Iván Velásquez y la tarea de recuperar la credibilidad de las Fuerzas Militares en Colombia
Iván Velásquez y la tarea de recuperar la credibilidad de las Fuerzas Militares en Colombia
Sputnik Mundo
El abogado, que será el ministro de Defensa de Gustavo Petro, ha sido un férreo luchador contra la corrupción y las injusticias, dos conceptos embebidos en la... 26.07.2022, Sputnik Mundo
El abogado Iván Velásquez, designado como ministro de Defensa por el presidente electo Gustavo Petro, no tuvo miedo a inicios de la década de los 90 cuando Pablo Escobar —el narcotraficante más famoso y sanguinario en la historia de Colombia— lo amenazó de muerte cuando ejercía como procurador de Antioquia (noroccidente del país) y fue hasta el fondo del modus operandi del narco que tuvo al Estado colombiano en jaque."Me amedrentaron muchas veces. Me decían que sí tenía cinco escoltas mandaban el doble de hombres a matarme. Desde entonces tomo decisiones por convicción y por vocación. No me dejo ganar del miedo. Y ahí está Dios para darme confianza", dice Velásquez en las primeras páginas del libro Velásquez, el retador del poder (Intermedio Editores) de la escritora Martha Soto.En este texto de 224 páginas hay una recapitulación detallada de la vida y la lucha de un hombre que sobrevivió a Escobar y sus intimidaciones, y que más adelante, como director de fiscalías de la región, se dedicó a investigar y destapar los vínculos de políticos con grupos paramilitares, las empresas fachadas que utilizaban para mover activos y su relación estrecha con militares.Su trabajo lo llevó a ser magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia en el 2000, institución en la que se consolidó como el gran investigador de la parapolítica —de la mano del entonces senador Petro—, haciendo revelaciones que llevaron a juicio a más de 60 congresistas cercanos a la Casa de Nariño, es decir, al expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).De hecho, el mandatario comandó una campaña de desprestigio cuando Velásquez reveló los nexos con paramilitares de su primo Mario Uribe Escobar —condenado a 90 meses de prisión— y de otros 143 políticos. En otras palabras, se ganó el apelativo de "enemigo" de Uribe cuando Uribe era el hombre más poderoso de Colombia.En la primera década de este siglo vivió la época más dura a nivel personal al tener al antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) interceptando sus comunicaciones, hurgando en su vida personal y hasta creando montajes para quitarle credibilidad y, por ende, validez a su labor.Por esa persecución, el mismo Estado colombiano tuvo que pedirle perdón por orden de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y tras la guerra sucia a la que fue sometido. "Le ofrezco disculpas y el firme compromiso de que casos como este no se vuelvan a repetir", dijo en 2020 Camilo Gómez, director de la Agencia Judicial del Estado.Quizá por lo anterior es que la bancada de oposición que lidera el partido Centro Democrático mostró su rechazo a la designación de Velásquez como cabeza de las Fuerzas Militares. "El nombramiento de un enemigo acérrimo del partido y del jefe del partido de oposición como Ministro de Defensa no es solo un desafío, es una amenaza", dijo Paloma Valencia, senadora de esta colectividad, a través de sus redes sociales.Mientras que la derecha lo ve como un hombre con poca experiencia para estar a la cabeza de la Fuerza Pública, sectores menos radicales aseguran que su elección es un mensaje acertado de Petro en su objetivo de consolidar a Colombia como un país de paz y no guerrerista."Seguramente a los altos mandos no les gustó este nombramiento, pues es alguien que los ha cuestionado, investigado e incluso sindicado, para ellos, de manera injusta. Sin embargo, será obra del tiempo para que Velásquez se gane la confianza y demuestre que lo que busca es que las Fuerzas Armadas sean más pulcras, respetuosas de la ciudadanía y dignas de su labor. Claro, no hay que generalizar, pero en estos momentos la imagen que tienen frente a los colombianos es bastante mala", le asegura a Sputnik Héctor Riveros, analista político.Esto va de la mano del discurso nada guerrerista que tuvo Petro durante la campaña presidencial y que pretende mantener durante sus cuatro años de Gobierno, tiempo