De socio a rival: ¿por qué EEUU cambió su percepción de Rusia?
De socio a rival: ¿por qué EEUU cambió su percepción de Rusia?
Sputnik Mundo
Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia no siempre fueron ríspidas, de hecho, tras el fin de la Unión Soviética ambas naciones tuvieron un... 18.05.2023, Sputnik Mundo
En lugar de las viejas discusiones sobre disuasión nuclear entre superpotencias, temas como la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva y el combate al terrorismo internacional adquirieron mayor importancia en las relaciones bilaterales Moscú-Washington.Sin embargo, con el paso de los años los estadounidenses volvieron a ver a Rusia como un rival, mostrándose incapaces de tratar con un Estado que lleva a cabo su política exterior de forma independiente. Para comprender los matices que subyacen en este cambio, es necesario analizar detenidamente uno de los documentos de Estado más importantes publicados por la Casa Blanca, la Estrategia de Seguridad Nacional.Durante la administración de Bill Clinton (1993-2001), estos documentos demostraron que Estados Unidos consideraba a Rusia un "Estado clave" para la consecución de sus objetivos nacionales, comprometiéndose Washington a apoyar y ayudar a consolidar las reformas democráticas de su "antiguo rival", con miras de transformar a una antigua amenaza en un valioso socio diplomático. Sin embargo, ese mismo año EEUU ya declaraba abiertamente que quería ampliar la OTAN —Organización del Tratado del Atlántico Norte— mediante la incorporación en la alianza de países de Europa del Este próximos a las fronteras rusas.Quedaba entonces la pregunta: ¿cómo consideraba Estados Unidos a Rusia como un socio diplomático valioso y al mismo tiempo buscó expandir una alianza militar fundada para contener a Moscú? Simple, las verdaderas intenciones de Washington eran mitigar la influencia del Gobierno ruso en el espacio postsoviético bajo la apariencia de un discurso sobre cooperación y asociación estratégica que realmente nunca estuvo en sus planes. Así, en 1999 Polonia, República Checa y Hungría ingresaron en la OTAN durante la primera ola de expansión de la alianza hacia el este europeo. Con el cambio de siglo, la entonces administración de George W. Bush mencionó a Rusia como un "antiguo adversario" de los estadounidenses, actuando como un socio importante en la "guerra contra el terror". Eso es porque, como gesto de buena voluntad, Rusia dio el visto bueno para el estacionamiento de tropas estadounidenses en Afganistán en aras de combatir a la Al-Qaeda de Osama bin Laden (organización terrorista proscrita en Rusia y otros países).Las relaciones de Estados Unidos con Rusia solo mejoraron cuando Washington se dio cuenta de que ambos tenían un enemigo común y no porque la Casa Blanca tomará realmente en cuenta las preocupaciones e intereses de Rusia en el sistema internacional.No por casualidad, en 2004 le tocó el turno a Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Rumanía y Bulgaria de incorporarse al marco de la Alianza Atlántica, cuando la OTAN comenzó a hacer frontera con Rusia a través de los Estados bálticos.Con esto, los cazas de la OTAN podrían patrullar el espacio aéreo alrededor del mar Báltico, a una distancia de pocos minutos de San Petersburgo, segunda ciudad más grande de Rusia. En 2006, por su parte, Estados Unidos reconoció a regañadientes que, por razones geográficas y de poder, "Rusia tiene una gran influencia no solo en Europa y sus inmediaciones, sino también en muchas otras regiones de vital interés [para los estadounidenses]".Ese mismo año, cabe recordar, Rusia canceló toda su deuda externa heredada de la Unión Soviética con el Club de París (grupo integrado por 17 naciones desarrolladas), lo que contribuyó a incrementar la confianza de los Estados.Fue en este contexto que se suscitó el histórico discurso del presidente de Rusia, Vladímir Putin, en la conferencia de Múnich en 2007, en el que el presidente ruso criticó duramente el avance de la OTAN hacia el este y la unipolaridad estadounidense en las relaciones internacionales.La lógica expresada por el mandatario ruso en ese momento involucraba la percepción de que el poder en manos de un eje hegemónico le otorga la posibilidad de dictar las reglas del sistema internacional y en tales circunstancias Rusia