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El año de Super Mario en Italia
El año de Super Mario en Italia
Sputnik Mundo
ROMA (Sputnik) — La campaña de vacunación y la recuperación económica fueron los retos del año para el primer ministro de Italia, Mario Draghi, quien no dudó... 29.12.2021, Sputnik Mundo
2021-12-29T14:47+0000
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Cargos y apodosAntes de llegar a ser primer ministro, Draghi, considerado un célebre economista, fue director ejecutivo y más tarde vicepresidente del Banco Mundial, presidente del Banco de Italia y jefe del Banco Central Europeo (BCE).A lo largo de su carrera, acumuló varios apodos. La prensa italiana lo llama Super Mario. En los tiempos de su permanencia en el BCE lo tachaban de "más alemán que los alemanes", y, en 2012, se ganó el título de "salvador del euro", después de que lograra calmar el pánico en los mercados financieros europeos, asegurando que el BCE haría whatever it takes (lo que hiciera falta) para rescatar su moneda.Luego de que en 2019 expirara su mandato en el BCE, los medios italianos especularon bastante sobre sus planes para el futuro: según algunos, Draghi pensaba en presentarse como candidato a la presidencia de la República.Sin embargo, el 13 de febrero de 2021 el presidente Sergio Mattarella le otorgó el mandato de formar el Gobierno y Draghi lo aceptó.Retos y apoyosAl tomar posesión del cargo, el nuevo primer ministro podía contar con dos elementos clave a su favor. En primer lugar, gozaba de una amplia mayoría parlamentaria: su Gabinete recibió el apoyo de todas las formaciones políticas más importantes del país. La única excepción fue el partido de derecha radical Fratelli d'Italia, el cual, sin embargo, no tenía ni recursos, ni voluntad para oponerse vigorosamente a las políticas del nuevo Gobierno.El apoyo internacional constituía otra ventaja, sobretodo, a nivel europeo. Al difundirse la noticia de su nombramiento, el vicepresidente de la Comisión Europea Margaritis Schinas aseguró que Draghi seguía siendo "respetado y admirado" en Bruselas, mientras su sucesora en el BCE, Christine Lagarde, declaró que no tenía dudas de que el nuevo primer ministro acabaría con la crisis económica y social en Italia.En cuanto a los desafíos, el más importante sería el coronavirus. En aquel entonces, Italia acababa de salir de una oleada de COVID-19 y temía un nuevo rebrote, que, de hecho, no se hizo esperar.Varios expertos instaban al recién nombrado jefe del Gobierno a reforzar las medidas para contener la difusión del contagio, pero Draghi comprendía que, tras un año de restricciones que habían provocado una caída de 8,9% del PIB, un nuevo cierre de actividades retrasaría aún más la tan anhelada recuperación.Vacunación a toda velaPor lo tanto, acelerar una campaña de inmunización fue la única solución que vio Draghi para solucionar el dilema de los contagios y la recuperación económica. Dos semanas después de su nombramiento, despidió al comisario extraordinario para la emergencia del COVID-19, Domenico Arcuri, que no había logrado asegurar un alto ritmo de vacunación, y lo sustituyó por el general Francesco Paolo Figliuolo.El recurso de los militares surtió sus efectos. El objetivo de suministrar medio millón de dosis al día, que Draghi fijó a finales de marzo, fue alcanzado dos meses después, y ya a principios de junio la mejora de la situación epidemiológica permitió a las autoridades levantar una buena parte de las restricciones anti-COVID.Al mismo tiempo, no vaciló en recurrir a medidas drásticas para doblegar la resistencia de los renitentes a la inmunización. Su principal arma fue el pase sanitario, que en Italia se llama green pass y se entrega a los que hayan completado la pauta de vacunación, curado del COVID en los últimos seis meses, o sometido al test antigénico en las 48 horas anteriores.En julio, el green pass se hizo obligatorio para el transporte de largo recorrido. En agosto se extendió a los interiores de restaurantes, bares, teatros, museos, piscinas y gimnasios. Y desde mediados de octubre también hay que presentarlo para acceder a los puestos de