorno a Venezuela, denominado Plan Vuelta a la Patria, en él han retornado grupos de Manaos y Boa Vista.

La mayoría de los consultados confesaron que quisieran volver, pero algunos contaron que para salir de su nación abandonaron su empleo y gastaron sus ahorros y retornar sin nada les resulta imposible.

"Aquí más que sea puedo esperar un poco y que me ayuden a conseguir un trabajo, pero si me regreso a Venezuela ¿qué voy a hacer para comer o darle algo a mi mamá?, esa es mi última opción", dijo Diego Salas de 28 años.

La Organización de Naciones Unidas estima que más de 4,5 millones de venezolanos han tenido que abandonar ya su país debido a la grave situación económica.

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El Gobierno venezolano ha denunciado que esta situación es una consecuencia del bloqueo económico de Estados Unidos en su contra y ha pedido ayuda a la ONU, a la que acusa de inflar las cifras de la emigración, para el financiamiento del programa de retorno de sus connacionales.

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