¿El desastre de Acapulco cambia el escenario político de cara a las elecciones del 2024?
¿El desastre de Acapulco cambia el escenario político de cara a las elecciones del 2024?
Sputnik Mundo
La devastación causada por el paso del huracán Otis conmovió a la sociedad mexicana, que se ha movilizado para ayudar a los damnificados. Sputnik habló con... 03.11.2023, Sputnik Mundo
Desde que el huracán Otis destrozara Acapulco, municipios conurbados y otras localidades de Guerrero, sur de México, la madrugada del miércóles 25 de octubre, con vientos récord de 266 kilómetros por hora que dejaron al centro turístico reducido a escombros y con una cifra parcial de víctimas de 46 personas y 58 desaparecidos, la principal preocupación de las autoridades naturalmente ha sido asistir a la población distribuyendo ayuda humanitaria, reestableciendo los servicios de electricidad y limpiando calles y carreteras.Sin embargo, el impacto de una catástrofe natural tan grande y mediática, especialmente a ocho meses de las elecciones generales de México, donde se elegirá al próximo presidente, se renovarán las dos cámaras legislativas y se definirán mandatarios locales en nueve estados, incluida la capital del país, ha llevado a muchas personas a pensar cuál podría ser el impacto que el dramático episodio y sus secuelas podrían tener en la popularidad del Gobierno de la nación latinoamericana.Se sabe que en el pasado imprevisibles hechos naturales y la reacción —o la falta de ella— de los gobernantes resultaron determinantes en numerosas elecciones ulteriores, dando un valioso impulso en algunos casos o provocando el final de carreras políticas en otros.Por ejemplo, en el 2012, a menos de un mes de las elecciones presidenciales, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien estaba detrás del contendiente republicano Mitt Romney en las encuestas, recibió un fuerte envión por lo que se percibió como una efectiva y empática respuesta del mandatario a la devastación causada por el paso del huracán Sandy, qué dejó más de 70 muertos en los estados de Nueva Jersey y Nueva York, y miles de millones de dólares en daños.Mientras que unos años antes la reacción lenta del entonces presidente George W. Bush tras el desastre causado por el huracán Katrina, en Nueva Orleans, fue percibida como una muestra de su desinterés en ayudar a una población mayormente pobre y afroamericana de la entidad. Y su popularidad nunca se recuperó tras el incidente (el Partido Republicano perdería las siguiente elecciones precisamente frente a Barack Obama, a caballo por la crisis financiera del 2008, el fiasco de la invasión a Irak y la desastrosa respuesta al huracán Katrina).¿Podría pasar algo similar en México? ¿Una respuesta satisfactoria ante Otis significaría un impulso para el Gobierno de López Obrador de cara a las elecciones del próximo junio? ¿O, por el contrario, una deficiente reacción podría disminuir la simpatía pública ante el oficialismo, perjudicando las chances electorales de su candidata, Claudia Sheinbaum?El académico Harim Gutiérrez, analista y profesor de historia política de México en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), le dijo a Sputnik que en su opinión es poco probable que este episodio vaya a tener un impacto en la carrera electoral del año que viene, más allá de que sabe que tanto el oficialismo como la oposición son conscientes de que los ojos del país están puestos en ver cómo reaccionan en este momento ante la catástrofe."Sin embargo, la gente olvida que México vivía un contexto muy especial a mediados de los años 80: era un país sumido en una crisis económica y con un presidente que no era popular. Además, hay que tener en cuenta que la tragedia golpeó principalmente al Distrito Federal, el epicentro político, económico y mediático de la nación", diferencia el historiador. "En el caso de Acapulco, si bien es una región importante que debe volver a ponerse de pie, el hecho de que no sea una ciudad central en la vida del país significa que su impacto político, mediático y económico no será tan grande, por lo que electoralmente tampoco lo será. Además, el México del 2023, con un peso fuerte, inflación baja y un presidente popular, no es el México débil de los 80", opinó.Gutiérrez también cree que la fuerte polarización de la sociedad mexicana actual hace "casi imposible" que una persona cambie su voto a esta altura, luego de cinco años del Gobierno de López Obrador, ya que el electorado se encuentra "prácticamente inmovible" con respecto a su sentir con respecto al presidente y su partido.Por su parte, el doctor en ciencia política Maximiliano García Guzmán, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cree que sí mellarán al oficialismo las críticas que han recibido no solo el Gobierno federal sino también la mandataria de Guerrero, Evelyn Salgado, y la alcalde municipal, Abelina López, ambas del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ante lo que, según la oposición, ha sido una advertencia tardía de las autoridades para alertar