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Chile es el espejo que muestra el futuro de América Latina
Chile es el espejo que muestra el futuro de América Latina
Sputnik Mundo
El futuro de América Latina se mira en el espejo de Chile: el 19 de diciembre decidirán la presidencia los dos extremos, Gabriel Boric, candidato de izquierda... 25.11.2021, Sputnik Mundo
2021-11-25T00:44+0000
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Mientras que los partidos que gobernaron desde el retorno de la democracia por más de tres décadas quedaron en cuarto y quinto lugar, y un candidato que hizo campaña desde EEUU quedó tercero.El hundimiento de los partidos tradicionales es la consecuencia del estallido social iniciado en 2019 que provocó un terremoto político y desembocó en la convocatoria a una Convención Constituyente para reemplazar la Carta Magna de Augusto Pinochet, aprobada por un 80% de votos en el referéndum de 2020, en plena pandemia, seguida por la elección de convencionales en mayo de este año, que arrojó una mayoría de independientes y de izquierda. El nombramiento de una líder mapuche, Elisa Loncon, para presidir la Convención, es el símbolo de este profundo proceso que está modificando de raíz la estructura política chilena.Solo para ilustrar: la Democracia Cristiana, uno de los principales partidos tradicionales chilenos, cuyos presidentes gobernaron desde 1990 hasta el año 2000, y que ha sido decisivo en la política del país trasandino, obtuvo solo dos diputados en la Convención Constituyente.Pero esto no es nada en relación con lo que está por venir: ¿qué pasará si Kast gana la segunda vuelta el 19 de diciembre, con una Constituyente que marcha en sentido contrario? ¿Qué pasaría si —gane Boric o Kast— la Constituyente eliminara la institución presidencial, o el Senado y el sistema bicameral, y lo reemplazara por una sola cámara? ¿Aún si gana Kast, qué pasaría si se decidiera convocar nuevas elecciones presidenciales en 2022?La prensa destaca como hecho notable la votación del outsider Franco Parisi, que obtuvo 12% desde EEUU sin pisar Chile, pero si bien es una muestra de la decadencia total de los partidos tradicionales, no es algo nuevo, pues ya había obtenido una votación similar hace cuatro años.Lo más notable es el triunfo de Boric en Santiago, la mayor concentración urbana y centro del estallido social. La más votada de todo el país para el Senado fue Fabiola Campillai, rostro de las protestas, que perdió los ojos por culpa de la violencia de los Carabineros y que hizo campaña sin el respaldo de ningún partido en la Región Metropolitana.Aun si Kast se impusiera en las elecciones de diciembre, lo que marcaría su gestión sería la crisis y la división del país, como sucede en Perú, con un Gobierno enfrentado a la Constituyente. De cualquier manera, el Chile dictatorial de Pinochet y los gobiernos de la democracia que mantuvieron la Constitución de la dictadura, se han ido para siempre.El terremoto del COVID-19Lo de Chile es la expresión más avanzada de lo que sucede en toda América Latina: la brutal crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia del COVID-19 que ha sacudido como un terremoto, desde el Estrecho de Magallanes hasta el Caribe, a la estructura política del continente: los partidos tradicionales son derrotados en elecciones, aparecen fuerzas independientes, se polarizan las elecciones a la izquierda y a la derecha, se intensifican las movilizaciones y protestas sociales y resurgen con fuerza los pueblos originarios, desde Ecuador, pasando por Perú, Bolivia, Chile y hasta Argentina.Cómo sorprenderse de lo que pasa en Perú, el país con más muertos del mundo por COVID-19 por millón de habitantes —6.023 al 23 de noviembre, según Ourworldindata—.La cifra de muertos de Perú duplica la de Brasil (2.865) triplica la de América del Norte (1.945), multiplica por cuatro la de los países de altos ingresos (1.491), y por más de seis la de los países de más altos ingresos (864).No solo eso, América del Sur es la región del mundo con más muertos por millón de habitantes (2.714), con una tasa 50% mayor a la de la Unión Europea (1.863). Con solo el 5% de la población mundial, tenemos el 22% de los muertos del planeta.Brasil (2.865), Argentina (2.552), Colombia (2.500), Paraguay (2.266), México (2.245) y Chile (1.986), superan todos a América del Norte (1.945).La catástrofe económicaAntes de la pandemia, América Latina venía con una trayectoria hacia el estancamiento: entre 2014 y 2019 creció a una tasa promedio de 0,3%, menor al promedio del sexenio que incluye la Primera Guerra Mundial (0,9%) y la Gran Depresión (1,3%), según la CEPAL.En 2020, la pandemia desencadenó la mayor crisis de los mercados laborales desde 1950. Los mercados del trabajo de la región fueron los más afectados del mundo por la crisis y el número de ocupados cayó 9,0% en 