Carlos Alberto Cremata, Premio de Cultura Comunitaria en Cuba: "Lo principal es servir al barrio"
Carlos Alberto Cremata, Premio de Cultura Comunitaria en Cuba: "Lo principal es servir al barrio"
Sputnik Mundo
La compañía de teatro infantil La Colmenita, distinguida con la condición de Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef, fue el primer grupo cubano de su tipo... 12.01.2025, Sputnik Mundo
Según refirió Cremata, formado como licenciado en Ciencias pedagógicas en la especialidad de Dirección Artística en la antigua URSS, "cuando me llaman para comunicarme la noticia, es que me di cuenta de su connotación especial; quizás me lo dieron porque yo no he renunciado ni un segundo a hacer lo mismo durante más de tres décadas".A finales del siglo XX, el grupo teatral protagonizó, entre otras muchas acciones y giras, un espectáculo con niños de la Escuela Especial Solidaridad con Panamá, "muy visible en toda Cuba"; desde entonces "no he desistido de visitar, cada vez más, hogares de ancianos, centros para personas vulnerables, hospitales psiquiátricos, instituciones psicopedagógicas y los rincones más recónditos, no solo para actuar, sino para sembrar la semillita".Incluso, el pedagogo formó parte del jurado de este lauro que, en 2021, recibió el célebre trovador de la isla Silvio Rodríguez, por su labor durante más de una década al frente de músicos, escritores y artistas que actuaban en barrios e instituciones sociales del país, entre ellas, escuelas y centros penitenciarios.Colmenitas por el mundoAdemás de la constitución de compañías similares en otras provincias de la mayor de las Antillas, el proyecto tiene su réplica en países como España, "cuando nosotros hicimos La Colmenita de Sevilla, no fue en el centro de la urbe, fue en las Tres Mil Viviendas, conocido como el barrio de la droga sevillana".En Panamá, surgieron "panales" en comunidades como Santa Ana, Curundú, San Felipe y en el Chorrillo, en dónde "los yanquis masacraron a toda la población", en diciembre de 1989; también en las ciudades mexicanas de San Luis Potosí, Querétaro y Chiapas, y en Argentina se constituyeron en seis localidades pobres de Buenos Aires.Sumado a ello, replicaron el proyecto en los 31 departamentos de El Salvador y en Venezuela, "se unieron los sueños de Fidel Castro y Hugo Chávez y llegaron a tener 94 colmenitas en todos los estados del país", indicó el también graduado en dirección teatral en la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes, en Cuba.Transformación cultural comunitariaCremata aludió, asimismo, a la transformación cultural, "nosotros lo basamos todo en valores" y a los lazos que establecen las familias de los integrantes, "los niños están dentro en los ensayos, y ellos afuera compartiendo, conociéndose y soñando, ese vínculo que se crea a partir de los pequeños es absolutamente mágico".A su vez, el pedagogo puntualizó que los niños les enseñan sobre el trabajo en equipo, solidaridad, honestidad, sinceridad, sencillez y humildad."La gente piensa que nosotros formamos artistas. Para nada. El que forma artistas es la escuela de arte. En Cuba hay un movimiento de escuelas de arte asombroso, donde los niños sí se preparan para ser futuros artistas. La Colmenita utiliza el arte como pretexto para formar mejores ciudadanos, patriotas y seres humanos. Pero el arte se subordina a la práctica del valor", remarcó.Mencionó además que, de los miles de niños integrantes de ese grupo, durante las varias décadas de constituido, solamente el 5 % son hoy artistas profesionales, la mayoría de ellos vinculados aún a la compañía, "lo que sí nos consta es que, independientemente del talento individual en sus respectivos oficios, son mejores personas".No obstante, la pandemia de COVID-19 los ha obligado "casi a recomenzar", en este sentido, "los adultos que quedamos contamos con la experticia, el entrenamiento y mucha más fuerza que antes, pero todo se desmembró; siempre que los niños alcanzaban un nivel superior, había una generación más joven que le seguía los