en el que ha prometido implementar de lleno el Acuerdo de Paz firmado con las extintas guerrillas de las FARC en 2016.Aunque no será sencillo recuperar la credibilidad de las Fuerzas Militares, mucho menos en una época en la que las ejecuciones extrajudiciales han tomado más fuerza en la opinión pública tras el reconocimiento de estos crímenes por parte de exmilitares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la elección de Velásquez demuestra una limpieza de ideas y de actuar, también una garantía de cero tolerancia e impunidad —como ha sucedido en el pasado— frente a prácticas tan macabras como las de asesinar civiles para mostrarlos como bajas en combate."No se puede tapar con un dedo la realidad colombiana. Tenemos una criminalidad compleja y organizaciones al margen de la ley muy fuertes. Y hay que enfrentarlas con severidad, sí, pero sin un lenguaje de la guerra. Es que hablar en términos guerreristas conlleva una dinámica de corrupción y de violación de los derechos humanos. Sabemos que las Fuerzas Militares son más que necesarias, pero es hora de que cumplan de lleno las reglas y respeten su fin máximo: defender a los colombianos", concluye Riveros.Velásquez, uno de los grandes investigadores en Colombia y estrella en la lucha anticorrupción en Guatemala cuando fue nombrado por la ONU como comisionado contra la impunidad en ese país —sus investigaciones destaparon el mayor caso de corrupción en la nación centroamericana que terminó con la renuncia del entonces presidente Otto Pérez Molina en 2015— tendrá una tarea titánica en la que deberá sopesar la mezcla de un pasado nada grato en las FFMM y el futuro limpio que quiere construir el primer gobierno de izquierda en Colombia. Todo esto para tener un presente más digno, más respetuoso en la defensa de los derechos humanos.
El abogado, que será el ministro de Defensa de Gustavo Petro, ha sido un férreo luchador contra la corrupción y las injusticias, dos conceptos embebidos en la Fuerza Pública. Su labor irá en cambiar el discurso guerrerista de los militares por el de paz que propone el próximo mandatario.
El abogado Iván Velásquez, designado como ministro de Defensa por el presidente electo Gustavo Petro, no tuvo miedo a inicios de la década de los 90 cuando Pablo Escobar —el narcotraficante más famoso y sanguinario en la historia de Colombia— lo amenazó de muerte cuando ejercía como procurador de Antioquia (noroccidente del país) y fue hasta el fondo del modus operandi del narco que tuvo al Estado colombiano en jaque.
"Me amedrentaron muchas veces. Me decían que sí tenía cinco escoltas mandaban el doble de hombres a matarme. Desde entonces tomo decisiones por convicción y por vocación. No me dejo ganar del miedo. Y ahí está Dios para darme confianza", dice Velásquez en las primeras páginas del libro Velásquez, el retador del poder (Intermedio Editores) de la escritora Martha Soto.
En este texto de 224 páginas hay una recapitulación detallada de la vida y la lucha de un hombre que sobrevivió a Escobar y sus intimidaciones, y que más adelante, como director de fiscalías de la región, se dedicó a investigar y destapar los vínculos de políticos con grupos paramilitares, las empresas fachadas que utilizaban para mover activos y su relación estrecha con militares.
Su trabajo lo llevó a ser magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia en el 2000, institución en la que se consolidó como el gran investigador de la parapolítica —de la mano del entonces senador Petro—, haciendo revelaciones que llevaron a juicio a más de 60 congresistas cercanos a la Casa de Nariño, es decir, al expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).
De hecho, el mandatario comandó una campaña de desprestigio cuando Velásquez reveló los nexos con paramilitares de su primo Mario Uribe Escobar —condenado a 90 meses de prisión— y de otros 143 políticos. En otras palabras, se ganó el apelativo de "enemigo" de Uribe cuando Uribe era el hombre más poderoso de Colombia.
En la primera década de este siglo vivió la época más dura a nivel personal al tener al antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) interceptando sus comunicaciones, hurgando en su vida personal y hasta creando montajes para quitarle credibilidad y, por ende, validez a su labor.
