La industria nuclear de EEUU afrontará una "cruda realidad" tras el embargo del uranio ruso
13:02 GMT 20.05.2024 (actualizado: 13:04 GMT 20.05.2024)
© Foto : Dominio públicoUn tocho de uranio altamente enriquecido
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La prohibición de importación de uranio ruso a EEUU no contribuirá a reforzar la seguridad energética, como declaran los autores de la iniciativa, sino que tendrá resultados contrarios, advierten los expertos. Se trata del riesgo de cierre de varios reactores nucleares y, como consecuencia, una subida de los precios de la electricidad.
Después de que el presidente estadounidense, John Biden, firmara el 13 de mayo un proyecto de ley para prohibir las importaciones de uranio ruso hasta 2040, el asesor en Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, comentó que esta decisión "reforzará la seguridad energética y económica de nuestro país".
Sin embargo, incluso dentro de los propios Estados Unidos se lleva tiempo advirtiendo de las repercusiones de tal medida.
"La cruda realidad es que si Rusia deja de suministrar uranio a EEUU, esto podría provocar el cierre de reactores y, dado que la energía nuclear representa más del 20% de la capacidad de generación de electricidad en algunas regiones, su precio se dispararía aún más que el actual ritmo de aumento", escribieron en un artículo para The Hill investigadores del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, Matt Bowen y Paul Dubbar.
De acuerdo con los científicos, "puede que ni siquiera haya suficiente energía en esas regiones para cubrir la demanda".
Aunque las autoridades estadounidenses aseguran que en adelante apostarán por las capacidades nacionales, la cuestión es que, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos dependía de las importaciones rusas, mientras que su propia industria nuclear se ha venido abajo.
"Ya ha habido intentos de sustituir el uranio ruso, pero no salieron bien, hasta paralizar el funcionamiento de los reactores", señala el vicepresidente de la Unión Rusa de Ingenieros, Iván Andrievski.
Así, la planta UUSA en el estado de Nuevo México, propiedad del consorcio británico-alemán-holandés Urenco, es la única instalación de enriquecimiento de uranio que queda en Estados Unidos, y analistas creen que su capacidad es claramente insuficiente para un centenar de reactores nucleares que hay en el país.
Urenco tiene previsto invertir en plantas para la producción de uranio escasamente enriquecido de gran volumen (HALEU, por sus siglas en inglés), combustible para pequeñas centrales nucleares, que es fabricado y comercializado exclusivamente por Rusia. A modo de comparación, para 2024 se planeaba producir 900 kilogramos, pero en noviembre de 2023 solo se habían elaborado 20 kilogramos.
Además, las tecnologías de reprocesamiento y regeneración del combustible nuclear para reducir la dependencia del suministro exterior es una cuestión compleja y está relacionada con importantes obstáculos técnicos y normativos, agrega Andrievski.
En general, el consumo de uranio enriquecido dentro de EEUU es de 25.000 toneladas al año, y cerca del 24% de este metal utilizado por las centrales nucleares estadounidenses procede de Rusia, el principal exportador de uranio al país norteamericano.
"Aunque Rusia no produce gran cantidad de uranio, esto se compensa con la desarrollada infraestructura de enriquecimiento, procesamiento, destacadas competencias científicas y un capital humano único, componente frontal de la gestión de los programas nucleares", subraya el experto de la Cámara Ecológica de Rusia, Vadim Petrov.
Ante estos problemas, Estados Unidos intenta encontrar un sustituto de Rusia y aumentar el suministro de otros países, incluida Europa. Pero la propia Europa se enfrenta a una escasez de este recurso e importa el 97% de su volumen de Kazajistán, Nigeria y Canadá.
Incluso si Estados Unidos aumenta los suministros alternativos e incrementa la inversión en sus propias instalaciones de producción, todo esto requerirá tiempo, así como importantes cambios estructurales que afectarán a la seguridad energética del país, prosiguió el analista.
"Por supuesto, habrá soluciones, pero el precio [de uranio] aumentará, como mínimo, un 10%", añade Alexandr Strélnikov, el fundador de RusTransChina, una empresa de transporte ruso-china.
A su vez, la subida del precio del uranio hará aumentar los gastos de las centrales nucleares y otras instalaciones que utilizan combustible nuclear.
"Otro factor es la ralentización de los proyectos ecológicos. La energía nuclear es un elemento de la transición hacia fuentes más limpias. Por último, si el uranio empieza a escasear o es sustituido por carbón y gas natural, existe el riesgo de que se produzca escasez de recursos energéticos y se acelere la inflación", pronostica Denís Astáfiev, el fundador de la empresa de inversiones SharesPro.
Si bien las autoridades estadounidenses afirman que casi todas las centrales nucleares disponen de combustible suficiente para los próximos años, analistas independientes afirman que solo hay reservas para un año y medio.
Por ello, algunas empresas estadounidenses ya encontraron lagunas jurídicas en la prohibición de las importaciones de uranio ruso y presentan solicitudes para suministrarlo a pesar del embargo, como informó el director general de la corporación rusa Rosatom, Alexéi Lijachov.
Eso ocurre mientras la legislación permite exenciones en caso de que EEUU determine que no hay ninguna fuente alternativa viable de uranio poco enriquecido disponible para sostener la operación continua de un reactor nuclear o una compañía de energía nuclear estadounidense, o si determinara que la importación de uranio es de interés nacional.
Las autoridades rusas, por su parte, señalaron que la prohibición no supone una gran amenaza para la economía de Rusia.
Así, el embajador ruso en Washington, Anatoli Antónov, advirtió que esta restricción afectará en mayor medida a la economía estadounidense que a la economía rusa. A su vez, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que la ley no resulta crítica para la industria nuclear rusa.
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