pasos, la situación epidemiológica dificultó y trastornó ese proceso formativo"."No nos hemos cansado, tratamos de hacer lo mismo, con menos posibilidades, pero con pasión, entrega y amor", señaló Cremata.Muestra de ello es la preparación, actualmente, del espectáculo Ricitos Valdés y los Tres Ositos en el bosque de Irakere, un tributo a la icónica agrupación de jazz que revolucionó el panorama sonoro latinoamericano al combinar ritmos populares de la isla, música clásica, rock y elementos afrocubanos, cuyo estreno acontecerá en la edición 40 del Festival Internacional Jazz Plaza.Homenaje a IrakereDel 26 de enero al 2 de febrero, en La Habana, Santiago de Cuba y Villa Clara, el Jazz Plaza 2025 incorporará en su programa a La Colmenita, si bien no es la primera vez que la compañía infantil utiliza el clásico cuento Ricitos de Oro y los Tres Ositos, con fines similares, entre ellos, el tributo a la Década Prodigiosa y el cumpleaños del sello discográfico.Al comienzo, según explica Carlos Alberto Cremata, su director general, la puesta en escena solo incluía canciones, luego comenzaron las adaptaciones y surgieron obras dedicadas a la Década Prodigiosa y el cumpleaños del sello discográfico Egrem, con la música de grandes compositores de la mayor de las Antillas.Para significar la magnitud del encargo, Cremata evocó una entrevista que le realizaran a Chucho Valdés, Premio Nacional de la Música en 1998 y laureado en varias oportunidades en los Grammy Awards y en los Latin Grammy Awards, en Argentina.Por eso, en su consideración, "es muy lindo que los niños ahora lo traten de revivir, porque es una música bien hecha, cubana y con una influencia muy grande del jazz y de lo afro".En este sentido, el primer acercamiento entre La Colmenita y las sonoridades de Irakere —en la actual etapa de ensayo— fue con las canciones más afines a los niños, entre ellas, Los caramelos, Rucu rucu a Santa Clara y Bacalao con pan, esta última "todo un himno"."Lo primero fue que gozaran. Les pusimos canciones del popurrí, Dile a Catalina, Aguanile y A romper el coco. Dividimos a los niños en dos equipos para improvisar, bailar e inventar una coreografía. Pudimos darnos cuenta que esa música sigue en las venas de los cubanos, lo que hace falta es revivirla", aseguró.En su opinión, con este espectáculo lograrán llegar al alma infantil y a la familia cubana y, a su juicio, Ricitos de Oro es una obra que dominan, pues la han realizado muchas veces, solo resta adaptar algunos parlamentos, por ejemplo, en esta oportunidad, mama Osa se llama Xiomara Mayoral, en alusión al guaguancó homónimo.Respecto al acierto de unir en escena a La Colmenita con la impronta y vitalidad de Irakere, refirió que "siempre esta obra nos ha funcionado, conecta con el público, ahora que los niños jueguen a Irakere y crezcan con esos valores musicales elevados, ya lo hemos hecho con Silvio, Adalberto Álvarez y con Van Van".
La compañía de teatro infantil La Colmenita, distinguida con la condición de Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef, fue el primer grupo cubano de su tipo merecedor del Premio Nacional de Cultura Comunitaria, en 1999. Hoy, su director general y fundador, Carlos Alberto Cremata, también ostenta el mencionado galardón.
Según refirió Cremata, formado como licenciado en Ciencias pedagógicas en la especialidad de Dirección Artística en la antigua URSS, "cuando me llaman para comunicarme la noticia, es que me di cuenta de su connotación especial; quizás me lo dieron porque yo no he renunciado ni un segundo a hacer lo mismo durante más de tres décadas".
A finales del siglo XX, el grupo teatral protagonizó, entre otras muchas acciones y giras, un espectáculo con niños de la Escuela Especial Solidaridad con Panamá, "muy visible en toda Cuba"; desde entonces "no he desistido de visitar, cada vez más, hogares de ancianos, centros para personas vulnerables, hospitales psiquiátricos, instituciones psicopedagógicas y los rincones más recónditos, no solo para actuar, sino para sembrar la semillita".
