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¿Cómo el trastorno bipolar de EEUU afecta sus relaciones con China?
¿Cómo el trastorno bipolar de EEUU afecta sus relaciones con China?
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Las palabras del presidente estadounidense, Joe Biden, de que el presidente chino, Xi Jinping, es un "dictador" reflejan la postura de las autoridades... 26.06.2023, Sputnik Mundo
2023-06-26T17:46+0000
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En Pekín hubo fuertes protestas por las declaraciones de Biden, y algunos expertos chino-estadounidenses señalaron que los epítetos contra el presidente chino se habían expresado en muy mal momento.Biden hizo su declaración casi inmediatamente después de que el secretario Blinken realizara su visita a China. Esa visita estaba prevista para febrero, pero se canceló debido al incidente del globo. Al igual que entonces, ahora parece que la Administración estadounidense se contradice. Por un lado, da algunos pasos concretos para normalizar las relaciones con la segunda economía del mundo y, por otro, recrudece inmediatamente las relaciones con China sin razón aparente.La reunión entre Biden y Xi Jinping en el marco de la Cumbre del G20 celebrada en Indonesia el pasado otoño boreal fue muy esperada y productiva: los dos líderes parecieron entonces capaces de ponerse de acuerdo sobre el desarrollo de canales de comunicación entre Washington y Pekín a todos los niveles y sobre la cooperación constructiva allí donde fuera beneficiosa para ambos países.Aunque la reunión en Bali se vio ensombrecida por la reciente imposición de restricciones tecnológicas estadounidenses contra China sin precedentes, como las barreras a la exportación de semiconductores, Pekín seguía abierto al diálogo. Se suponía que la visita de Blinken en febrero era una continuación lógica del trabajo en el contexto de los acuerdos alcanzados entre los líderes. Justo entonces Estados Unidos derribó el globo chino y Blinken canceló la visita. China responde calificando la acción estadounidense de "reacción exagerada" y cortando todos los canales de comunicación.Pasaron casi seis meses hasta que la situación se calmó y volvieron a crearse las condiciones para la visita del secretario de Estado. Finalmente, en junio, Blinken viajó a Pekín. Su principal objetivo era establecer canales de comunicación perdidos con China siempre que fuera posible, a fin de prevenir malentendidos e incidentes desafortunados que, sin embargo, podrían conducir a una escalada incontrolada de las relaciones.En general, la visita puede considerarse un éxito, ya que a Blinken le seguirán funcionarios del bloque económico, el titular del Secretario del Tesoro y el del Secretario de Comercio. El único ámbito en el que todavía no se ha avanzado es la comunicación entre militares de ambos países. Por otra parte, Pekín ha puesto condiciones muy concretas: primero Estados Unidos debe levantar las sanciones impuestas al ministro de Defensa chino, y después se podrá hablar de diálogo entre partes.Y justo después de la visita, Biden, hablando en un acto de su campaña en California para recaudar fondos, llama "dictador" a Xi Jinping. Parece un desafortunado lapsus linguae. Se podría atribuir al hecho de que el presidente estadounidense se dirigía a un público nacional y necesitaba complacer a sus "patrocinadores". Y por sí solo, es poco probable que el incidente haya tenido un impacto significativo en las relaciones entre los dos países.El problema es que este tipo de contradicciones en la política de Washington hacia China son constantes. El año pasado, Biden y Xi Jinping mantuvieron una conversación telefónica, y el presidente estadounidense aseguró al líder chino que los dos países debían cooperar cuando fuera beneficioso para ambas partes. E inmediatamente Estados Unidos impuso restricciones a las exportaciones a China de productos y tecnología de semiconductores, aprobó la proteccionista ley CHIPS que prohíbe a las empresas invertir en el sector chino de semiconductores y empezó a persuadir a sus aliados para que se unieran a las sanciones contra China.Durante la última visita de Blinken a China, los medios de comunicación estadounidenses empezaron a