El daño material superó las cifras de la Primera Guerra Mundial 11 veces. Los gastos militares llegaron a los cuatro billones dólares americanos. El embajador de la Federación Rusa en la República Oriental del Uruguay, Nikolay Sofinskiy, nos narra las lecciones de esa guerra.
— Señor Embajador, el 1 de septiembre de 1939 es una de las fechas más trágicas de la historia mundial. Ese día comenzó la contienda bélica más destructiva de la historia que la humanidad haya vivido. ¿Cómo logro sobrevivir la Unión Soviética a esta guerra?
Aunque la Unión Soviética entró en guerra dos años después, el 22 de junio de 1941, fue justamente nuestro país el que recibió el golpe principal. Para nosotros, los actuales sucesores de la URSS, esa guerra se convirtió en la Gran Guerra Patria, ya que absorbió todas las fuerzas de los pueblos que vivían en el país y fue la personificación de su coraje, heroísmo y sacrificio sin igual en nombre de la paz, la libertad y la justicia.
Nuestra victoria tuvo un precio atroz. En los combates, en los campos de concentración, en los territorios ocupados, en Leningrado sitiado, en la retaguardia murieron casi 27 millones de ciudadanos. Fue destruido un tercio del patrimonio nacional del país, 1710 ciudades, más de 70.000 aldeas y pueblos, innumerables fábricas, miles de kilómetros de vías férreas.
Hoy, en el día de duelo por los acontecimientos de aquellos tiempos, no podemos dejar de honrar a los caídos, pasar por alto las páginas trágicas de nuestra historia común. Debemos de hacer memoria sobre su importancia y sus enseñanzas.
— ¿Cuál es el principal aprendizaje de la guerra?
Quizás lo principal es que, con un ejemplo dramático tan excepcional, todos nos dimos cuenta de que ante una amenaza común, a pesar de las diferencias políticas e ideológicas, sin importar los resentimientos y las contradicciones, todos los países y pueblos pueden unirse, fortalecerse y resistir a un enemigo común. Hoy, en nuestro mundo dividido por contradicciones, con muchas líneas de confrontación, donde existen muchas amenazas comunes, esta lección es más que relevante.
Pero al mismo tiempo por siempre recordaremos el peso irreparable de la lucha que soportó el pueblo soviético.
Las pérdidas de Alemania y sus aliados en el frente soviético-alemán ascendieron a 7, 8 millones de bajas, las perdidas en equipamiento militar y armamento representaron el 75 %, cifra que es cuatro veces mayor a lo perdido entre los campos de batalla de Europa Occidental y el Mediterráneo.
Fue justamente en el Frente Oriental donde fueron socavados los cimientos materiales e de infraestructura del Tercer Reich, siendo ese factor el principal y decisivo en la lucha contra el fascismo.
La segunda lección que permanecerá para siempre en la historia, independientemente de las tendencias políticas y los estados de ánimo ideológicos de los tiempos cambiantes, es la siguiente.
Cientos de miles de soldados soviéticos están enterrados en tierras europeas. 12 mil personas fallecieron durante la liberación del noreste de China y el norte de Corea.
Gran parte de lo alcanzado hoy por los países europeos y asiáticos se cimienta en la vida de los soviéticos.
— ¿Que podría contarnos sobre la cooperación internacional de aquellos años?
A pesar de toda la tragedia, la guerra ha enriquecido la historia con la experiencia de cooperación internacional de diferentes países. Y la victoria fue un punto de inflexión en el desarrollo social mundial, sentó las bases para los cambios profundos en la alineación de las fuerzas sociales y nacionales en el escenario internacional. La victoria creó los antecedentes para la reconstrucción del mundo sobre los principios democráticos y de renovación social.
Confirmó la vitalidad de las tendencias progresistas del siglo XX, el anhelo de los pueblos de un orden social más justo y seguro. Las Naciones Unidas, surgidas del espíritu de esa de victoria, se convirtieron en el modelo de estas tendencias como el reflejo de la aspiración de todos los pueblos de tener acciones consolidadas en la decisión del destino del mundo.
— Desafortunadamente no todas las esperanzas se hicieron realidad. El mundo vuelve a experimentar tiempos difíciles de división. ¿Quizás valdría la pena mirar hacia atrás para no perder las oportunidades que aun se tienen?
Hoy, en el 80 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, inclinamos nuestras cabezas con profundo respeto hacia los héroes y volviendo a su historia nos damos cuenta plenamente que su comprensión es la elección del camino hacia el futuro. Y esta debería ser la tercera lección para nosotros.