2020.La economía latinoamericana se contrajo un 6,3%, 50% más que la caída de la economía global, (4,3%) en 2020 y la recuperación esperada en 2021 no alcanzará para compensar esa caída.Ahora nos llega la inflación mundial, pues los alimentos aumentaron 30% en 2020 en el mundo, fenómeno acelerado por el freno y el encarecimiento del transporte mundial. En Argentina la inflación interanual supera el 50%, en Brasil se alzó en casi 11% anual hasta octubre, la más alta del siglo, en México un 6,2%, en Chile 6%, en Perú 5,8% y en Colombia 4,5%, tres veces más que en 2019.El maremoto político golpea a los países del PacíficoHasta antes de la pandemia, la región del Pacífico era la más próspera de América Latina: el crecimiento de Chile, Perú y Colombia era elogiado por todos los organismos internacionales. Tanto era el entusiasmo, que en 2011 se creó la Alianza del Pacífico (AP), un bloque comercial aperturista y liberal formado por Chile, Colombia, Perú y México, como respuesta al fracaso por imponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) durante el Gobierno de George W. Bush, que fue rechazada en 2005 por los gobiernos progresistas de América Latina, encabezados por Hugo Chávez y Néstor Kirchner en Mar del Plata.La AP era presentada como el modelo de apertura y liberalismo opuesto al proteccionismo del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay), con un arancel promedio que es la mitad y una mayor apertura comercial. Pero justamente por esa apertura, fue la primera región en sufrir los embates de la pandemia, con la paralización del comercio mundial en 2020.La costa pacífica de América del Sur, con sus Gobiernos neoliberales y aliados de Washington —Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia, Pedro Kuczynski en Perú— , era la base de apoyo para iniciativas como el Grupo de Lima, creado en 2017 contra el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Pero, como una falla tectónica, la desigualdad y la pobreza, incentivadas por la pandemia, han desencadenado un terremoto político que se ha transmitido a lo largo de toda la cordillera, y esta base de apoyo de EEUU parece haber sucumbido.En Perú, los partidos que rigieron la política del país andino durante décadas como el APRA y el fujimorismo fueron derrotados por un maestro rural, Pedro Castillo, líder de una gran huelga en 2017, que se impuso sobre los grandes poderes de Lima, en un país donde los últimos seis presidentes han sido acusados de corrupción, han ido a prisión y uno de ellos, Alan Garcia, se suicidó. El Gobierno de Castillo sufre los embates de la oposición fujimorista y vive en una crisis permanente, pero eso es lo que mina las miradas de los inversores, como las grandes compañías mineras que durante décadas perforaron los Andes para llevarse sus riquezas.En Colombia, el paro nacional de abril de 2021 continuó durante todo el año con acciones de protesta que superaron los límites de las marchas convencionales, con fenómenos como la organización de los jóvenes de Primera Línea, verdaderas organizaciones de autodefensa popular, haciendo frente a los matones paramilitares y defendiendo a sus activistas.Desde el Paro Cívico Nacional de 1977, hace 44 años, no había en Colombia una protesta de esta naturaleza. En un país donde jamás hubo un gobierno de centroizquierda y donde los partidos tradicionales —antes Liberal y Conservador, luego Partido de la U y Centro Democrático— han gobernado históricamente, por primera vez existe la posibilidad de triunfo de un candidato de izquierda progresista, Gustavo Petro, gracias al Pacto Histórico de fuerzas de centroizquierda que se han unido hacia las elecciones de 2022.En Argentina, los polos se fortalecen: mientras que en la capital, Buenos Aires, la derecha libertaria de Javier Milei obtuvo el 17% en las elecciones de medio término del 14 de noviembre, el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que une a los partidos trotskistas, fue la tercera fuerza. Dentro de este avance, hay que destacar el triunfo de Alejandro Vilca, un coya recolector de basura, en la norteña provincia de Jujuy, vecina con Bolivia, que logró el 25% de los votos e ingresar al Congreso por primera vez en la historia provincial.La reivindicación de los pueblos originarios se cuela por las fronteras, de norte a sur, como sucedió en Ecuador, con el virtual empate técnico que obtuvo Yaku Perez del movimiento Pachakutik en las presidenciales de 2021 y que casi le permite disputar la segunda vuelta contra el actual presidente, Guillermo Lasso, como sucede en Perú con el triunfo de Castillo, en Bolivia con el retorno del MAS en las elecciones de 2020 tras el golpe de Estado contra Evo Morales en 2019 y el breve mandato de Jeanine Añez, en Chile, con las protestas del pueblo mapuche que se expresan en los 17 convencionales constituyentes para los pueblos originarios