filtrar que China estaba supuestamente estableciendo bases militares secretas en Cuba, entre otras cosas, para recopilar información de inteligencia sobre Estados Unidos.Como resultado, China ve que las acciones de EEUU a menudo contradicen las declaraciones, y que la política de Washington hacia China es completamente impredecible y contradictoria. La conclusión es sencilla: no puede haber confianza en EEUU. Pekín ha declarado en repetidas ocasiones: no se puede abrazar con una mano y boxear con la otra. En primer lugar, Estados Unidos debe demostrar realmente su voluntad de desescalar y normalizar las relaciones. Y al menos dar algunos pasos hacia ello.Sin embargo, tanto EEUU como China son igualmente conscientes de las perspectivas de las relaciones bilaterales, a saber, que una confrontación entre las dos grandes potencias es inevitable. La única cuestión es el dinamismo con que se intensificará este enfrentamiento.Si se sigue la lógica de que China es una superpotencia en ascenso y EEUU una en declive, resulta evidente que al gigante asiático le interesa posponer la escalada de tensiones hasta más adelante para acumular fuerzas. Para el país norteamericano, por el contrario, el tiempo juega en su contra. Y sin embargo, al menos en el actual ciclo electoral, hasta 2024, Washington tampoco está interesado en una escalada de las tensiones. Por lo cual, tanto los esfuerzos de Blinken como las acciones de la Administración Biden en su conjunto encajan en el contexto de evitar una escalada excesiva de las tensiones.Por otro lado, la proximidad de las elecciones estadounidenses dicta ciertas reglas del juego: dado el escaso consenso entre partidos sobre la necesidad de enfrentarse a China, es probable que los políticos ganen su capital compitiendo por ver quién tiene la retórica antichina más dura.En este sentido, las palabras de Biden no fueron, obviamente, sólo una desafortunada advertencia. Otra cuestión es que esta situación en sí constituye una amenaza igual de importante para las relaciones bilaterales que la falta de canales de comunicación entre los Ejércitos estadounidense y chino.
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¿Cómo el trastorno bipolar de EEUU afecta sus relaciones con China?
Las palabras del presidente estadounidense, Joe Biden, de que el presidente chino, Xi Jinping, es un "dictador" reflejan la postura de las autoridades estadounidenses. Así lo afirmó el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. Dijo que el presidente estadounidense habló con franqueza, directamente, y "habló en nombre de todos nosotros".
En Pekín hubo fuertes protestas por las
declaraciones de Biden, y algunos expertos chino-estadounidenses señalaron que los epítetos contra el presidente chino se habían expresado en muy mal momento.
Biden hizo su declaración casi inmediatamente después de que el secretario Blinken
realizara su visita a China. Esa visita estaba prevista para febrero, pero se canceló debido al
incidente del globo. Al igual que entonces, ahora parece que la Administración estadounidense se contradice. Por un lado, da algunos pasos concretos para normalizar las relaciones con la segunda economía del mundo y, por otro, recrudece inmediatamente las relaciones con China sin razón aparente.
La reunión
entre Biden y Xi Jinping en el marco de la
Cumbre del G20 celebrada en Indonesia el pasado otoño boreal fue muy esperada y productiva: los dos líderes parecieron entonces capaces de ponerse de acuerdo sobre el desarrollo de canales de comunicación entre Washington y Pekín a todos los niveles y sobre la cooperación constructiva allí donde fuera beneficiosa para ambos países.
Aunque la reunión en Bali se vio ensombrecida por la reciente imposición de restricciones tecnológicas estadounidenses contra China sin precedentes, como las barreras a la
exportación de semiconductores, Pekín seguía abierto al diálogo. Se suponía que la visita de Blinken en febrero era una continuación lógica del trabajo en el contexto de los acuerdos alcanzados entre los líderes. Justo entonces Estados Unidos derribó el globo chino y Blinken canceló la visita. China responde calificando la acción estadounidense de "reacción exagerada" y cortando todos los canales de comunicación.
