Así muestran su devoción a los queridos difuntos en los cementerios de Bolivia | Videos, fotos
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Sputnik Mundo
Este 2 de noviembre es feriado en Bolivia para recordar a los difuntos, una tradición milenaria de los pueblos indígenas que se mezcló con rituales de la... 02.11.2022, Sputnik Mundo
Sputnik visitó cementerios de las ciudades de El Alto y La Paz, donde miles de familias durante la fiesta de Todos Santos se reunieron para llevar ofrendas a sus seres queridos fallecidos.Popularmente conocida como el Día de los Muertos, la festividad representa en Bolivia la convivencia de creencias y tradiciones de los pueblos andinos milenarios, con los traídos por la cultura europea en el siglo XVI. Antes de la fiesta de Todos Santos, Clara Mendoza se dedicó a amasar y cocinar kilos de panes y masas para recordar a sus familiares difuntos. Los panificados llevaban figuras humanas, de caballos —que traerían a las almas— y de escaleras, para bajar del cielo a la tierra a visitar a quienes aquí permanecen."Hoy, en el Día de los Santos, estoy recordando a mis abuelos, a mis familiares. Preparé los pancitos, que son para que se lleven ellos, para que no se vayan con hambre, o llorando. Hoy a partir del mediodía se van a regresar", dijo Mendoza a Sputnik en el cementerio Héroes del Gas, también conocido como Tarapacá, porque se encuentra junto al cuartel militar del mismo nombre en la ciudad de El Alto.La señora Clara llegó hasta las tumbas de sus abuelos. Sobre ellas desplegó manteles donde depositó panes, alimentos y ofrendas. En este punto entró en escena una personalidad fundamental en el día de los difuntos: los resiris.Resiri es una adaptación al quechua y aymara de la palabra rezador. Las y los rezadores, generalmente ancianos empobrecidos, se acercan a las familias y proponen pedir a Dios por el alma cuyo nombre que le indiquen.Los resiris van con grandes bolsas de plástico o arpillera donde guardan el premio de su devoción, que más tarde repartirán entre sus familiares.También rezan cientos de niñas y niños ávidos de probar los suntuosos panes y masas dulces, con detalles de colores y pequeñas máscaras —que no se comen— a cargo de cada cocinera o cocinero.En la última década, las autoridades municipales y policiales se dedicaron a prohibir el ingreso a los cementerios con alimentos y bebidas, bajo el argumento de que siempre había conflictos y las tumbas eran mancilladas con fluidos de todo tipo. Pero había un motivo detrás de este ritual.En la cultura tiwanakota, previa al Imperio inca (en el siglo XIII), ya existía la costumbre de sacar a los seres queridos muertos de sus nichos para compartir alimentos y bebidas durante algunos días en esta época, cuando comienzan los meses de lluvias en la región andina. Este ritual se dirigía a garantizar buenas cosechas para el año siguiente.Un resiri se acercó a la señora Clara y le preguntó por la última tantawawa, un pan de figura humana, que quedaba sobre la tumba de su abuelo."Tres rezos", dijo la señora Mendoza. Y el anciano se puso a rezar velozmente en aymara."Estamos recordando a mi abuelito Miguel López Cruz, mi abuelita Vicenta, mis suegros, mi hermano Ángel. A todos ellos he recordado", dijo ella.Al concluir sus tres rezos, el anciano pidió "que se reciba la oración". La señora Clara respondió: "Ya, que se reciba", y le entregó su último pan.La Llamita clandestinaEn la zona norte de La Paz está el cementerio La Llamita. Es considerado clandestino, porque no está bajo la órbita de la Alcaldía. Pero desde el municipio se trabaja en los últimos años para legalizarlo, ya que sería la solución menos problemática ante cientos de cuerpos de vecinos soterrados en las últimas décadas.Este cementerio se ubica junto a la estación Periférica de la línea Naranja del teleférico. Las familias adornando tumbas según una tradición milenaria contrastaban fuertemente con las modernas cabinas que surcaban el cielo sobre un cable.Ante algunas tumbas había paradas personas solas, mirando por largo rato las piedras, la cruz, el nombre de su ser querido.Uno de ellos era el señor Juan Choque: "Le he venido a traer algunas florcitas a mi hijo menor, que ya son 12 años que se ha ido. Por eso he venido", dijo a Sputnik.A pesar de que cada 2 de noviembre es feriado nacional, no fue así para Choque. "De aquí me voy a ir a mi trabajo nomás, ya tengo que volver. No hay feriado para mí", dijo y comentó que es encargado de un edificio.Para don Choque es muy importante cumplir con las almas de los difuntos para evitar graves represalias."Siempre le digo a mis hijos que hay que prender la velita o esperar con la comidita o refresquito o algo. Pero nunca hay que decir que no viene el espíritu. Porque viene. Viene", aseguró Choque.Y recordó que "20 años atrás, dije que no iba a venir el alma. Dije: ¿Para qué vamos a rezar o prender velas o cocinar?. Ese día me he puesto a trabajar y en la tarde he ido a otra casa a rezar. Cuando volví a mi casa, había entrado el ratero y todo se me había llevado".
Este 2 de noviembre es feriado en Bolivia para recordar a los difuntos, una tradición milenaria de los pueblos indígenas que se mezcló con rituales de la Iglesia católica. Miles de familias acudieron a los cementerios del país para llevar alimentos, bebidas y música a sus seres queridos.