Por esa persecución, el mismo Estado colombiano tuvo que pedirle perdón por orden de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y tras la guerra sucia a la que fue sometido. "Le ofrezco disculpas y el firme compromiso de que casos como este no se vuelvan a repetir", dijo en 2020 Camilo Gómez, director de la Agencia Judicial del Estado.
Quizá por lo anterior es que la bancada de oposición que lidera el partido Centro Democrático mostró su rechazo a la designación de Velásquez como cabeza de las Fuerzas Militares. "El nombramiento de un enemigo acérrimo del partido y del jefe del partido de oposición como Ministro de Defensa no es solo un desafío, es una amenaza", dijo Paloma Valencia, senadora de esta colectividad, a través de sus redes sociales.
El nombramiento de una enemigo acérrimo del partido y del jefe del partido de oposición como Ministro de Defensa no es solo un desafío; es una amenaza.
— Paloma Valencia L (@PalomaValenciaL) July 22, 2022
Mientras que la derecha lo ve como un hombre con poca experiencia para estar a la cabeza de la Fuerza Pública, sectores menos radicales aseguran que su elección es un mensaje acertado de Petro en su objetivo de consolidar a Colombia como un país de paz y no guerrerista.
"Seguramente a los altos mandos no les gustó este nombramiento, pues es alguien que los ha cuestionado, investigado e incluso sindicado, para ellos, de manera injusta. Sin embargo, será obra del tiempo para que Velásquez se gane la confianza y demuestre que lo que busca es que las Fuerzas Armadas sean más pulcras, respetuosas de la ciudadanía y dignas de su labor. Claro, no hay que generalizar, pero en estos momentos la imagen que tienen frente a los colombianos es bastante mala", le asegura a Sputnik Héctor Riveros, analista político.
Un gobierno para la paz no puede generar venganzas ni promover odios, pero tampoco proteger impunidades. No puede perseguir, pero tampoco encubrir. Así debe ser la magnanimidad del gobernante.
— Iván Velásquez Gómez (@Ivan_Velasquez_) July 24, 2022
Esto va de la mano del discurso nada guerrerista que tuvo Petro durante la campaña presidencial y que pretende mantener durante sus cuatro años de Gobierno, tiempo en el que ha prometido implementar de lleno el Acuerdo de Paz firmado con las extintas guerrillas de las FARC en 2016.
"Esta llegada de Velásquez demuestra el talante del presidente electo y el mensaje claro de que no se tolerará corrupción al interior de las FFMM. Y, sin duda, los cambios fuertes que habrá. El futuro nos dirá si serán buenos o malos, pero sabemos que serán cambios radicales", agrega Riveros.
Aunque no será sencillo recuperar la credibilidad de las Fuerzas Militares, mucho menos en una época en la que las ejecuciones extrajudiciales han tomado más fuerza en la opinión pública tras el reconocimiento de estos crímenes por parte de exmilitares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la elección de Velásquez demuestra una limpieza de ideas y de actuar, también una garantía de cero tolerancia e impunidad —como ha sucedido en el pasado— frente a prácticas tan macabras como las de asesinar civiles para mostrarlos como bajas en combate.
"No se puede tapar con un dedo la realidad colombiana. Tenemos una criminalidad compleja y organizaciones al margen de la ley muy fuertes. Y hay que enfrentarlas con severidad, sí, pero sin un lenguaje de la guerra. Es que hablar en términos guerreristas conlleva una dinámica de corrupción y de violación de los derechos humanos. Sabemos que las Fuerzas Militares son más que necesarias, pero es hora de que cumplan de lleno las reglas y respeten su fin máximo: defender a los colombianos", concluye Riveros.
Velásquez, uno de los grandes investigadores en Colombia y estrella en la lucha anticorrupción en Guatemala cuando fue nombrado por la ONU como comisionado contra la impunidad en ese país —sus investigaciones destaparon el mayor caso de corrupción en la nación centroamericana que terminó con la renuncia del entonces presidente Otto Pérez Molina en 2015— tendrá una tarea titánica en la que deberá sopesar la mezcla de un pasado nada grato en las FFMM y el futuro limpio que quiere construir el primer gobierno de izquierda en Colombia. Todo esto para tener un presente más digno, más respetuoso en la defensa de los derechos humanos.
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