trabajo.Por supuesto, la línea dura del Gobierno provocó una fuerte resistencia, que el 9 de octubre culminó en el intento fracasado, de antivacunas y neofascistas, de asaltar el Palacio Chigi (residencia del Ejecutivo). Antes y después de esa fecha, en muchas ciudades se celebraron numerosas manifestaciones, pero el Gobierno no quiso dar marcha atrás, lo que convirtió a Italia en uno de los países con la tasa de vacunación más alta en el mundo entero.Proyectos de reformasEn el campo económico, el Gobierno de Draghi se concentró en estimular la recuperación y preparar las reformas, necesarias para obtener los más de 200.000 millones de euros (226.510 millones de dólares) de ayudas previstas por el Plan para la Recuperación de la economía europea.Ya en abril el Ejecutivo terminó el plan de reformas, que apuntaba hacia la digitalización, la innovación, el desarrollo de infraestructuras y una mayor competitividad de la economía nacional. Bruselas aprobó el documento, con lo cual, en verano, Roma empezó a cobrar los primeros tramos del referido monto.La mayor parte de las reformas, incluida la de imposición, que debe aliviar la altísima presión fiscal en Italia, aún se encuentran en la fase inicial o ni siquiera han empezado, pero la gestión prudente de las finanzas públicas y los incentivos para el crecimiento económico ya dieron sus resultados.Según las últimas previsiones de las instituciones italianas e internacionales, el PIB del país debería aumentar en un 6,2% para finales de 2021 y en 4,3% en 2022, cifras suficientes para recuperar completamente el bajón determinado por la pandemia.Un año de estabilidad políticaEn vísperas del primer aniversario de su nombramiento, Draghi goza de una posición muy estable, que ninguna fuerza política se atreve a desafiar.Incluso, dado que descartó la opción de participar en las elecciones presidenciales, el primer ministro podrá permanecer en su cargo hasta las elecciones parlamentarias previstas para 2023. Mientras tanto, Italia vive un período de relativa calma, algo insólito para su agitada historia política.
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🌍 europa, italia, acontecimientos que dejaron huella en 2021, vacunación, reformas, covid-19, unión europea (ue)
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Antes de llegar a ser primer ministro, Draghi, considerado un célebre economista, fue director ejecutivo y más tarde vicepresidente del Banco Mundial, presidente del Banco de Italia y jefe del Banco Central Europeo (BCE).
A lo largo de su carrera, acumuló varios apodos. La prensa italiana lo llama Super Mario. En los tiempos de su permanencia en el BCE lo tachaban de "más alemán que los alemanes", y, en 2012, se ganó el título de "salvador del euro", después de que lograra calmar el pánico en los mercados financieros europeos, asegurando que el BCE haría whatever it takes (lo que hiciera falta) para rescatar su moneda.
Luego de que en 2019 expirara su mandato en el BCE, los medios italianos especularon bastante sobre sus planes para el futuro: según algunos, Draghi pensaba en presentarse como candidato a la presidencia de la República.
Sin embargo, el 13 de febrero de 2021 el presidente Sergio Mattarella le otorgó el mandato de formar
el Gobierno y Draghi lo aceptó.
Al tomar posesión del cargo, el nuevo primer ministro podía contar con dos elementos clave a su favor. En primer lugar, gozaba de una amplia mayoría parlamentaria: su Gabinete recibió el apoyo de todas las formaciones políticas más importantes del país. La única excepción fue el partido de derecha radical Fratelli d'Italia, el cual, sin embargo, no tenía ni recursos, ni voluntad para oponerse vigorosamente a las políticas del nuevo Gobierno.
El apoyo internacional constituía otra ventaja, sobretodo, a nivel europeo. Al difundirse la noticia de su nombramiento, el vicepresidente de la Comisión Europea Margaritis Schinas aseguró que Draghi seguía siendo "respetado y admirado" en Bruselas, mientras su sucesora en el BCE, Christine Lagarde, declaró que no tenía dudas de que el nuevo primer ministro acabaría con la crisis económica y social en Italia.