Sputnik visitó cementerios de las ciudades de El Alto y La Paz, donde miles de familias durante la fiesta de Todos Santos se reunieron para llevar ofrendas a sus seres queridos fallecidos.
Popularmente conocida como el Día de los Muertos, la festividad representa en Bolivia la convivencia de creencias y tradiciones de los pueblos andinos milenarios, con los traídos por la cultura europea en el siglo XVI.
Antes de la fiesta de Todos Santos, Clara Mendoza se dedicó a amasar y cocinar kilos de panes y masas para recordar a sus familiares difuntos. Los panificados llevaban figuras humanas, de caballos —que traerían a las almas— y de escaleras, para bajar del cielo a la tierra a visitar a quienes aquí permanecen.
"Hoy, en el Día de los Santos, estoy recordando a mis abuelos, a mis familiares. Preparé los pancitos, que son para que se lleven ellos, para que no se vayan con hambre, o llorando. Hoy a partir del mediodía se van a regresar", dijo Mendoza a Sputnik en el cementerio Héroes del Gas, también conocido como Tarapacá, porque se encuentra junto al cuartel militar del mismo nombre en la ciudad de El Alto.
Al cementerio Héroes del Gas, de la ciudad de El Alto, Clara Mendoza llevó panes y masitas para recordar a sus familiares fallecidos. Repartió los alimentos entre decenas de personas que se acercaron a rezar por sus almas. Hoy en #Bolivia se festeja el #DiaDeMuertospic.twitter.com/7v7L47Bhbs
La señora Clara llegó hasta las tumbas de sus abuelos. Sobre ellas desplegó manteles donde depositó panes, alimentos y ofrendas. En este punto entró en escena una personalidad fundamental en el día de los difuntos: los resiris.
Resiri es una adaptación al quechua y aymara de la palabra rezador. Las y los rezadores, generalmente ancianos empobrecidos, se acercan a las familias y proponen pedir a Dios por el alma cuyo nombre que le indiquen.
Los resiris van con grandes bolsas de plástico o arpillera donde guardan el premio de su devoción, que más tarde repartirán entre sus familiares.
En este #DiaDeTodosLosSantos, por los cementerios de #Bolivia transitan los resiris, personas que se dedican a rezar por las almas de los difuntos; también hay músicos que tocan las canciones preferidas del ser querido que hoy se recuerda. A cambio les dan pan, masas, o monedas pic.twitter.com/OVALCURkPK
También rezan cientos de niñas y niños ávidos de probar los suntuosos panes y masas dulces, con detalles de colores y pequeñas máscaras —que no se comen— a cargo de cada cocinera o cocinero.
En la última década, las autoridades municipales y policiales se dedicaron a prohibir el ingreso a los cementerios con alimentos y bebidas, bajo el argumento de que siempre había conflictos y las tumbas eran mancilladas con fluidos de todo tipo. Pero había un motivo detrás de este ritual.
En la cultura tiwanakota, previa al Imperio inca (en el siglo XIII), ya existía la costumbre de sacar a los seres queridos muertos de sus nichos para compartir alimentos y bebidas durante algunos días en esta época, cuando comienzan los meses de lluvias en la región andina. Este ritual se dirigía a garantizar buenas cosechas para el año siguiente.
En la zona norte de La Paz está el cementerio La Llamita. Es considerado clandestino, porque no está bajo la órbita de la Alcaldía. Pero desde el municipio se trabaja en los últimos años para legalizarlo, ya que sería la solución menos problemática ante cientos de cuerpos de vecinos soterrados en las últimas décadas.
El cementerio La Llamita, en la ciudad de La Paz, es considerado clandestino porque no está bajo control de la Alcaldía. En este #DiaDeTodosLosSantos cientos de familias acudieron a embellecer las tumbas de sus seres queridos, como en todos los cementerios de #Boliviapic.twitter.com/o6GYPay339
Este cementerio se ubica junto a la estación Periférica de la línea Naranja del teleférico. Las familias adornando tumbas según una tradición milenaria contrastaban fuertemente con las modernas cabinas que surcaban el cielo sobre un cable.
Ante algunas tumbas había paradas personas solas, mirando por largo rato las piedras, la cruz, el nombre de su ser querido.
Uno de ellos era el señor Juan Choque: "Le he venido a traer algunas florcitas a mi hijo menor, que ya son 12 años que se ha ido. Por eso he venido", dijo a Sputnik.
El cementerio La Llamita de La Paz en el día de Todos Santos
A pesar de que cada 2 de noviembre es feriado nacional, no fue así para Choque. "De aquí me voy a ir a mi trabajo nomás, ya tengo que volver. No hay feriado para mí", dijo y comentó que es encargado de un edificio.
Juan Choque acudió al cementerio La Llamita, en La Paz, para dejar flores a su hijo Eduardo. Recomendó honrar siempre la memoria de los difuntos para evitar graves problemas personales. Hoy en #Bolivia se celebra el #DiaDeTodosLosSantospic.twitter.com/ctzvojVWvg
Para don Choque es muy importante cumplir con las almas de los difuntos para evitar graves represalias.
"Siempre le digo a mis hijos que hay que prender la velita o esperar con la comidita o refresquito o algo. Pero nunca hay que decir que no viene el espíritu. Porque viene. Viene", aseguró Choque.
Y recordó que "20 años atrás, dije que no iba a venir el alma. Dije: ¿Para qué vamos a rezar o prender velas o cocinar?. Ese día me he puesto a trabajar y en la tarde he ido a otra casa a rezar. Cuando volví a mi casa, había entrado el ratero y todo se me había llevado".
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