Cómo extraer los recursos naturales del Ártico sin provocar catástrofes
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Prácticamente todos los proyectos de investigación fundamental de Rusia en el Ártico están ligados a la industria del petróleo y el gas. Para que la extracción de estos recursos se desarrolle sin incidentes, todas las partes implicadas deben tener en cuenta el riesgo de posibles catástrofes en esa dura zona climática. ¿Cómo Rusia afronta esa tarea?
"Una de las principales razones por las que Rusia está ampliando activamente sus actividades en el Ártico es la extracción de hidrocarburos: petróleo y gas natural. El Ártico es increíblemente rico en petróleo y gas, tanto en la plataforma marina como en las tierras adyacentes", explica el miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de Rusia (RAN), investigador jefe del Instituto de Investigación del Petróleo y el Gas de la RAN, Vasili Bogoyavlenski.
Manifiesta que el principal objetivo es aumentar la eficacia y la seguridad medioambiental de la industria del petróleo y el gas, especialmente en el Ártico, donde las operaciones son más difíciles.
En pocas palabras, nuestro objetivo primordial es evitar una catástrofe [provocada por el hombre] en el Ártico", sostiene el científico.
Un vertido catastrófico de petróleo en el Ártico, como el infame desastre del Exxon Valdez en 1989, sería mucho más difícil de limpiar que una catástrofe similar en una zona climática más cálida, explica el experto. Por ejemplo, carecemos de la tecnología necesaria para limpiar eficazmente los vertidos de petróleo durante la noche polar. La filtración de petróleo bajo el hielo ártico plantearía problemas adicionales.
© Foto : Scientific Russia / Olga MerzlyakovaVasili Bogoyavlenski

Vasili Bogoyavlenski
© Foto : Scientific Russia / Olga Merzlyakova
"El petróleo iría a la deriva con el hielo y acabaría cerca de las costas canadienses o de Groenlandia en uno o dos años. Por tanto, no podemos permitir que se produzca un desastre así en el Ártico", aclara Bogoyavlenski.
Agrega que también hay que prevenir los vertidos de petróleo que puedan producirse por averías en los oleoductos del Ártico.
Aparte de los desastres provocados por el hombre, también existe la amenaza de la emisión de gases que se produce cuando las bolsas de gas se acumulan bajo el permafrost y de repente entran en erupción, dejando grandes cráteres a su paso.
"Se trata de un fenómeno muy peligroso. Si se produce una emisión de gas tan potente bajo el agua y un barco se sitúa sobre el cráter donde se está produciendo la emisión, nada bueno saldrá de ello. Tal escenario fue modelizado en piscinas especializadas. Resulta que, si el volumen del gas emitido es comparable al tonelaje del buque, este perecería inevitablemente", advierte Bogoyavlenski.
Señala que la cantidad de gas vertido durante tales sucesos suele superar ampliamente el tonelaje, incluso de los buques metaneros más grandes.
Las emisiones de gas que se producen en tierra también son peligrosas, tanto porque cualquier sustancia que se encontrara encima de esa bolsa de gas durante la emisión saldría despedida por el viento como por el hecho de que el gas en erupción podría incendiarse.
"Los trabajadores del petróleo llevan mucho tiempo observando este tipo de erupciones. Por ejemplo, durante la época soviética podían producirse repentinas emisiones de gas durante la perforación de pozos en nuevos yacimientos, y se formaban cráteres de hasta varios cientos de metros de ancho", recuerda Bogoyavlenski.
© Foto : Scientific Russia / Olga MerzlyakovaModelo 3D de la cavidad subterránea de un cráter de emisión de gas cerca de Bovanénkovo, Rusia.

Modelo 3D de la cavidad subterránea de un cráter de emisión de gas cerca de Bovanénkovo, Rusia.
© Foto : Scientific Russia / Olga Merzlyakova
Precisa que el mayor cráter provocado por la emisión de hidrocarburos se vio en México, en la costa del golfo de México, donde los fluidos subterráneos llevan más de 100 años haciendo erupción y fluyendo hacia el mar. El diámetro de ese cráter es de unos 500 metros.
Los científicos rusos trabajan actualmente junto con la corporación energética de Gazprom para desarrollar los medios que permitan detectar los "peligrosos procesos subterráneos" implicados en la formación y erupción de tales bolsas de gas, que no siempre pueden ser producto únicamente de naturaleza.
Por ejemplo, el gas natural puede acabar filtrándose en el suelo desde un pozo, si la calidad de sus paredes es mala, y salir a la superficie como una bolsa de gas formada de forma natural. Tales erupciones, además de dañar el medio ambiente, costarían miles de millones de dólares a la empresa extractora debido a las decenas de miles de millones de metros cúbicos de gas que simplemente se expulsarían a la atmósfera, afirma el especialista.
Para evitar estos escenarios catastróficos, los científicos emplean métodos como la vigilancia con drones, la detección con georradares, la prospección sísmica y el uso de sonares para investigar elevaciones del terreno (posible señal de una bolsa de gas emergente) en las proximidades de ciudades e infraestructuras como ferrocarriles y oleoductos y gasoductos.
"La distancia entre una de esas elevaciones y un gasoducto de gas natural es de 16 metros. Si esa elevación explotara, existe una alta probabilidad de que dañe el gasoducto", explica Bogoyavlenski.
Destaca que junto con sus colegas colaboraron con Gazprom para mejorar la eficacia y la seguridad tecnológica y medioambiental de las operaciones de extracción "en lo que se refiere a la vigilancia de posibles flujos cruzados anulares de perforación [de hidrocarburos] y la formación de depósitos naturales y artificiales".
"La tecnología diseñada para vigilar el posible flujo cruzado de gas natural ya ha sido patentada y está lista para implantarse en un yacimiento de hidrocarburos del Golfo de Ob", concluye.

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