sobre la gravedad del huracán y una insuficiente respuesta posterior."Creo que el nivel de magnitud del desastre es lo suficientemente grande para que quite algunos puntos a Morena, más allá de que es discutible de cuánto se podría haber hecho en las horas previas para minimizar el daño del huracán", evalúa el universitario. "Sin embargo, es verdad que, según arrojan las encuestas, es tan grande la ventaja de la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, sobre la abandera de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez, que es poco probable que este perjuicio modifique lo que todo indica será un triunfo del oficialismo en las elecciones", perfila.En ese sentido, el posgraduado sí cree que la devastación de Acapulco tendrá un efecto electoral más grande en relación a las alteraciones que provocará en el presupuesto federal del año próximo, discutido actualmente por el Congreso federal."El Gobierno de López Obrador debe ahora juntar esos 61.000 millones de pesos (alrededor de 3.000 millones de dólares) que costará el plan de reconstrucción de Acapulco que acaban de anunciar, lo que significa que tendrán que recortarse muchísimas partidas, no solo para la conclusión de proyectos prioritarios, sino también para programas sociales, que históricamente han sido un arma electoral muy grande para el Gobierno. Por ese lado, creo que los podría perjudicar".¿Oportunidad en la crisis?Antes de que Otis, un meteoro categoría 5, devastara edificios, comercios y la infraestructura urbana en una extensión de 7.000 hectáreas de construcción, Acapulco venía sufriendo una rápida e innegable decadencia económica por los últimos 20 años, ligada principalmente a la violencia entre grupos narcotraficantes que se disputaban el control de la plaza, uno de los principales destinos turísticos del país. La violencia ha ahuyentado tanto a viajeros nacionales e internacionales como a inversionistas.En marzo de este año, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal informó que Acapulco ocupaba el cuarto lugar en homicidios dolosos en todo el país, con 437 asesinatos ocurridos en el 2022, un conteo de 350 más que los que se registraron a comienzos de la década de 1990, en los que se consideran los últimos años de esplendor del balneario.Además de la presencia de grupos criminales, que ha provocado el despliegue de fuerzas militares en las playas y el cierre de cientos de negocios por negarse a pagar el llamado "derecho a piso" a los grupos que controlan la ciudad, Acapulco sufría lo que muchos expertos indicaron era una planeación urbana deficiente, centrada en satisfacer las necesidades de los turistas y las demandas de los empresarios, pero sin contemplar servicios básicos que pudieran beneficiar a todos sus habitantes, lo que ha provocado una dramática estratificación y una mayor desigualdad.Por ello, muchos analistas han señalado que el proyecto para reconstruir la ciudad es una oportunidad inmejorable para repensar lineamientos, vinculados a generar una economía más justa y diversificada, además de una ciudad más segura y habitable para todas las clases sociales.Sin embargo, los dos expertos consultados por Sputnik coinciden en que el plan gubernamental, así como también los impulsados por las cámaras empresariales, estarán enfocados en reestablecer los servicios básicos inmediatos y poner en marcha la industria turística, la principal fuente de ingresos de la ciudad y del total de Guerrero, y que no habrá tiempo para metas más ambiciosas."Lo que se hará al corto plazo, ya sea en los próximos meses, o dos o tres años, será principalmente poner a volver en funcionamiento el gran centro turístico que era Acapulco, ya que provoca una gran derrama de la que vive la mayoría de los habitantes de la ciudad", apuntó el docente de la UAM. "Y si bien ya no es lo que era, gracias a, entre otras cosas el ascenso de la Riviera Maya en el ámbito turístico nacional y el control del narco de la región, el balneario sigue siendo un destino turístico importante, y los gobiernos y empresarios dedicarán su atención y fondos a que vuelva a atraer visitantes, y todo lo demás tendrá que esperar", encaró Gutierrez.
La devastación causada por el paso del huracán Otis conmovió a la sociedad mexicana, que se ha movilizado para ayudar a los damnificados. Sputnik habló con analistas políticos para averiguar si el trágico episodio, como ha sucedido con otros eventos catastróficos en el pasado, podría convertirse en un "cisne negro" en los comicios presidenciales.
Desde que el huracán Otis destrozara Acapulco, municipios conurbados y otras localidades de Guerrero, sur de México, la madrugada del miércóles 25 de octubre, con vientos récord de 266 kilómetros por hora que dejaron al centro turístico reducido a escombros y con una cifra parcial de víctimas de 46 personas y 58 desaparecidos, la principal preocupación de las autoridades naturalmente ha sido asistir a la población distribuyendo ayuda humanitaria, reestableciendo los servicios de electricidad y limpiando calles y carreteras.
