Internacional

Un grave 'desliz' que cometió Polonia

IIGM, invasión de Polonia, puerto de Gdansk, 1939
En la historia de Rusia y Polonia, el inicio de la II Guerra Mundial se ve de forma diferente. Para Varsovia, el 17 de septiembre de 1939 la campaña soviética contra Polonia fue una invasión. Para Rusia, el entonces Ejército Rojo comenzaba su campaña de liberación.
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Dos miradas

Mientras que para la memoria colectiva rusa la guerra era principalmente atacar y luchar contra el nazismo, para los polacos la guerra comienza con la doble agresión: la del oeste —Alemania— y la del este —la Unión Soviética—, destaca Oleg Nemenski, historiador e investigador del Instituto Ruso de Estudios Estratégicos. Y sigue así hasta hoy.

"Incluso décadas de influencia soviética no pudieron cambiar esta percepción de los hechos", resume.

Para Polonia, hay dos caras de esa guerra: la buena, representada por la propia Polonia, y la oscura: la Alemania nazi y la Unión Soviética. Como argumento principal a favor de que la URSS desempeñó un papel agresivo contra Polonia en 1939, la historiografía polaca cita las cláusulas secretas del pacto Ribbentrop-Molotov entre Hitler y Stalin, en las cuales Alemania y la Unión Soviética definían el reparto de Europa del Este. Se establecía así que Polonia quedaría como zona de influencia. El tratado permitía a las tropas soviéticas entrar en territorio polaco.

¿Tenía la Unión Soviética la posibilidad de elegir los medios para impedir un ataque de Alemania? El historiador polaco Bartosz Bekier señala que "las tropas soviéticas solo podían entrar en Checoslovaquia a través de territorio polaco". Así que Varsovia, a su vez, temía que la URSS se quedara en su territorio mucho tiempo después de invadirlo.

Reparto de Europa

Algunos historiadores intentan a menudo establecer paralelismos entre el Pacto Molotov-Ribbentrop y los Acuerdos de Múnich de septiembre de 1938 entre Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia. Establecían que Checoslovaquia cedería el área de los Sudetes a Alemania en el marco de aquella política de apaciguamiento. La propia Polonia, por iniciativa propia, participó en la disección de Checoslovaquia.

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Ante la amenaza de Alemania, Polonia confió en las garantías británicas y francesas. Los acuerdos con Inglaterra y Francia se vieron obstaculizados por la dura política de las autoridades polacas, que no permitieron la posibilidad de que el Ejército Rojo, incluso en alianza con Inglaterra y Francia, pudiera aparecer en el territorio de Polonia.  En consecuencia, Stalin eligió la propuesta alemana para retrasar la guerra y mantener la URSS a salvo.

También hay otros dos tratados que rara vez se recuerdan: el pacto de no agresión germano-polaco de 1934 y el pacto de no agresión firmado en 1932 entre Polonia y la URSS. Ambos documentos valen poco, dice Bekier.

"La declaración entre Polonia y Alemania, a diferencia del Pacto Ribbentrop-Molotov, no contenía un anexo secreto sobre la división de las zonas de influencia en Europa (…) Es verdad que Berlín ofreció a los polacos Ucrania y Lituania. Polonia, sin embargo, los rechazó sistemáticamente, guiada por mantener la misma distancia en las relaciones con Alemania y con la URSS y creyendo en la fuerza de sus aliados occidentales". 

¿Hubo posibilidades de evitar la guerra?

¿Por qué Polonia no se preocupó antes por crear una alianza política efectiva con la que posponer el comienzo de la guerra?, Bekier opina que la predilección de las élites polacas por Occidente jugó un factor clave.

"Ante un pequeño gesto benévolo de Gran Bretaña y Francia, todas las alternativas políticas posibles quedaron eclipsadas. La asociación con Londres era una alianza exótica para Polonia, según la definición de Stanislaw Mackiewicz —primer ministro de la República de Polonia en el exilio entre 1954 y 1955—".

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En aquel momento, el Reino Unido no tenía suficiente capacidad militar en la cuenca del mar Báltico y, por tanto, tampoco la tenía para prestar asistencia directa a los polacos, prosigue el historiador. Y ello mientras las conocidas como 'garantías británicas' eran "percibidas con un entusiasmo enfermizo en Varsovia".  La creencia en los aliados también aumentó la confianza en el propio poder y la propia grandeza polaca, opina. "Los polacos creían que en pocas semanas el Ejército polaco tomaría Berlín", concluye.

"Esta falta de un enfoque racional y pragmático también es típica de la élite polaca moderna", agregó Bekier.

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