no podría tener una voz independiente.De hecho, la reacción estadounidense al discurso de Putin fue hostil e histérica. Aunque la posterior administración de Barack Obama (2009-2017) trató de "restablecer" las relaciones con Rusia, dando señales de que estaría dispuesto a cooperar con Moscú en asuntos de interés mutuo, los intentos terminaron frustrados nuevamente por las ambiciones geopolíticas de los estadounidenses en el mundo.En 2010, la Casa Blanca volvió a reconocer a Rusia como una "voz fuerte" en el ámbito internacional, así como uno de los "centros de influencia del nuevo siglo XXI". En 2014, con la crisis política en Ucrania y la disposición de Moscú a defender los intereses de las poblaciones de habla rusa en la región de Donbás y la península de Crimea (que no reconoció el golpe de Estado patrocinado por Occidente en Kiev ese año), la Administración Obama calificó cínicamente a Rusia como un país beligerante, contribuyendo a deshacer, de una vez por todas, las relaciones entre Moscú y Washington.Estados Unidos, como principal respaldo financiero del llamado Euromaidán de 2014 y como agravante del conflicto armado en Siria, no aceptó la exitosa actuación de Rusia en ambos casos, en favor de la defensa de sus intereses nacionales y de seguridad.Como resultado, en 2017, entonces bajo la dirección del presidente Donald Trump, la Estrategia de Seguridad Nacional mencionó que Rusia (junto con China) representaba un desafío al poder, la influencia y los intereses estadounidenses en el mundo. En resumen, Rusia se ha convertido una vez más en un país "rival" de los Estados Unidos.Eso es porque Estados Unidos demostró una vez más que no estaba lista para admitir que un Estado importante como Rusia comenzaría a defender sus valores e intereses nacionales en un mundo que, hasta entonces, parecía estar bajo el control total de la nación norteamericana.Resulta que, a diferencia de algunos estados europeos, Rusia no es un país que se acomodaría al papel de vasallo de Washington. Por el contrario, estaba lista para decidir independientemente su propio camino y destino.Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción.
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De socio a rival: ¿por qué EEUU cambió su percepción de Rusia?
Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia no siempre fueron ríspidas, de hecho, tras el fin de la Unión Soviética ambas naciones tuvieron un tono de relativa cooperación.
En lugar de las viejas discusiones sobre disuasión nuclear entre superpotencias, temas como la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva y el combate al terrorismo internacional adquirieron mayor importancia en las relaciones bilaterales Moscú-Washington.
Sin embargo, con el paso de los años los estadounidenses volvieron a ver a Rusia como un rival, mostrándose incapaces de tratar con un Estado que lleva a cabo su política exterior de forma independiente. Para comprender los matices que subyacen en este cambio, es necesario analizar detenidamente uno de los documentos de Estado más importantes publicados por la Casa Blanca, la Estrategia de Seguridad Nacional.
Durante la administración de Bill Clinton (1993-2001), estos documentos demostraron que Estados Unidos consideraba a Rusia un "Estado clave" para la consecución de sus objetivos nacionales, comprometiéndose Washington a apoyar y ayudar a consolidar las reformas democráticas de su "antiguo rival", con miras de transformar a una antigua amenaza en un valioso socio diplomático.
Sin embargo, ese mismo año EEUU ya declaraba abiertamente que quería ampliar la OTAN —Organización del Tratado del Atlántico Norte— mediante la incorporación en la alianza de países de Europa del Este próximos a las fronteras rusas.
Quedaba entonces la pregunta: ¿cómo consideraba Estados Unidos a Rusia como un socio diplomático valioso y al mismo tiempo buscó expandir una alianza militar fundada para contener a Moscú?
Simple, las verdaderas intenciones de Washington eran mitigar la influencia del Gobierno ruso en el espacio postsoviético bajo la apariencia de un discurso sobre cooperación y asociación estratégica que realmente nunca estuvo en sus planes. Así, en 1999 Polonia, República Checa y Hungría ingresaron en la OTAN durante la primera ola de expansión de la alianza hacia el este europeo.
