La historia del Skyvan, el avión de los vuelos de la muerte repatriado a la Argentina
La historia del Skyvan, el avión de los vuelos de la muerte repatriado a la Argentina
Sputnik Mundo
La aeronave utilizada en los infames 'vuelos de la muerte' instrumentados por la última dictadura cívico-militar será exhibida en el Espacio Memoria y Derechos... 25.06.2023, Sputnik Mundo
El 10 de diciembre del 2023 se cumplirán 40 años del fin de la última dictadura militar argentina (1976-1983), la cual estuvo signada por la perpetración de crímenes de lesa humanidad por parte del régimen. El aniversario de la restauración de la democracia estará complementado por la recuperación del Skyvan, la aeronave insignia de los vuelos de la muerte, una perversa modalidad de asesinato de las personas secuestradas que implementó la dictadura.Mediante este método de exterminio, los detenidos desaparecidos por el régimen eran sedados con pentotal, subidos a un camión que los llevaba a un aeródromo militar para abordar los aviones Skyvan, desde los cuales eran arrojados vivos al Río de la Plata.Los encargados de definir la hora y el área precisa a donde serían arrojadas las víctimas eran los marinos de la Armada, quienes calculaban minuciosamente la evolución de las mareas con el fin de evitar que las olas regresaran los cuerpos a las costas.Si bien la mayoría de vuelos se llevaron a cabo durante los primeros dos años del gobierno de facto, entre 1976 y 1977, las fechas precisas de cada uno de ellos no fue revelada jamás por los genocidas, que fueron condenados a prisión por la Justicia una vez recuperada la democracia.Entre las víctimas más icónicas de los vuelos de la muerte figuran Esther Ballestrino, María Eugenia Ponce y Azucena Villaflor, renombradas Madres de Plaza de Mayo —quienes reclamaban por la aparición con vida de sus hijos desaparecidos—, y las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, quienes habían sido recluidas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), un sitio rebautizado Espacio Memoria y Derechos Humanos y localizado en el extremo norte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se expondrá el Skyvan.El caso de las mujeres desaparecidas es, sin duda alguna, uno de los crímenes de lesa humanidad más emblemáticos de la historia. Azucena Villaflor fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977 mientras buscaba averiguar el paradero de su hijo Néstor de Vincenti, tras ser marcada por el marino Alfredo Astiz, quien se había infiltrado en el grupo de familiares de desaparecidos para identificar a quienes impulsaban el reclamo por la aparición con vida de sus deudos.El 14 de diciembre de 1977, las dos monjas francesas y las tres madres fueron llevadas a un avión y arrojadas vivas al mar. Sus cadáveres aparecerían días después en las costas de Santa Teresita, un balneario de la provincia de Buenos Aires (centro), y tras lo cual serían enterradas como NN (nombre desconocido).Después de 37 años, en 2004, el renombrado Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) descubrió las fosas donde yacían los cuerpos. Gracias al cruce con bases de datos, los investigadores pudieron determinar el ADN de las Madres de Plaza de Mayo, de una militante social y una monja francesa. Se trató de la primera prueba tangible, no testimonial, de la existencia de los vuelos de la muerte.Recuperar el avión, mantener la memoriaTras una verdadera travesía, que comenzó el 3 de junio, caracterizada por reiteradas escalas debido al deteriorado estado de la aeronave —que requirió de tareas de mantenimiento e incluso el reemplazo de piezas obsoletas para poder concretar el retorno—, finalmente el avión aterrizó hoy en el país."Repatriar el Skyvan es crucial porque es la manifestación concreta de una metodología perversa de la dictadura: borrar todo rastro de los cuerpos de los desaparecidos. En los vuelos fueron eliminadas monjas y madres cuyo único delito era buscar a sus hijos", indica a Sputnik la periodista Miriam Lewin, sobreviviente de la dictadura y quien