🇨🇺 Carlos Alberto Cremata, director y fundador de la compañía de teatro infantil La Colmenita habló con Sputnik sobre la constitución de compañías similares en otras provincias de la mayor de las Antillas, el proyecto tiene su réplica en países como España, "cuando nosotros… pic.twitter.com/Rv8ZZjAaJX
Incluso, el pedagogo formó parte del jurado de este lauro que, en 2021, recibió el célebre trovador de la isla Silvio Rodríguez, por su labor durante más de una década al frente de músicos, escritores y artistas que actuaban en barrios e instituciones sociales del país, entre ellas, escuelas y centros penitenciarios.
"Me dio satisfacción y felicidad recibir este premio. Para expresar lo que siento, solo puede responder José Martí por mí. Si me abrieran el pecho, debo tener hermoso el corazón, porque fui y soy útil. Cada vez que llegamos a los lugares se produce una bomba de amor. Compartimos la espiritualidad, sin pensar en intereses materiales", reflexionó.
Además de la constitución de compañías similares en otras provincias de la mayor de las Antillas, el proyecto tiene su réplica en países como España, "cuando nosotros hicimos La Colmenita de Sevilla, no fue en el centro de la urbe, fue en las Tres Mil Viviendas, conocido como el barrio de la droga sevillana".
En Panamá, surgieron "panales" en comunidades como Santa Ana, Curundú, San Felipe y en el Chorrillo, en dónde "los yanquis masacraron a toda la población", en diciembre de 1989; también en las ciudades mexicanas de San Luis Potosí, Querétaro y Chiapas, y en Argentina se constituyeron en seis localidades pobres de Buenos Aires.
Sumado a ello, replicaron el proyecto en los 31 departamentos de El Salvador y en Venezuela, "se unieron los sueños de Fidel Castro y Hugo Chávez y llegaron a tener 94 colmenitas en todos los estados del país", indicó el también graduado en dirección teatral en la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes, en Cuba.
"Lo principal es servir al barrio. Tras constituirse, lo primero que los niños hacen son giras por todas las escuelas primarias del municipio, participan en los festivales y van a los hospitales. Ese servicio comunitario es absolutamente gratis. Nosotros no le cobramos un centavo a ninguna comunidad de Cuba y del mundo por hacer eso", puntualizó.
Transformación cultural comunitaria
Cremata aludió, asimismo, a la transformación cultural, "nosotros lo basamos todo en valores" y a los lazos que establecen las familias de los integrantes, "los niños están dentro en los ensayos, y ellos afuera compartiendo, conociéndose y soñando, ese vínculo que se crea a partir de los pequeños es absolutamente mágico".
"Cuando Silvio (Rodríguez) nos vio por primera vez nos dijo: este es el espacio que más me gusta a mí porque es el único espacio donde un ser humano se entrega a otro, al instante y al 100 %, sin prejuzgarlo. Al principio, nosotros somos los maestros, les damos herramienta de entrenamiento y profesión, pero ¿quién conoce mejor que los niños valores como el desinterés?", expresó.
A su vez, el pedagogo puntualizó que los niños les enseñan sobre el trabajo en equipo, solidaridad, honestidad, sinceridad, sencillez y humildad.
"La gente piensa que nosotros formamos artistas. Para nada. El que forma artistas es la escuela de arte. En Cuba hay un movimiento de escuelas de arte asombroso, donde los niños sí se preparan para ser futuros artistas. La Colmenita utiliza el arte como pretexto para formar mejores ciudadanos, patriotas y seres humanos. Pero el arte se subordina a la práctica del valor", remarcó.
Mencionó además que, de los miles de niños integrantes de ese grupo, durante las varias décadas de constituido, solamente el 5 % son hoy artistas profesionales, la mayoría de ellos vinculados aún a la compañía, "lo que sí nos consta es que, independientemente del talento individual en sus respectivos oficios, son mejores personas".