Con el cambio de siglo, la entonces administración de George W. Bush mencionó a Rusia como un "antiguo adversario" de los estadounidenses, actuando como un socio importante en la "guerra contra el terror". E
so es porque, como gesto de buena voluntad, Rusia dio el visto bueno para el estacionamiento de tropas estadounidenses en Afganistán en aras de combatir a la Al-Qaeda de Osama bin Laden (organización terrorista proscrita en Rusia y otros países).
Las relaciones de Estados Unidos con Rusia solo mejoraron cuando Washington se dio cuenta de que ambos tenían un enemigo común y no porque la Casa Blanca tomará realmente en cuenta las preocupaciones e intereses de Rusia en el sistema internacional.
No por casualidad, en 2004 le tocó el turno a Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Rumanía y Bulgaria de incorporarse al marco de la Alianza Atlántica, cuando la OTAN comenzó a hacer frontera con Rusia a través de los Estados bálticos.
Con esto, los cazas de la OTAN podrían patrullar el espacio aéreo alrededor del mar Báltico, a una distancia de pocos minutos de San Petersburgo, segunda ciudad más grande de Rusia. En 2006, por su parte, Estados Unidos reconoció a regañadientes que, por razones geográficas y de poder, "Rusia tiene una gran influencia no solo en Europa y sus inmediaciones, sino también en muchas otras regiones de vital interés [para los estadounidenses]".
Ese mismo año, cabe recordar, Rusia canceló toda su deuda externa heredada de la Unión Soviética con el Club de París (grupo integrado por 17 naciones desarrolladas), lo que contribuyó a incrementar la confianza de los Estados.
Fue en este contexto que se suscitó el histórico discurso del presidente de Rusia, Vladímir Putin, en la conferencia de Múnich en 2007, en el que el presidente ruso criticó duramente el avance de la OTAN hacia el este y la unipolaridad estadounidense en las relaciones internacionales.
La lógica expresada por el mandatario ruso en ese momento involucraba la percepción de que el poder en manos de un eje hegemónico le otorga la posibilidad de dictar las reglas del sistema internacional y en tales circunstancias Rusia no podría tener una voz independiente.
De hecho, la reacción estadounidense al discurso de Putin fue hostil e histérica. Aunque la posterior administración de Barack Obama (2009-2017) trató de "restablecer" las relaciones con Rusia, dando señales de que estaría dispuesto a cooperar con Moscú en asuntos de interés mutuo, los intentos terminaron frustrados nuevamente por las ambiciones geopolíticas de los estadounidenses en el mundo.
En 2010, la Casa Blanca volvió a reconocer a Rusia como una "voz fuerte" en el ámbito internacional, así como uno de los "centros de influencia del nuevo siglo XXI".
En 2014, con la crisis política en Ucrania y la disposición de Moscú a defender los intereses de las poblaciones de habla rusa en la región de Donbás y la península de Crimea (que no reconoció el golpe de Estado patrocinado por Occidente en Kiev ese año), la Administración Obama calificó cínicamente a Rusia como un país beligerante, contribuyendo a deshacer, de una vez por todas, las relaciones entre Moscú y Washington.
Estados Unidos, como principal respaldo financiero del llamado Euromaidán de 2014 y como agravante del conflicto armado en Siria, no aceptó la exitosa actuación de Rusia en ambos casos, en favor de la defensa de sus intereses nacionales y de seguridad.
Como resultado, en 2017, entonces bajo la dirección del presidente Donald Trump, la Estrategia de Seguridad Nacional mencionó que Rusia (junto con China) representaba un desafío al poder, la influencia y los intereses estadounidenses en el mundo. En resumen, Rusia se ha convertido una vez más en un país "rival" de los Estados Unidos.
Eso es porque Estados Unidos demostró una vez más que no estaba lista para admitir que un Estado importante como Rusia comenzaría a defender sus valores e intereses nacionales en un mundo que, hasta entonces, parecía estar bajo el control total de la nación norteamericana.
Resulta que, a diferencia de algunos estados europeos, Rusia no es un país que se acomodaría al papel de vasallo de Washington. Por el contrario, estaba lista para decidir independientemente su propio camino y destino.
Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción.
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