De los miles de personas obligadas a emigrar por la destrucción causada por el Katrina, 100.000 afroamericanos no han vuelto todavía, una cifra casi 10 veces mayor que la de los blancos sin regresar (11.000), según datos de la alcaldía.
En términos relativos, el porcentaje de residentes negros ha pasado del 66,7 por ciento en el 2000 al 59 por ciento de la actualidad.
Estos números acaso se entienden mejor al reparar que en Nueva Orleans la renta per cápita media de los blancos es un 56% superior a la de los negros.
El precio medio del alquiler ha subido casi un 40 por ciento desde 2005, y como escribe el profesor Bill Quigley en la revista Salon, esto es particularmente dramático en una ciudad que tiene al 55 por ciento de sus habitantes viviendo en régimen de alquiler, mientras el 37 por ciento de los hogares destina más del 50 por ciento de sus ingresos a pagar la renta.
La media de población encarcelada en Nueva Orleans dobla a la del resto de EEUU, aunque el porcentaje ha descendido en un 67 por ciento en los últimos diez años.
Uno de los grandes titulares de estos días, el éxito aparente de un sistema educativo renovado, parte del hecho de que a partir del Katrina el sistema público de educación, acusado de corrupto e inútil, ha sido prácticamente desmantelado, y así, hoy, el 91 por ciento de los colegios de Nueva Orleans son concertados.
Nueva Orleans que muestra una tasa de crecimiento económico superior a la del resto del país y más restaurantes y visitantes que nunca, sigue plagada de problemas y también de belleza.
No es extraño que el escritor C.W. Cannon haya escrito que "el Katrina renovó el robusto orgullo de Nueva Orleans como una alternativa excepcional a la cultural nacional dominante".