realizó la investigación a partir de la cual se pudo dar con la aeronave."No solamente secuestraban a la gente, la torturaban, y las asesinaban, sino que buscaban asegurarse de que nunca reaparecieran los cuerpos: se presume que en estos vuelos fueron asesinadas miles de personas” , remarca la autora del libro Skyvan. Aviones, pilotos y archivos secretos.La trascendencia simbólica del regreso al país del infame ícono del terrorismo de Estado en Argentina es destacada unánimemente. "Ese avión tenía que estar acá. Desde ahí tiraron vivas a nuestras queridas Madres. Se va a hacer justicia: logramos que vuelva al país para que lo vean los negacionistas del terrorismo de Estado", afirma ante Sputnik la luchadora por los derechos humanos Taty Almeida, emblemática integrante de Madres de Plaza de Mayo.Los familiares de las víctimas lo saben mejor que nadie. Ante el hecho de que hayan transcurrido 47 años del golpe de Estado que dio a luz a la perversa práctica, la misión de concientizar a las nuevas generaciones sobre lo ocurrido es central: "Es parte de una historia que los jóvenes tienen que conocer: es la prueba fundamental del terror", explica a Sputnik Cecilia de Vicenti, hija de Azucena Villaflor, una de las Madres de Plaza de Mayo asesinadas en los vuelos.“Mi mamá fue la que dijo 'vayamos todas juntas a la plaza'. El rol de las Madres fue importantísimo: superaron ese miedo y fueron a la plaza. Son las que fundamentalmente pudieron hacer que la democracia fuese posible", puntualiza De Vicenti.La entrevistada reconoció ante Sputnik: "A mí jamás se me ocurrió que el avión podía estar en algún lugar, y creo que al Estado tampoco".Tirar del hiloEl germen de la investigación sobre esta aeronave se remonta al año 2007. Durante una entrevista a Miriam Lewin —en su calidad de sobreviviente de la dictadura—, el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo, quien se encontraba estudiando el tema, lanzó la pregunta clave. "Me consultó si alguna vez había pensado dónde estaban los aviones de los vuelos de la muerte. Yo nunca lo había hecho", confiesa la periodista, 16 años después.En total, durante la dictadura se utilizaron ocho aeronaves: tres Lockheed L-188 AF Electra de la Armada y cinco Short SC.7 Skyvan, en manos de la Prefectura. De estos últimos, dos resultaron destruidos en la Guerra de las Malvinas (1982), otro se encontraba en Luxemburgo, uno en el Reino Unido —alquilado por las fuerzas de defensa del país— y el restante en Fort Lauderdale, en el estado de Florida (sureste de Estados Unidos), a donde había sido vendido en 1993.Gracias a información provista por sitios web abocados al destino de las aeronaves militares y por una serie de blogs de aficionados que registraban cada parada en los aeropuertos, con su foto y todos los datos técnicos, los investigadores lograron rastrear el Skyvan yacente en suelo estadounidense.En un hangar ubicaron el avión cuyas planillas técnicas —donde figuran los datos del origen, destino, fecha, tiempo de vuelo, los nombres de de la tripulación y el objetivo de cada trayecto en la historia de la aeronave— llamaron la atención del especialista Enrique Piñeiro, renombrado piloto que colaboró en la odisea, quien se sorprendió al notar incongruencias en las rutas llevadas a cabo durante la dictadura.El hallazgo no era suficiente: "Las fotos, videos y copias de las planillas no servían como prueba. La Justicia necesitaba las originales", explica la periodista. Conseguir la documentación no fue fácil: las mismas fuerzas que durante el régimen consumaron los crímenes se mostraban poco dispuestas a colaborar con el esclarecimiento de los hechos.De acuerdo con Lewin, "en ese momento había mucha reticencia por parte de la Armada para dar información, incluso en democracia. De hecho, no proveyeron las planillas originales que les pidió la Justicia, pero las Prefectura sí, y eso fue fundamental".Gracias a esta información suministrada, tras un largo proceso de entrecruzamiento de datos, la Justicia pudo identificar a Alejandro D'Agostino, Enrique