No obstante, la pandemia de COVID-19 los ha obligado "casi a recomenzar", en este sentido, "los adultos que quedamos contamos con la experticia, el entrenamiento y mucha más fuerza que antes, pero todo se desmembró; siempre que los niños alcanzaban un nivel superior, había una generación más joven que le seguía los pasos, la situación epidemiológica dificultó y trastornó ese proceso formativo".
"No nos hemos cansado, tratamos de hacer lo mismo, con menos posibilidades, pero con pasión, entrega y amor", señaló Cremata.
Muestra de ello es la preparación, actualmente, del espectáculo Ricitos Valdés y los Tres Ositos en el bosque de Irakere, un tributo a la icónica agrupación de jazz que revolucionó el panorama sonoro latinoamericano al combinar ritmos populares de la isla, música clásica, rock y elementos afrocubanos, cuyo estreno acontecerá en la edición 40 del Festival Internacional Jazz Plaza.
Homenaje a Irakere
Del 26 de enero al 2 de febrero, en La Habana, Santiago de Cuba y Villa Clara, el Jazz Plaza 2025 incorporará en su programa a La Colmenita, si bien no es la primera vez que la compañía infantil utiliza el clásico cuento Ricitos de Oro y los Tres Ositos, con fines similares, entre ellos, el tributo a la Década Prodigiosa y el cumpleaños del sello discográfico.
Al comienzo, según explica Carlos Alberto Cremata, su director general, la puesta en escena solo incluía canciones, luego comenzaron las adaptaciones y surgieron obras dedicadas a la Década Prodigiosa y el cumpleaños del sello discográfico Egrem, con la música de grandes compositores de la mayor de las Antillas.
"En esta oportunidad, la dirección del festival se acercó a nosotros con el interés de inaugurarlo con algo infantil. Se nos ocurrió entonces retomar la estructura del cuento, muy dúctil y sabrosa. Ellos querían que fuera por el aniversario 51 de Irakere y nosotros, por supuesto, nos asustamos", detalló el director general.
Para significar la magnitud del encargo, Cremata evocó una entrevista que le realizaran a Chucho Valdés, Premio Nacional de la Música en 1998 y laureado en varias oportunidades en los Grammy Awards y en los Latin Grammy Awards, en Argentina.
"Él decía que desde el indio Hatuey la música más creativa e importante que se ha hecho en Cuba es la de Irakere. El grupo estuvo integrado por virtuosos en cada instrumento, pero en el ensamble nadie era superior. Tienen un mérito musical tremendo y un talento desmedido", expresó.
Por eso, en su consideración, "es muy lindo que los niños ahora lo traten de revivir, porque es una música bien hecha, cubana y con una influencia muy grande del jazz y de lo afro".
En este sentido, el primer acercamiento entre La Colmenita y las sonoridades de Irakere —en la actual etapa de ensayo— fue con las canciones más afines a los niños, entre ellas, Los caramelos, Rucu rucu a Santa Clara y Bacalao con pan, esta última "todo un himno".
"Lo primero fue que gozaran. Les pusimos canciones del popurrí, Dile a Catalina, Aguanile y A romper el coco. Dividimos a los niños en dos equipos para improvisar, bailar e inventar una coreografía. Pudimos darnos cuenta que esa música sigue en las venas de los cubanos, lo que hace falta es revivirla", aseguró.
En su opinión, con este espectáculo lograrán llegar al alma infantil y a la familia cubana y, a su juicio, Ricitos de Oro es una obra que dominan, pues la han realizado muchas veces, solo resta adaptar algunos parlamentos, por ejemplo, en esta oportunidad, mama Osa se llama Xiomara Mayoral, en alusión al guaguancó homónimo.
Respecto al acierto de unir en escena a La Colmenita con la impronta y vitalidad de Irakere, refirió que "siempre esta obra nos ha funcionado, conecta con el público, ahora que los niños jueguen a Irakere y crezcan con esos valores musicales elevados, ya lo hemos hecho con Silvio, Adalberto Álvarez y con Van Van".
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