De ministro a candidato: los desafíos que enfrenta Sergio Massa en la carrera presidencial argentina
© AP Photo / Natacha PisarenkoSergio Massa, nuevo ministro de economía de Argentina

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El hombre a cargo de la gestión económica argentina emprende la tarea de convencer a un electorado desencantado con el Gobierno. Entre las presiones devaluatorias del FMI y la meta de bajar la inflación, Sergio Massa pone a prueba su experiencia en política para revitalizar las chances electorales del oficialismo ante el crecimiento de la derecha.
"Hicimos posible lo imposible", dijo el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, al inaugurar el estratégico gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Las palabras que utilizó el candidato presidencial de la oficialista Unión por la Patria —ex-Frente de Todos— bien pueden valer como mantra para afrontar el cúmulo de retos que tiene por delante hasta las elecciones.
Para Massa, los tres meses que lo separan de los comicios generales del 22 de octubre estarán signados por la doble misión de estabilizar la economía y seducir a un electorado que en las elecciones legislativas del 2021 le dio un duro revés al Gobierno que asumió en 2019.
Dijeron que era una obra de 24 meses. Y era imposible hacerla en 8.
— Sergio Massa (@SergioMassa) June 20, 2023
Esta obra estaba planificada en el 2015. Se paró años por falta de visión estratégica y por falta de coraje.
Hicimos lo imposible posible.
Gracias a @FlaviaRoyon y al equipo de @Energia_Ar
Gracias a Agustín… pic.twitter.com/tDO2Mik2mR
Si el presente plantea un complejo escenario — con un 114% de inflación interanual, la más alta desde 1991—, el futuro inmediato lo enfrenta a una faena crucial: lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que permita adelantar los desembolsos de dólares previstos para el resto del año, que el Banco Central argentino necesita con urgencia en un contexto de extrema escasez de divisas, tras la severa sequía que impactó de lleno en las exportaciones agropecuarias y mermó el ingreso de divisas por este concepto.
Pero el ministro también es candidato. No alcanza con ordenar la macroeconomía, sino que —a fin de convencer a los votantes— urge una recomposición de ingresos ante la amenaza de que en el 2023 los salarios vuelvan a perder contra la inflación. La capacidad de hacer posible lo imposible será un activo imprescindible para semejante cruzada.
De frente al Fondo Monetario
"El principal desafío es el acuerdo con el FMI, que determinará cómo quedará posicionado el Gobierno de cara a los otros frentes. Es importante porque puede aportar el financiamiento necesario para afrontar los vencimientos de deuda que tiene con el propio organismo y con los acreedores privados", señala a Sputnik el economista Federico Zirulnik, del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz.
La centralidad de la negociación con el organismo financiero para modificar el acuerdo firmado en 2022 —para reestructurar la deuda contraída en 2018 durante la gestión de Macri—, obedece a una razón concreta: la acuciante crisis por falta de reservas de dólares. El ya inalcanzable cumplimiento de las metas de acumulación de divisas y de déficit fiscal pautadas con la entidad multilateral torna urgente la reformulación del entendimiento.
"Hoy el frente más complejo de la economía, más que la inflación, es que no tiene divisas, y Argentina podría llegar a atravesar una restricción externa muy fuerte: si desaparecen las reservas, la devaluación consiguiente dispararía la inflación a niveles aún más altos", apunta el especialista Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market.
El esfuerzo podría surtir efectos concretos. Según Zirulnik, "si se logra el adelantamiento de los desembolsos, puede sostenerse cierta estabilidad, sobre todo en el precio del dólar y la inflación, para intentar que empiece un descenso".
"Es muy fácil lograr el acuerdo con el FMI: solo hay que aceptar todas y cada una de sus condiciones, como una brusca devaluación. Pero eso no está en los planes del Gobierno y es incompatible con sus intereses. Terminaría siendo peor el remedio que la enfermedad: conseguiríamos los dólares, pero a cambio de un salto enorme en los precios", destaca el analista.
Para el economista, aun ante esta adversidad, la demora en la concreción del acuerdo da cuenta de un endurecimiento de Buenos Aires para no ceder ante el interés del organismo de un aumento en el tipo de cambio oficial: "Massa parece firme en la decisión de no devaluar: decidió jugar más fuerte contra el Fondo, exigiendo libertad de intervenir en el mercado cambiario. Eso de cuenta de un posicionamiento más firme de cara a las elecciones".
"En Argentina el tipo de cambio es una variable clave que sirve para determinar los precios y esto queda de manifiesto en la decisión de Massa de no ceder en el tema de la devaluación", señala el investigador.
Este razonamiento es objeto de consenso entre los analistas. Consultado por Sputnik, el politólogo Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, considera que "la estrategia de llevar esta negociación hasta instancias cercanas a las elecciones apunta contra la fortaleza que tenía el FMI ante un Gobierno condicionado por la sequía" y las consecuencias del conflicto ucraniano, que afectaron al país austral.
El respaldo financiero necesario para mantener esta posición, según Romero, vino desde Asia, de la mano de los acuerdos con Pekín para ampliar el swap —intercambio de monedas— y utilizarlo para pagar los vencimientos de deuda pendientes. "El acercamiento con China ha servido para consolidar la postura oficial", sostiene el consultor.