En cuanto a los desafíos, el más importante sería el coronavirus. En aquel entonces, Italia acababa de salir de una oleada de COVID-19 y temía un nuevo rebrote, que, de hecho, no se hizo esperar.
9 de septiembre 2020, 14:26 GMT
Varios expertos instaban al recién nombrado jefe del Gobierno a reforzar las medidas para contener la difusión del contagio, pero Draghi comprendía que, tras un año de restricciones que habían provocado una caída de 8,9% del PIB, un nuevo cierre de actividades retrasaría aún más la tan anhelada recuperación.
Por lo tanto, acelerar una campaña de inmunización fue la única solución que vio Draghi para solucionar el dilema de los contagios y la recuperación económica. Dos semanas después de su nombramiento, despidió al comisario extraordinario para la emergencia del COVID-19, Domenico Arcuri, que no había logrado asegurar un alto ritmo de vacunación, y lo sustituyó por el general Francesco Paolo Figliuolo.
El recurso de los militares surtió sus efectos. El objetivo de suministrar medio millón de dosis al día, que Draghi fijó a finales de marzo, fue alcanzado dos meses después, y ya a principios de junio la mejora de la situación epidemiológica permitió a las autoridades
levantar una buena parte de las restricciones anti-COVID.
Al mismo tiempo, no vaciló en recurrir a medidas drásticas para doblegar la resistencia de los renitentes a la inmunización. Su principal arma fue el pase sanitario, que en Italia se llama green pass y se entrega a los que hayan completado la pauta de vacunación, curado del COVID en los últimos seis meses, o sometido al test antigénico en las 48 horas anteriores.
16 de diciembre 2021, 18:35 GMT
En julio, el green pass se hizo obligatorio para el transporte de largo recorrido. En agosto se extendió a los interiores de restaurantes, bares, teatros, museos, piscinas y gimnasios. Y desde mediados de octubre también
hay que presentarlo para acceder a los puestos de trabajo.
Por supuesto, la línea dura del Gobierno provocó una fuerte resistencia, que el 9 de octubre culminó en el intento fracasado, de antivacunas y neofascistas, de asaltar el Palacio Chigi (residencia del Ejecutivo). Antes y después de esa fecha, en muchas ciudades se celebraron
numerosas manifestaciones, pero el Gobierno no quiso dar marcha atrás, lo que convirtió a Italia en uno de los países con la tasa de vacunación más alta en el mundo entero.
En el campo económico, el Gobierno de Draghi se concentró en estimular la recuperación y preparar las reformas, necesarias para obtener los más de 200.000 millones de euros (226.510 millones de dólares) de
ayudas previstas por el Plan para la Recuperación de la economía europea.
Ya en abril el Ejecutivo terminó el plan de reformas, que apuntaba hacia la digitalización, la innovación, el desarrollo de infraestructuras y una mayor competitividad de la economía nacional. Bruselas aprobó el documento, con lo cual, en verano, Roma empezó a cobrar los primeros tramos del referido monto.
20 de diciembre 2021, 18:16 GMT
La mayor parte de las reformas, incluida la de imposición, que debe aliviar la altísima presión fiscal en Italia, aún se encuentran en la fase inicial o ni siquiera han empezado, pero la gestión prudente de las finanzas públicas y los incentivos para el crecimiento económico ya dieron sus resultados.
Según las últimas previsiones de las instituciones italianas e internacionales, el PIB del país debería aumentar en un 6,2% para finales de 2021 y en 4,3% en 2022, cifras suficientes para recuperar completamente el bajón determinado por la pandemia.
Un año de estabilidad política
En vísperas del primer aniversario de su nombramiento, Draghi goza de una posición muy estable, que ninguna fuerza política se atreve a desafiar.
Incluso, dado que descartó la opción de participar en las elecciones presidenciales, el primer ministro podrá permanecer en su cargo hasta las elecciones parlamentarias previstas para 2023. Mientras tanto, Italia vive un período de relativa calma, algo insólito para su agitada historia política.
13 de diciembre 2021, 18:18 GMT