Rusia, China e India: el lado asiático de la política exterior brasileña
Rusia, China e India: el lado asiático de la política exterior brasileña
Sputnik Mundo
La convergencia entre Brasil y potencias asiáticas como India, China y Rusia ha aumentado en los últimos tiempos, ya sea por su cooperación en los BRICS o... 09.01.2024, Sputnik Mundo
A priori, el acercamiento político de Brasil a países importantes de Asia se basa en una tradición de defensa de la multipolaridad en las relaciones internacionales, así como de denuncia de los privilegios de Occidente en los organismos multilaterales de gobernanza global, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con la India, nación que posee la mayor población del planeta y es la quinta economía del mundo (en camino de convertirse en la tercera en pocos años), Brasil ya había establecido una cooperación política bastante intensa desde principios de los años 2000 a través del grupo IBSA (India, Brasil, África del Sur), cuyo objetivo era discutir posiciones comunes sobre importantes cuestiones internacionales. Si, por un lado, la relación comercial entre ambos países está lejos de reflejar el potencial demostrado en el ámbito político por Brasil y la India, las exportaciones brasileñas al mercado indio en el sector alimentario todavía presentan buenas perspectivas de futuro. Al fin y al cabo, actualmente hay más de 300 millones de indios en la clase media, un contingente comparable a toda la población estadounidense, lo que representa un mercado no despreciable no solo para el sector exportador de Brasil, sino también para otras potencias emergentes del mundo.India, de hecho, también busca crear una alianza global de biocombustibles que involucre a Brasil y Estados Unidos, para promover el intercambio de tecnologías con estos países. El hecho es que las ambiciones geopolíticas de Nueva Delhi, basadas en su vigoroso crecimiento económico de los últimos años, son factores que la impulsan a trabajar duro en su transición energética. En este sentido, Brasil, que tiene una de las matrices energéticas más limpias del mundo, podrá cooperar con los indios para establecer objetivos de transición más sostenibles. En 2024, en la reunión del G20 que se celebrará en Brasil, se espera que Narendra Modi y Lula discutan estos y otros temas de la agenda internacional.Pekín, su principal aliadoEn lo que respecta a China, desde principios de la década de 2000, las relaciones del país sudamericano con el imperio medio han experimentado una serie de transformaciones significativas, impulsadas por factores económicos, políticos y sociales. En términos de comercio, China se convirtió en el principal socio de Brasil después de la crisis financiera de 2008, un factor impulsado por la necesidad de China de materias primas (como soja, aceite, mineral de hierro y carne), así como de otros recursos naturales importantes para sostener su crecimiento económico. Especialmente en la primera década del 2000, este intercambio comercial fue un factor decisivo en el crecimiento económico brasileño durante los primeros mandatos de Lula. A su vez, China ha invertido en varios proyectos de infraestructura en Brasil, en segmentos que van desde energías renovables hasta transporte.En el terreno político, los dos países han buscado fortalecer sus vínculos a través de la cooperación en foros como los BRICS y el G20. No es casualidad que el año pasado Lula realizara una visita de cuatro días a China para consolidar aún más esta asociación chino-brasileña en los más diversos campos (comercio, cambio climático, seguridad alimentaria y gobernanza global). De hecho, en los BRICS, tanto Brasilia como Pekín han compartido desde 2009 una visión de reformar las instituciones internacionales dominadas por Occidente, para reflejar mejor la actual distribución del poder en la escena internacional. Además, la colaboración política con China representa para Brasil la posibilidad de diversificar a sus socios políticos extrarregionales, reduciendo así su dependencia de Estados Unidos, por ejemplo. Brasil, además, busca aprovechar la experiencia china en áreas como inteligencia artificial y telecomunicaciones para impulsar su propio desarrollo tecnológico.Moscú, un vínculo de estrategiaEn el caso de Rusia, otra potencia asiática por excelencia (más del 70% del territorio ruso se encuentra en Asia), las relaciones de Brasil con el país se han caracterizado por la intensificación de asociaciones estratégicas en