8 de julio 2023, 00:59 GMT
De la deuda externa a la deuda interna
El programa de ajuste impulsado por el FMI resuena en el bolsillo de los argentinos. El 3,6% de caída interanual de las ventas informado por la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) refleja el escaso margen de maniobra del Gobierno para lidiar con las exigencias del organismo en un año electoral.
La periodista Gabriela Granata, analista política, remarca que "hay una porción importante de los trabajadores que están exigiendo recuperar su ingreso. Si no se logra, esto puede ser un obstáculo para las aspiraciones presidenciales de Massa".
"La caída del poder adquisitivo por la inflación ya se ve en los números. El hecho de que el plazo preelectoral sea tan corto tiene su lado adverso: es muy poco el tiempo disponible para mejorar los ingresos de la población, con las negociaciones con el FMI como telón de fondo", señala Granata.
Toda la carne al asador
Pese a las dificultades que ofrece el horizonte económico, Sergio Massa cuenta con un activo fundamental: el encolumnamiento de la enorme mayoría del oficialismo detrás de su candidatura, a excepción del sector liderado por el dirigente social Juan Grabois, que le disputará la interna en las elecciones primarias.
No es poco. El respaldo del movimiento peronista, corporizado en los gobernadores provinciales, los sindicatos y, sobre todo, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner —figura de insoslayable centralidad en el armado oficialista—, además del presidente Alberto Fernández, otorga una base de sustentación nada desdeñable para disputar el adverso escenario.
"Es fundamental que el Gobierno se haya ordenado. Si bien no hay una conducción centralizada, los diferentes espacios se encolumnaron detrás de la candidatura de Massa, pese a los resultados económicos. Esto forma parte de la idiosincrasia del peronismo: es un partido de poder, y todos empujan para llegar a ganar", dice Romero.
Según Granata, "que el oficialismo vaya en unidad, a excepción de Grabois, es fundamental. Massa demostró habilidad para lidiar con las tensiones internas y construir su poder. Creo que su principal debilidad son los resultados económicos, pero aún tiene algo de margen".
Tras distanciarse de Fernández de Kirchner durante su presidencia (2007-2015), con fuertes críticas a su gestión, Massa decidió participar de la unificación del peronismo en 2019 para enfrentar unidos el intento reeleccionista de Mauricio Macri.
Según los analistas, el retorno para conformar una coalición con su anterior adversaria da cuenta de la versatilidad del ministro, como un rasgo positivo.
"Más allá de las críticas, es un político absolutamente pragmático. Probablemente, tenga un esqueleto de ideas detrás de su acción política, pero es esencialmente un hombre que sabe adaptarse a cada momento", sostiene Romero.
Quizás la esperanza central del ministro-candidato de cara a los comicios resida más en sus rivales que en su gestión.
Ante una división explícita en Juntos por el Cambio —la coalición opositora, en la que se profundiza la interna entre sus dos principales contendientes— y un magro desempeño en las elecciones provinciales por parte del espacio liderado por el economista libertario Javier Milei, el panorama puede despertar la impresión de que el oficialismo aún mantiene chances de reelegirse.
"El punto más fuerte de Massa parece ser el de los defectos de los rivales, que parecen claramente divididos. Presentar sus propuestas como una amenaza para intentar generar rechazo pareciera ser la mejor estrategia posible", sostiene Romero.

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