y la emblemática presidencia de Elisa Loncon, y como empieza a suceder en Argentina, como lo expresa el triunfo de Vilca sino por las crecientes acciones mapuche en la Patagonia.Y en Brasil, la verborragia derechista y criminal de Jair Bolsonaro, en un país que tiene la segunda cantidad de muertos del mundo por la pandemia solo por debajo de EEUU, se afianza cada vez más la posibilidad de retorno de Luis Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales de 2022.Todo esto cambia la configuración política de la región, al derribar los pilares más conservadores y los aliados más fuertes de EEUU, favorecer el retorno de gobiernos como el MAS en Bolivia o el posible de Lula.La posibilidad de un triunfo de Kast en Chile, el ascenso de Milei en Argentina, son parte de esta polarización, pero así como la victoria de un gobierno progresista como el de Castillo en Perú no frena la crisis, la perspectiva de que Kast gane en Chile solo la acelerará. En medio de las catastróficas consecuencias económicas y sociales de la pandemia, nada será estabilidad.Entramos en un periodo en el cual se aceleran y agudizan las confrontaciones por el derrumbe de las estanterías políticas, en un periodo de efervescencia social, crisis políticas e institucionales, pues, aunque lo viejo se derrumbó, lo nuevo todavía no surge.LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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política, ✒️ firmas, chile, alianza del pacífico, gobierno de chile, gabriel boric, neoliberalismo, progresismo, josé antonio kast, grupo de lima, elecciones presidenciales en chile (2021)
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Mientras que los partidos que gobernaron desde el retorno de la democracia por más de tres décadas
quedaron en cuarto y quinto lugar, y un candidato que hizo campaña desde EEUU quedó tercero.
El
hundimiento de los partidos tradicionales es la consecuencia del estallido social iniciado en 2019 que provocó un terremoto político y desembocó en la convocatoria a una Convención Constituyente para
reemplazar la Carta Magna de Augusto Pinochet, aprobada por un 80% de votos en el referéndum de 2020, en plena pandemia, seguida por la elección de convencionales en mayo de este año, que arrojó una mayoría de independientes y de izquierda. El nombramiento de una líder mapuche,
Elisa Loncon, para presidir la Convención, es el símbolo de este profundo proceso que está modificando de raíz la estructura política chilena.
Solo para ilustrar: la Democracia Cristiana, uno de los principales partidos tradicionales chilenos, cuyos presidentes gobernaron desde 1990 hasta el año 2000, y que ha sido decisivo en la política del país trasandino, obtuvo solo dos diputados en la Convención Constituyente.
Pero esto no es nada en relación con lo que está por venir: ¿qué pasará si Kast gana la segunda vuelta el 19 de diciembre, con una Constituyente que marcha en sentido contrario? ¿Qué pasaría si —gane Boric o Kast— la Constituyente eliminara la institución presidencial, o el Senado y el sistema bicameral, y lo reemplazara por una sola cámara? ¿Aún si gana Kast, qué pasaría si se decidiera convocar nuevas elecciones presidenciales en 2022?
La prensa destaca como hecho notable
la votación del outsider Franco Parisi, que obtuvo 12% desde EEUU sin pisar Chile, pero si bien es una muestra de la decadencia total de los partidos tradicionales, no es algo nuevo, pues ya había obtenido una votación similar hace cuatro años.
22 de noviembre 2021, 17:02 GMT
Lo más notable es el
triunfo de Boric en Santiago, la mayor concentración urbana y centro del estallido social. La más votada de todo el país para el Senado fue
Fabiola Campillai, rostro de las protestas, que
perdió los ojos por culpa de la violencia de los Carabineros y que hizo campaña sin el respaldo de ningún partido en la Región Metropolitana.
Aun si Kast se impusiera en las
elecciones de diciembre, lo que marcaría su gestión sería la crisis y la división del país, como sucede en Perú, con un Gobierno enfrentado a la Constituyente. De cualquier manera, el Chile dictatorial de Pinochet y los gobiernos de la democracia que mantuvieron la Constitución de la dictadura, se han ido para siempre.
El terremoto del COVID-19
Lo de Chile es la expresión más avanzada de lo que sucede en toda América Latina: la brutal crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia del COVID-19 que ha sacudido como un terremoto, desde el Estrecho de Magallanes hasta el Caribe, a la estructura política del continente: los partidos tradicionales son derrotados en elecciones, aparecen fuerzas independientes,
se polarizan las elecciones a la izquierda y a la derecha, se intensifican las movilizaciones y protestas sociales y resurgen con fuerza los pueblos originarios, desde Ecuador, pasando por Perú, Bolivia, Chile y hasta Argentina.