los más diversos ámbitos. Incluso después de las sanciones occidentales contra Moscú en 2022, el comercio bilateral entre Brasil y Rusia aumentó más del 30% ese mismo año, alcanzando la marca de casi 10.000 millones de dólares. Aunque, de hecho, la cooperación económica entre ambos países es todavía muy limitada en comparación con su comercio con otros socios importantes (como China, por ejemplo), ambos gobiernos han manifestado interés en incrementar estas cifras de cara al futuro. En el ámbito político, hay convergencia de principios entre las cancillerías brasileña y rusa en temas relevantes, con énfasis en la defensa de la multipolaridad y el multilateralismo en las relaciones internacionales. La asociación entre Brasil y Rusia se extiende también a la colaboración científica y tecnológica, con la firma de acuerdos bilaterales para intercambiar conocimientos en áreas como la energía nuclear y el espacio, en las que los rusos tienen una notable experiencia. En lo que respecta al conflicto en Ucrania, por su parte, en votaciones en la ONU, Brasil entendió que la decisión de iniciar la operación militar especial en 2022 era incorrecta; sin embargo, debe quedar claro que el Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño demostró comprensión respecto del trasfondo geopolítico que motivó las acciones de Moscú, en particular la justificada preocupación rusa por el avance irrestricto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del Este y la absorción de Ucrania como país miembro de esta alianza militar liderada por Estados Unidos. Sin embargo, Brasil tampoco se sumó a las sanciones occidentales contra Moscú, a pesar de las presiones, lo que le da al país un mayor margen de maniobra para continuar su cooperación con Rusia.En resumen, así como el centro de gravedad de la economía mundial ha migrado de Occidente hacia Oriente, el foco de la política exterior brasileña también viene haciendo el mismo movimiento. Ante esta realidad, es posible decir que no solo el futuro de Brasil, sino también el del propio orden global en el siglo XXI, estará cada vez más vinculado a Asia.Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las del equipo editorial.
La convergencia entre Brasil y potencias asiáticas como India, China y Rusia ha aumentado en los últimos tiempos, ya sea por su cooperación en los BRICS o incluso dentro del G20. Pero, después de todo, ¿sería ésta la principal dirección actual adoptada por la política exterior brasileña?
A priori, el acercamiento político de Brasil a países importantes de Asia se basa en una tradición de defensa de la multipolaridad en las relaciones internacionales, así como de denuncia de los privilegios de Occidente en los organismos multilaterales de gobernanza global, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Con la India, nación que posee la mayor población del planeta y es la quinta economía del mundo (en camino de convertirse en la tercera en pocos años), Brasil ya había establecido una cooperación política bastante intensa desde principios de los años 2000 a través del grupo IBSA (India, Brasil, África del Sur), cuyo objetivo era discutir posiciones comunes sobre importantes cuestiones internacionales.
Si, por un lado, la relación comercial entre ambos países está lejos de reflejar el potencial demostrado en el ámbito político por Brasil y la India, las exportaciones brasileñas al mercado indio en el sector alimentario todavía presentan buenas perspectivas de futuro. Al fin y al cabo, actualmente hay más de 300 millones de indios en la clase media, un contingente comparable a toda la población estadounidense, lo que representa un mercado no despreciable no solo para el sector exportador de Brasil, sino también para otras potencias emergentes del mundo.
India, de hecho, también busca crear una alianza global de biocombustibles que involucre a Brasil y Estados Unidos, para promover el intercambio de tecnologías con estos países. El hecho es que las ambiciones geopolíticas de Nueva Delhi, basadas en su vigoroso crecimiento económico de los últimos años, son factores que la impulsan a trabajar duro en su transición energética. En este sentido, Brasil, que tiene una de las matrices energéticas más limpias del mundo, podrá cooperar con los indios para establecer objetivos de transición más sostenibles. En 2024, en la reunión del G20 que se celebrará en Brasil, se espera que Narendra Modi y Lula discutan estos y otros temas de la agenda internacional.
