El fascismo al estilo rumano
Tras ocupar el puesto de primer ministro de Rumania el 5 de septiembre del 1940, el mariscal Ion Antonescu apoyó impetuosamente a Alemania. En octubre de ese mismo año el político y militar rumano pasó a formar parte de las tropas nazis e involucró a su país en la guerra iniciada por Adolf Hitler.
Antonescu cumplió afanosamente sus compromisos con el Führer: entre 1941 y 1944 un 64% de todas las exportaciones del país se enviaron a Alemania.
Precisamente los soldados rumanos participaron junto con los alemanes en la ofensiva que fue lanzada contra la URSS el 22 de junio del año 1941. Hitler asignó a las fuerzas de Rumania la tarea de ocupar Odesa, asaltar Sebastopol y lanzar una ofensiva en el Cáucaso. Como resultado, más de 500.000 soldados rumanos perecieron desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial y hasta el año 1943.
Las grandes bajas, la extenuación económica y el brusco empeoramiento de calidad de vida condujeron al surgimiento de los ánimos antifascistas en Rumania no solo en la población, sino también entre sus militares.
La unión de la corona con los comunistas
En mayo del 1944 el Partido Comunista contactó con el rey Miguel I de Rumania y le pidió aprobar el arresto de Antonescu. El comando militar apoyó a los comunistas en junio del mismo año y así empezaron los preparativos para su futura rebelión.
En Berlin estaban al tanto de la situación y a comienzos de agosto las autoridades de la Alemania nazi ordenaron la ocupación completa de Rumania, plan que fue bautizado como Margarita II. Esta operación resultó frustrada por las tropas soviéticas que aniquilaron a 22 divisiones alemanas.
La rebelión popular en Bucarest empezó el 23 de agosto del año 1944. Aquel día el mariscal Antonescu fue arrestado bajo la orden del rey, mientras que las tropas rumanas empezaron a bloquear las sedes nazis y otras instalaciones militares de la Wehrmacht. El 28 de agosto Bucarest fue limpiado por completo de las tropas alemanes.
¡Adelante! ¡A la frontera con Hungría!
El 2º frente ucraniano de la URSS, comandado por Rodión Malinovski, recibió una orden muy clara: perseguir al enemigo, impedir su retirada del territorio de Rumania, capturarlo o aniquilarlo. Al 3º frente ucraniano de la URSS, encabezado por Fedor Tolbujin, se le ordenó ocupar la frontera rumano-búlgara y estar listo para librar combates contra Bulgaria.
El 15 de septiembre del año 1944, tras una serie de batallas crueles, el 2º frente ucraniano casi alcanzó la frontera de Rumania con Hungría. Como resultado, los soldados soviéticos en cooperación con los efectivos rumanos lograron no solo liberar a casi todo el país de las tropas nazis, sino que también privaron a Hitler del acceso a los yacimientos petroleros tan vitales para su Ejército.
En total, entre el 23 de agosto y el 30 de octubre del año 1944 las tropas rumanas perdieron a 58.000 soldados que lucharon del lado de la coalición anti Hitler. Este número también incluye a los heridos y desparecidos.