de Saint Georges y Mario Arru, los tres pilotos a cargo del vuelo del 14 de diciembre de 1977, en el que fue transportado el grupo de las fundadoras de las Madres. Así se llegó a la condena de prisión perpetua en su contra, dictada en noviembre de 2017.Vista en perspectiva, la base a partir de la cual comenzó la investigación pareció tan elemental que sorprende incluso a la periodista que se dedicó a desentramar el destino del Skyvan: "Cuando descubrí la existencia (de) planillas de dominio público, me llamó la atención que (a) nadie se le hubiese ocurrido antes", dice Lewin.Giancarlo Ceraudo, el fotógrafo cuya pregunta despertó el interés por averiguar el paradero de la aeronave, da su versión de los hechos: "Cuando llegué a Argentina la herida de la dictadura estaba completamente abierta. Los vuelos de la muerte eran un hecho muy fuerte para todo el exterior, por eso me interesé en los aviones", responde desde Italia, consultado por Sputnik.A 40 años del regreso de la democracia al país, la herida de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura sigue abierta. De Vicenti pone el dolor en palabras: "Pasaron muchos años para que pudiéramos encontrar el cuerpo de nuestras madres, pero yo de mi hermano desaparecido no sé absolutamente nada".
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La historia del Skyvan, el avión de los vuelos de la muerte repatriado a la Argentina
La aeronave utilizada en los infames 'vuelos de la muerte' instrumentados por la última dictadura cívico-militar será exhibida en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex-ESMA), sitio que durante el régimen de facto albergó a centenares de detenidos desaparecidos. Crónica de un hito simbólico a 40 años de la recuperación de la democracia.
El 10 de diciembre del 2023 se cumplirán 40 años del fin de la última dictadura militar argentina (1976-1983), la cual estuvo signada por la perpetración de crímenes de lesa humanidad por parte del régimen. El aniversario de la restauración de la democracia estará complementado por la recuperación del Skyvan, la aeronave insignia de los vuelos de la muerte, una perversa modalidad de asesinato de las personas secuestradas que implementó la dictadura.
Mediante este método de exterminio, los detenidos desaparecidos por el régimen eran sedados con pentotal, subidos a un camión que los llevaba a un aeródromo militar para abordar los aviones Skyvan, desde los cuales eran arrojados vivos al Río de la Plata.
Los encargados de definir la hora y el área precisa a donde serían arrojadas las víctimas eran los marinos de la Armada, quienes calculaban minuciosamente la evolución de las mareas con el fin de evitar que las olas regresaran los cuerpos a las costas.
Si bien la mayoría de vuelos se llevaron a cabo durante los primeros dos años del gobierno de facto, entre 1976 y 1977, las fechas precisas de cada uno de ellos no fue revelada jamás por los genocidas, que fueron condenados a prisión por la Justicia una vez recuperada la democracia.
Entre las víctimas más icónicas de los vuelos de la muerte figuran Esther Ballestrino, María Eugenia Ponce y Azucena Villaflor, renombradas Madres de Plaza de Mayo —quienes reclamaban por la aparición con vida de sus hijos desaparecidos—, y las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, quienes habían sido recluidas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), un sitio rebautizado Espacio Memoria y Derechos Humanos y localizado en el extremo norte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se expondrá el Skyvan.
El caso de las mujeres desaparecidas es, sin duda alguna, uno de los crímenes de lesa humanidad más emblemáticos de la historia. Azucena Villaflor fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977 mientras buscaba averiguar el paradero de su hijo Néstor de Vincenti, tras ser marcada por el marino Alfredo Astiz, quien se había infiltrado en el grupo de familiares de desaparecidos para identificar a quienes impulsaban el reclamo por la aparición con vida de sus deudos.