Pekín, su principal aliado
En lo que respecta a China, desde principios de la década de 2000, las relaciones del país sudamericano con el imperio medio han experimentado una serie de transformaciones significativas, impulsadas por factores económicos, políticos y sociales.
En términos de comercio, China se convirtió en el principal socio de Brasil después de la crisis financiera de 2008, un factor impulsado por la necesidad de China de materias primas (como soja, aceite, mineral de hierro y carne), así como de otros recursos naturales importantes para sostener su crecimiento económico. Especialmente en la primera década del 2000, este intercambio comercial fue un factor decisivo en el crecimiento económico brasileño durante los primeros mandatos de Lula.
A su vez, China ha invertido en varios proyectos de infraestructura en Brasil, en segmentos que van desde energías renovables hasta transporte.
En el terreno político, los dos países han buscado fortalecer sus vínculos a través de la cooperación en foros como los BRICS y el G20. No es casualidad que el año pasado Lula realizara una visita de cuatro días a China para consolidar aún más esta asociación chino-brasileña en los más diversos campos (comercio, cambio climático, seguridad alimentaria y gobernanza global).
De hecho, en los BRICS, tanto Brasilia como Pekín han compartido desde 2009 una visión de reformar las instituciones internacionales dominadas por Occidente, para reflejar mejor la actual distribución del poder en la escena internacional. Además, la colaboración política con China representa para Brasil la posibilidad de diversificar a sus socios políticos extrarregionales, reduciendo así su dependencia de Estados Unidos, por ejemplo. Brasil, además, busca aprovechar la experiencia china en áreas como inteligencia artificial y telecomunicaciones para impulsar su propio desarrollo tecnológico.
Moscú, un vínculo de estrategia
En el caso de Rusia, otra potencia asiática por excelencia (más del 70% del territorio ruso se encuentra en Asia), las relaciones de Brasil con el país se han caracterizado por la intensificación de asociaciones estratégicas en los más diversos ámbitos.
Incluso después de las sanciones occidentales contra Moscú en 2022, el comercio bilateral entre Brasil y Rusia aumentó más del 30% ese mismo año, alcanzando la marca de casi 10.000 millones de dólares. Aunque, de hecho, la cooperación económica entre ambos países es todavía muy limitada en comparación con su comercio con otros socios importantes (como China, por ejemplo), ambos gobiernos han manifestado interés en incrementar estas cifras de cara al futuro.
En el ámbito político, hay convergencia de principios entre las cancillerías brasileña y rusa en temas relevantes, con énfasis en la defensa de la multipolaridad y el multilateralismo en las relaciones internacionales. La asociación entre Brasil y Rusia se extiende también a la colaboración científica y tecnológica, con la firma de acuerdos bilaterales para intercambiar conocimientos en áreas como la energía nuclear y el espacio, en las que los rusos tienen una notable experiencia.
En lo que respecta al conflicto en Ucrania, por su parte, en votaciones en la ONU, Brasil entendió que la decisión de iniciar la operación militar especial en 2022 era incorrecta; sin embargo, debe quedar claro que el Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño demostró comprensión respecto del trasfondo geopolítico que motivó las acciones de Moscú, en particular la justificada preocupación rusa por el avance irrestricto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del Este y la absorción de Ucrania como país miembro de esta alianza militar liderada por Estados Unidos.
Sin embargo, Brasil tampoco se sumó a las sanciones occidentales contra Moscú, a pesar de las presiones, lo que le da al país un mayor margen de maniobra para continuar su cooperación con Rusia.
En resumen, así como el centro de gravedad de la economía mundial ha migrado de Occidente hacia Oriente, el foco de la política exterior brasileña también viene haciendo el mismo movimiento. Ante esta realidad, es posible decir que no solo el futuro de Brasil, sino también el del propio orden global en el siglo XXI, estará cada vez más vinculado a Asia.
Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las del equipo editorial.
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