25 de junio 2023, 23:47 GMT
Pasaron casi seis meses hasta que la situación se calmó y volvieron a crearse las condiciones para la visita del secretario de Estado. Finalmente, en junio, Blinken viajó a Pekín. Su principal objetivo era establecer canales de comunicación perdidos con China siempre que fuera posible, a fin de prevenir malentendidos e incidentes desafortunados que, sin embargo, podrían conducir a una escalada incontrolada de las relaciones.
En general, la visita puede considerarse un éxito, ya que a Blinken le seguirán funcionarios del bloque económico, el titular del Secretario del Tesoro y el del Secretario de Comercio. El único ámbito en el que todavía no se ha avanzado es la comunicación entre militares de ambos países. Por otra parte, Pekín ha puesto condiciones muy concretas: primero Estados Unidos debe levantar las sanciones impuestas al ministro de Defensa chino, y después se podrá hablar de diálogo entre partes.
Y justo después de la visita, Biden, hablando en un acto de su campaña en California para recaudar fondos, llama "dictador" a Xi Jinping. Parece un desafortunado lapsus linguae. Se podría atribuir al hecho de que el presidente estadounidense se dirigía a un público nacional y necesitaba complacer a sus "patrocinadores". Y por sí solo, es poco probable que el incidente haya tenido un impacto significativo en las relaciones entre los dos países.
El problema es que este tipo de contradicciones en la política de Washington hacia China son constantes. El año pasado, Biden y Xi Jinping mantuvieron una conversación telefónica, y el presidente estadounidense aseguró al líder chino que los dos países debían cooperar cuando fuera beneficioso para ambas partes. E inmediatamente Estados Unidos impuso restricciones a las exportaciones a China de productos y tecnología de semiconductores, aprobó la proteccionista ley CHIPS que prohíbe a las empresas invertir en el sector chino de semiconductores y empezó a persuadir a sus aliados para que se unieran a las sanciones contra China.
21 de junio 2023, 11:38 GMT
Durante la última visita de Blinken a China, los medios de comunicación estadounidenses empezaron a filtrar que China estaba supuestamente estableciendo
bases militares secretas en Cuba, entre otras cosas, para recopilar información de inteligencia sobre Estados Unidos.
Como resultado, China ve que las acciones de EEUU a menudo contradicen las declaraciones, y que la política de Washington hacia China es completamente impredecible y contradictoria. La conclusión es sencilla: no puede haber confianza en EEUU. Pekín ha declarado en repetidas ocasiones: no se puede abrazar con una mano y boxear con la otra. En primer lugar, Estados Unidos debe demostrar realmente su voluntad de desescalar y normalizar las relaciones. Y al menos dar algunos pasos hacia ello.
Sin embargo, tanto EEUU como China son igualmente conscientes de las perspectivas de las relaciones bilaterales, a saber, que una confrontación entre las dos grandes potencias es inevitable. La única cuestión es el dinamismo con que se intensificará este enfrentamiento.
Si se sigue la lógica de que China es una superpotencia en ascenso y EEUU una en declive, resulta evidente que al gigante asiático le interesa posponer la escalada de tensiones hasta más adelante para acumular fuerzas. Para el país norteamericano, por el contrario, el tiempo juega en su contra. Y sin embargo, al menos en el actual ciclo electoral, hasta 2024, Washington tampoco está interesado en una escalada de las tensiones. Por lo cual, tanto los esfuerzos de Blinken como las acciones de la Administración Biden en su conjunto encajan en el contexto de evitar una escalada excesiva de las tensiones.
21 de junio 2023, 15:02 GMT
Por otro lado, la proximidad de las elecciones estadounidenses dicta ciertas reglas del juego: dado el escaso consenso entre partidos sobre la necesidad de enfrentarse a China, es probable que los políticos ganen su capital compitiendo por ver quién tiene la retórica antichina más dura.
En este sentido, las palabras de Biden no fueron, obviamente, sólo una desafortunada advertencia. Otra cuestión es que esta situación en sí constituye una amenaza igual de importante para las relaciones bilaterales que la falta de canales de comunicación entre los Ejércitos estadounidense y chino.
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