El 14 de diciembre de 1977, las dos monjas francesas y las tres madres fueron llevadas a un avión y arrojadas vivas al mar. Sus cadáveres aparecerían días después en las costas de Santa Teresita, un balneario de la provincia de Buenos Aires (centro), y tras lo cual serían enterradas como NN (nombre desconocido).
Después de 37 años, en 2004, el renombrado Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) descubrió las fosas donde yacían los cuerpos. Gracias al cruce con bases de datos, los investigadores pudieron determinar el ADN de las Madres de Plaza de Mayo, de una militante social y una monja francesa. Se trató de la primera prueba tangible, no testimonial, de la existencia de los vuelos de la muerte.
Tras una verdadera travesía, que comenzó el 3 de junio, caracterizada por reiteradas escalas debido al deteriorado estado de la aeronave —que requirió de tareas de mantenimiento e incluso el reemplazo de piezas obsoletas para poder concretar el retorno—, finalmente el avión aterrizó hoy en el país.
"Repatriar el Skyvan es crucial porque es la manifestación concreta de una metodología perversa de la dictadura: borrar todo rastro de los cuerpos de los desaparecidos. En los vuelos fueron eliminadas monjas y madres cuyo único delito era buscar a sus hijos", indica a Sputnik la periodista Miriam Lewin, sobreviviente de la dictadura y quien realizó la investigación a partir de la cual se pudo dar con la aeronave.
"No solamente secuestraban a la gente, la torturaban, y las asesinaban, sino que buscaban asegurarse de que nunca reaparecieran los cuerpos: se presume que en estos vuelos fueron asesinadas miles de personas” , remarca la autora del libro Skyvan. Aviones, pilotos y archivos secretos.
"No sé si la recuperación del avión cierra una etapa, porque investigar a la dictadura es como pelar una cebolla: nunca se llega al final, siempre hay nuevas capas que van apareciendo", sostiene Lewin.
La trascendencia simbólica del regreso al país del infame ícono del terrorismo de Estado en Argentina es destacada unánimemente. "Ese avión tenía que estar acá. Desde ahí tiraron vivas a nuestras queridas Madres. Se va a hacer justicia: logramos que vuelva al país para que lo vean los negacionistas del terrorismo de Estado", afirma ante Sputnik la luchadora por los derechos humanos Taty Almeida, emblemática integrante de Madres de Plaza de Mayo.
Los familiares de las víctimas lo saben mejor que nadie. Ante el hecho de que hayan transcurrido 47 años del golpe de Estado que dio a luz a la perversa práctica, la misión de concientizar a las nuevas generaciones sobre lo ocurrido es central: "Es parte de una historia que los jóvenes tienen que conocer: es la prueba fundamental del terror", explica a Sputnik Cecilia de Vicenti, hija de Azucena Villaflor, una de las Madres de Plaza de Mayo asesinadas en los vuelos.
"No sé qué voy a sentir cuando lo vea porque la verdad es que desde ese mismo avión arrojaron viva a mi mamá", dice De Vicenti. "Ella ni siquiera era una militante, era una madre que buscaba a su hijo y la arrojaron viva al mar. Así de terrorífica es la historia de este país y hay que tenerla bien expuesta para que todos la puedan entender", agrega.
“Mi mamá fue la que dijo 'vayamos todas juntas a la plaza'. El rol de las Madres fue importantísimo: superaron ese miedo y fueron a la plaza. Son las que fundamentalmente pudieron hacer que la democracia fuese posible", puntualiza De Vicenti.
La entrevistada reconoció ante Sputnik: "A mí jamás se me ocurrió que el avión podía estar en algún lugar, y creo que al Estado tampoco".
El germen de la investigación sobre esta aeronave se remonta al año 2007. Durante una entrevista a Miriam Lewin —en su calidad de sobreviviente de la dictadura—, el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo, quien se encontraba estudiando el tema, lanzó la pregunta clave. "Me consultó si alguna vez había pensado dónde estaban los aviones de los vuelos de la muerte. Yo nunca lo había hecho", confiesa la periodista, 16 años después.
