Con más de 3.000 kilómetros de longitud, la frontera terrestre entre México y EEUU no es de las más extensas del continente. En efecto, la línea divisoria entre Canadá y EEUU es mucho más larga, aunque también lo es la frontera entre Argentina y Chile, montada sobre la cordillera de los Andes.
Sin embargo, es uno de los principales corredores migratorios del mundo y la vía de ingreso a EEUU más concurrida.
Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas y el Pentágono, las políticas migratorias de varios países del continente americano se volvieron más duras contra las migraciones. México no fue una excepción: el país debió mutar su hospitalidad natural por un camino lleno de requisitos engorrosos, que muy pocos consiguen franquear.
El colapso del sistema de asilo mexicano y la eminencia de la crisis hondureña forzaron a la autoridad a entregar más de 500 oficios de salida a la primera caravana migrante realizada en marzo de 2017. Ese es el documento que reciben todos los extranjeros regularmente al entrar a México y que les permite permanecer, moverse y salir sin problemas legales. Ahora, los canales para avanzar hacia el norte han variado, pero no se han detenido.
Cruzar la frontera
Aunque el más conocido sea el Puente Rodolfo Robles sobre el río Suchiate, que une a México con Guatemala, hay otros siete cruces fronterizos formales entre ambos países. Según pudo saber Sputnik, la zona en torno al paso de El Ceibo en el Estado de Tabasco, también está viviendo un auge de gente que la cruza durante el último año.
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Pero regresemos a Chiapas. La primera opción que un migrante que busca entrar a México debe tomar es si lo hará cruzando el río de manera irregular, abordando una balsa que garantiza el paso por 10 quetzales guatemaltecos (1,3 dólares) o 20 pesos mexicanos (aproximadamente dólar) o ir por el puente y enfrentar el filtro migratorio.
Entrando por el río, se llega a Ciudad Hidalgo, donde hay una fuerte presencia de funcionarios del Instituto Nacional de Migración de México (INM). 'Paso del Coyote' es el nombre que aparece pintado sobre este lado del río, que desemboca en un mercadito a cielo abierto, un tianguis" como se le conoce en la zona.
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Si en cambio se decide ingresar por la vía legal, se deberá esperar sobre el puente binacional hasta que se reciba la atención de las autoridades migratorias. Según distintos relatos recabados por Sputnik, aquí se realiza el primer filtro y la espera puede durar días.
Avanzar seguro
A comienzos de 2019, el Gobierno mexicano anunció la entrega de "visas por razones humanitarias" a la tercera caravana migrante, conformada mayormente por personas originarias de Honduras.
Aunque el anuncio pudo ser leído como un viraje de una política migratoria que muchos califican como discriminatoria hacia todas las nacionalidades centroamericanas —ninguna entra sin visa legalmente a México—, el plan de regularización fue cancelado el último día de enero de 2019, tras haber entregado 18.000 visas humanitarias con duración de un año, según datos oficiales.
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El anuncio público de esta regularización hizo que muchos se ilusionaran con conseguir el mismo 'salvoconducto' de modo de poder avanzar en la brecha que plantaba un México hostil a sus vecinos del sur del continente.
Si, en cambio, la persona decide ingresar por el puente a México, se le hace un prerregistro en la aduana de Ciudad Hidalgo. Debe indicar su nombre, luego se le toma una foto y sus datos biométricos. Allí se le entrega un número de espera para que pueda recibir su solicitud del trámite legal.
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Según testimonios recabados por Sputnik entre las personas que habían iniciado este proceso, la espera es de aproximadamente dos semanas para poder ingresar formalmente a México.
Quienes entran por el río, en cambio, deben conseguir ahora la manera de avanzar. Es aquí dónde se conocen muchos casos de tráfico de personas: existen quienes ofrecen trasladarlos pagando determinadas sumas de dinero. La ruta más usual suele ser la del Golfo de México, que sube desde el sur para llegar a Veracruz y de ahí a las fronteras norte del Estado de Tamaulipas, una zona de conflicto armado abierto.
Durante el último año, la respuesta de muchos a este peligro que enfrentan tras un ingreso irregular ha sido esperar a reunir una caravana, es decir: juntar gente suficiente que pueda evitar que sean detenidos en el camino hacia Tapachula, el primer mojón en esta extensa ruta.
Decenas de retenes
En Metapa, a 18 kilómetros de Ciudad Hidalgo, encontrarán un primer retén migratorio. Todos los automóviles particulares y camionetas de transporte colectivo son revisados por funcionarios del INM, quienes solicitan documentos a los usuarios del mismo.
Es en los transportes y en los grupos pequeños donde las personas son detenidas y enviadas a la estación migratoria Siglo XXI, la cárcel para migrantes más grande del país. Allí se vive una situación dramática de hacinamiento, según denuncias de la sociedad civil organizada.
En el predio hay espacio para menos de 1.000 internos. Sin embargo, según visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, allí hay más de 1.400. Las estimaciones de algunos sectores de la sociedad civil, en cambio, alertan sobre la reclusión más de 3.500 personas, sin instalaciones edilicias adecuadas ni atención médica o alimenticia suficiente. Y, claro esta, sin que se les permita salir.
Si, en cambio, se ha logrado reunir una caravana y se tiene más suerte, puede seguirse avanzando por la ruta México 200, que corre en la paralelo a la costa del Soconusco. Huehuetán y Huixtla son los dos pueblos en donde se ha detenido la actual caravana migrante.
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En Huixtla, a 40 kilómetros de la aduana del paso fronterizo en Ciudad Hidalgo, hay otra. Enorme. Todos los automóviles particulares pasan a revisión migratoria, así como los autobuses de pasajeros y las combis que resuelven el transporte colectivo local.
Nadie detuvo, en cambio, al primer grupo migrante que fue alojado en Mapastepec, a 100 kilómetros de Tapachula. La autoridad migratoria los hospedó en dos campamentos improvisados en el complejo deportivo local, con la promesa de brindarles la posibilidad de tramitar su "visa humanitaria" que les permite seguir el camino de manera segura.
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Tras dos semanas de estancia allí, el Gobierno anunció que en realidad les tramitará otro estatus migratorio, de "visitante regional", que no les permite salir de los Estados del sur del país. Los migrantes allí alojados dijeron a Sputnik que ellos pasaron caminando la aduana de Huixtla sin problemas y que sólo fueron detenidos con promesas que, a la postre, resultaron falsas.