Sin embargo, el impacto de una catástrofe natural tan grande y mediática, especialmente a ocho meses de las elecciones generales de México, donde se elegirá al próximo presidente, se renovarán las dos cámaras legislativas y se definirán mandatarios locales en nueve estados, incluida la capital del país, ha llevado a muchas personas a pensar cuál podría ser el impacto que el dramático episodio y sus secuelas podrían tener en la popularidad del Gobierno de la nación latinoamericana.
Se sabe que en el pasado imprevisibles hechos naturales y la reacción —o la falta de ella— de los gobernantes resultaron determinantes en numerosas elecciones ulteriores, dando un valioso impulso en algunos casos o provocando el final de carreras políticas en otros.
Por ejemplo, en el 2012, a menos de un mes de las elecciones presidenciales, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien estaba detrás del contendiente republicano Mitt Romney en las encuestas, recibió un fuerte envión por lo que se percibió como una efectiva y empática respuesta del mandatario a la devastación causada por el paso del huracán Sandy, qué dejó más de 70 muertos en los estados de Nueva Jersey y Nueva York, y miles de millones de dólares en daños.
Mientras que unos años antes la reacción lenta del entonces presidente George W. Bush tras el desastre causado por el huracán Katrina, en Nueva Orleans, fue percibida como una muestra de su desinterés en ayudar a una población mayormente pobre y afroamericana de la entidad.
Y su popularidad nunca se recuperó tras el incidente (el Partido Republicano perdería las siguiente elecciones precisamente frente a Barack Obama, a caballo por la crisis financiera del 2008, el fiasco de la invasión a Irak y la desastrosa respuesta al huracán Katrina).
¿Podría pasar algo similar en México? ¿Una respuesta satisfactoria ante Otis significaría un impulso para el Gobierno de López Obrador de cara a las elecciones del próximo junio? ¿O, por el contrario, una deficiente reacción podría disminuir la simpatía pública ante el oficialismo, perjudicando las chances electorales de su candidata, Claudia Sheinbaum?
El académico Harim Gutiérrez, analista y profesor de historia política de México en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), le dijo a Sputnik que en su opinión es poco probable que este episodio vaya a tener un impacto en la carrera electoral del año que viene, más allá de que sabe que tanto el oficialismo como la oposición son conscientes de que los ojos del país están puestos en ver cómo reaccionan en este momento ante la catástrofe.
"Cuando suceden estos grandes eventos, la gente recuerda lo que pasó tras el terremoto del 85, en el que debido a la inacción del Gobierno de Miguel de la Madrid hubo una gran respuesta comunitaria para levantar a la capital, que había sido la más perjudicada. Ese movimiento social se considera el puntapié del Frente Democrático Nacional, que luego derivó en la fundación del PRD (Partido de la Revolución Democrática) y el ascenso de López Obrador, y fue el comienzo del final para la hegemonía del PRI", recuerda el especialista.
"Sin embargo, la gente olvida que México vivía un contexto muy especial a mediados de los años 80: era un país sumido en una crisis económica y con un presidente que no era popular. Además, hay que tener en cuenta que la tragedia golpeó principalmente al Distrito Federal, el epicentro político, económico y mediático de la nación", diferencia el historiador.
"En el caso de Acapulco, si bien es una región importante que debe volver a ponerse de pie, el hecho de que no sea una ciudad central en la vida del país significa que su impacto político, mediático y económico no será tan grande, por lo que electoralmente tampoco lo será. Además, el México del 2023, con un peso fuerte, inflación baja y un presidente popular, no es el México débil de los 80", opinó.
Gutiérrez también cree que la fuerte polarización de la sociedad mexicana actual hace "casi imposible" que una persona cambie su voto a esta altura, luego de cinco años del Gobierno de López Obrador, ya que el electorado se encuentra "prácticamente inmovible" con respecto a su sentir con respecto al presidente y su partido.
"Durante todo el sexenio, López Obrador ha enfrentado críticas casi constantes de importantes sectores del establishment, incluso en momentos dramáticos, como durante la pandemia, y su aprobación apenas se ha modificado. De la misma manera, si el oficialismo hiciera un gran trabajo de reconstrucción de Acapulco, aquellos que jamás votarían por López Obrador tampoco cambiarían su voto, ya que estamos hablando de votantes inmunes a cambiar de lado fácilmente", apuntó.