"En ese momento aún estábamos buscando los cuerpos de los desaparecidos, que son mucho más importantes que los objetos, y la verdad es que yo no creí que identificando a los aviones se pudiera llegar a los pilotos, pero él tenía esa esperanza. Así empezamos a investigar", reconoce Lewin.
En total, durante la dictadura se utilizaron ocho aeronaves: tres Lockheed L-188 AF Electra de la Armada y cinco Short SC.7 Skyvan, en manos de la Prefectura. De estos últimos, dos resultaron destruidos en la Guerra de las Malvinas (1982), otro se encontraba en Luxemburgo, uno en el Reino Unido —alquilado por las fuerzas de defensa del país— y el restante en Fort Lauderdale, en el estado de Florida (sureste de Estados Unidos), a donde había sido vendido en 1993.
Gracias a información provista por sitios web abocados al destino de las aeronaves militares y por una serie de blogs de aficionados que registraban cada parada en los aeropuertos, con su foto y todos los datos técnicos, los investigadores lograron rastrear el Skyvan yacente en suelo estadounidense.
En un hangar ubicaron el avión cuyas planillas técnicas —donde figuran los datos del origen, destino, fecha, tiempo de vuelo, los nombres de de la tripulación y el objetivo de cada trayecto en la historia de la aeronave— llamaron la atención del especialista Enrique Piñeiro, renombrado piloto que colaboró en la odisea, quien se sorprendió al notar incongruencias en las rutas llevadas a cabo durante la dictadura.
"Obviamente, tratándose de una operación clandestina, el objetivo real del vuelo no iba a figurar en esas planillas, y tampoco iban a estar los nombres de los pasajeros que iban a ser eliminados. Pero la información fue clave", remarca Lewin.
El hallazgo no era suficiente: "Las fotos, videos y copias de las planillas no servían como prueba. La Justicia necesitaba las originales", explica la periodista. Conseguir la documentación no fue fácil: las mismas fuerzas que durante el régimen consumaron los crímenes se mostraban poco dispuestas a colaborar con el esclarecimiento de los hechos.
De acuerdo con Lewin, "en ese momento había mucha reticencia por parte de la Armada para dar información, incluso en democracia. De hecho, no proveyeron las planillas originales que les pidió la Justicia, pero las Prefectura sí, y eso fue fundamental".
Gracias a esta información suministrada, tras un largo proceso de entrecruzamiento de datos, la Justicia pudo identificar a Alejandro D'Agostino, Enrique de Saint Georges y Mario Arru, los tres pilotos a cargo del vuelo del 14 de diciembre de 1977, en el que fue transportado el grupo de las fundadoras de las Madres. Así se llegó a la condena de prisión perpetua en su contra, dictada en noviembre de 2017.
Vista en perspectiva, la base a partir de la cual comenzó la investigación pareció tan elemental que sorprende incluso a la periodista que se dedicó a desentramar el destino del Skyvan: "Cuando descubrí la existencia (de) planillas de dominio público, me llamó la atención que (a) nadie se le hubiese ocurrido antes", dice Lewin.
Giancarlo Ceraudo, el fotógrafo cuya pregunta despertó el interés por averiguar el paradero de la aeronave, da su versión de los hechos: "Cuando llegué a Argentina la herida de la dictadura estaba completamente abierta. Los vuelos de la muerte eran un hecho muy fuerte para todo el exterior, por eso me interesé en los aviones", responde desde Italia, consultado por Sputnik.
"Argentina se focalizó en la búsqueda de las personas desaparecidas pero no en los objetos. Yo, con otra distancia respecto a la historia, me interesé en los objetos", destaca el fotógrafo.
A 40 años del regreso de la democracia al país, la herida de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura sigue abierta. De Vicenti pone el dolor en palabras: "Pasaron muchos años para que pudiéramos encontrar el cuerpo de nuestras madres, pero yo de mi hermano desaparecido no sé absolutamente nada".
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