Por su parte, el doctor en ciencia política Maximiliano García Guzmán, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cree que sí mellarán al oficialismo las críticas que han recibido no solo el Gobierno federal sino también la mandataria de Guerrero, Evelyn Salgado, y la alcalde municipal, Abelina López, ambas del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ante lo que, según la oposición, ha sido una advertencia tardía de las autoridades para alertar sobre la gravedad del huracán y una insuficiente respuesta posterior.
"Creo que el nivel de magnitud del desastre es lo suficientemente grande para que quite algunos puntos a Morena, más allá de que es discutible de cuánto se podría haber hecho en las horas previas para minimizar el daño del huracán", evalúa el universitario.
"Sin embargo, es verdad que, según arrojan las encuestas, es tan grande la ventaja de la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, sobre la abandera de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez, que es poco probable que este perjuicio modifique lo que todo indica será un triunfo del oficialismo en las elecciones", perfila.
En ese sentido, el posgraduado sí cree que la devastación de Acapulco tendrá un efecto electoral más grande en relación a las alteraciones que provocará en el presupuesto federal del año próximo, discutido actualmente por el Congreso federal.
"El Gobierno de López Obrador debe ahora juntar esos 61.000 millones de pesos (alrededor de 3.000 millones de dólares) que costará el plan de reconstrucción de Acapulco que acaban de anunciar, lo que significa que tendrán que recortarse muchísimas partidas, no solo para la conclusión de proyectos prioritarios, sino también para programas sociales, que históricamente han sido un arma electoral muy grande para el Gobierno. Por ese lado, creo que los podría perjudicar".
¿Oportunidad en la crisis?
Antes de que Otis, un meteoro categoría 5, devastara edificios, comercios y la infraestructura urbana en una extensión de 7.000 hectáreas de construcción, Acapulco venía sufriendo una rápida e innegable decadencia económica por los últimos 20 años, ligada principalmente a la violencia entre grupos narcotraficantes que se disputaban el control de la plaza, uno de los principales destinos turísticos del país. La violencia ha ahuyentado tanto a viajeros nacionales e internacionales como a inversionistas.
En marzo de este año, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal informó que Acapulco ocupaba el cuarto lugar en homicidios dolosos en todo el país, con 437 asesinatos ocurridos en el 2022, un conteo de 350 más que los que se registraron a comienzos de la década de 1990, en los que se consideran los últimos años de esplendor del balneario.
Además de la presencia de grupos criminales, que ha provocado el despliegue de fuerzas militares en las playas y el cierre de cientos de negocios por negarse a pagar el llamado "derecho a piso" a los grupos que controlan la ciudad, Acapulco sufría lo que muchos expertos indicaron era una planeación urbana deficiente, centrada en satisfacer las necesidades de los turistas y las demandas de los empresarios, pero sin contemplar servicios básicos que pudieran beneficiar a todos sus habitantes, lo que ha provocado una dramática estratificación y una mayor desigualdad.
Por ello, muchos analistas han señalado que el proyecto para reconstruir la ciudad es una oportunidad inmejorable para repensar lineamientos, vinculados a generar una economía más justa y diversificada, además de una ciudad más segura y habitable para todas las clases sociales.
Sin embargo, los dos expertos consultados por Sputnik coinciden en que el plan gubernamental, así como también los impulsados por las cámaras empresariales, estarán enfocados en reestablecer los servicios básicos inmediatos y poner en marcha la industria turística, la principal fuente de ingresos de la ciudad y del total de Guerrero, y que no habrá tiempo para metas más ambiciosas.
"Lo que se hará al corto plazo, ya sea en los próximos meses, o dos o tres años, será principalmente poner a volver en funcionamiento el gran centro turístico que era Acapulco, ya que provoca una gran derrama de la que vive la mayoría de los habitantes de la ciudad", apuntó el docente de la UAM.
"Y si bien ya no es lo que era, gracias a, entre otras cosas el ascenso de la Riviera Maya en el ámbito turístico nacional y el control del narco de la región, el balneario sigue siendo un destino turístico importante, y los gobiernos y empresarios dedicarán su atención y fondos a que vuelva a atraer visitantes, y todo lo demás tendrá que esperar", encaró Gutierrez.
"Es cierto que es una gran oportunidad para la reconfiguración del espacio público y que el Gobierno vuelva a adueñarse de la ciudad. Pero si bien ha habido una afectación natural enorme, las relaciones de poder no han cambiado, y ante la ausencia del Estado o el aumento de las carencias de los habitantes, me temo que solo veremos una profundización de la dependencia con el crimen organizado; y su presencia en el terreno y en centros de poder se afianzará", opinó García.
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