Cómo sorprenderse de lo que pasa en
Perú, el país con más muertos del mundo por COVID-19 por millón de habitantes —6.023 al 23 de noviembre,
según Ourworldindata—.
7 de abril 2021, 19:51 GMT
La cifra de muertos de Perú duplica la de Brasil (2.865) triplica la de América del Norte (1.945), multiplica por cuatro la de los países de altos ingresos (1.491), y por más de seis la de los países de más altos ingresos (864).
No solo eso, América del Sur es la región del mundo con más muertos por millón de habitantes (2.714), con una tasa 50% mayor a la de la Unión Europea (1.863). Con solo el 5% de la población mundial, tenemos el 22% de los muertos del planeta.
Brasil (2.865), Argentina (2.552), Colombia (2.500), Paraguay (2.266), México (2.245) y Chile (1.986), superan todos a América del Norte (1.945).
Antes de la pandemia, América Latina venía con una trayectoria hacia el estancamiento: entre 2014 y 2019 creció a una tasa promedio de 0,3%, menor al promedio del sexenio que incluye la Primera Guerra Mundial (0,9%) y la Gran Depresión (1,3%), según la
CEPAL.
En 2020, la pandemia desencadenó la mayor crisis de los mercados laborales desde 1950. Los mercados del trabajo de la región fueron los más afectados del mundo por la crisis y el número de ocupados cayó 9,0% en 2020.
19 de octubre 2021, 16:02 GMT
La economía latinoamericana se contrajo un 6,3%, 50% más que la caída de la economía global, (4,3%) en 2020 y la recuperación esperada en 2021 no alcanzará para compensar esa caída.
Ahora
nos llega la inflación mundial, pues los alimentos aumentaron 30% en 2020 en el mundo, fenómeno acelerado por el freno y el encarecimiento del transporte mundial. En Argentina la inflación interanual supera el 50%, en Brasil se alzó en casi 11% anual hasta octubre, la más alta del siglo, en México un 6,2%, en Chile 6%, en Perú 5,8% y en Colombia 4,5%, tres veces más que en 2019.
El maremoto político golpea a los países del Pacífico
Hasta antes de la pandemia, la región del Pacífico era la más próspera de América Latina: el crecimiento de Chile, Perú y Colombia era elogiado por todos los organismos internacionales. Tanto era el entusiasmo, que en 2011 se creó la
Alianza del Pacífico (AP), un bloque comercial aperturista y liberal formado por Chile, Colombia, Perú y México, como respuesta al fracaso por imponer el Área de Libre Comercio de las Américas (
ALCA) durante el Gobierno de George W. Bush,
que fue rechazada en 2005 por los gobiernos progresistas de América Latina, encabezados por Hugo Chávez y Néstor Kirchner en Mar del Plata.
La AP era presentada como el modelo de apertura y liberalismo opuesto al proteccionismo del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay), con un arancel promedio que es la mitad y una mayor apertura comercial. Pero justamente por esa apertura, fue la primera región en sufrir los embates de la pandemia, con la paralización del comercio mundial en 2020.
La costa pacífica de América del Sur, con sus
Gobiernos neoliberales y aliados de Washington —Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia, Pedro Kuczynski en Perú— , era la base de apoyo para iniciativas como
el Grupo de Lima, creado en 2017 contra el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Pero, como una falla tectónica, la desigualdad y la pobreza, incentivadas por la pandemia, han desencadenado un terremoto político que se ha transmitido a lo largo de toda la cordillera, y esta base de apoyo de EEUU parece haber sucumbido.
16 de noviembre 2021, 19:45 GMT
En Perú, los partidos que rigieron la política del país andino durante décadas como el APRA y el fujimorismo fueron derrotados por un maestro rural,
Pedro Castillo, líder de una gran huelga en 2017, que
se impuso sobre los grandes poderes de Lima, en un país donde los últimos seis presidentes han sido acusados de corrupción, han ido a prisión y uno de ellos,
Alan Garcia, se suicidó. El Gobierno de Castillo sufre los embates de la oposición fujimorista y vive en una crisis permanente, pero eso es lo que mina las miradas de los inversores, como las grandes compañías mineras que durante décadas perforaron los Andes para llevarse sus riquezas.
En Colombia, el
paro nacional de abril de 2021 continuó durante todo el año con acciones de protesta que superaron los límites de las marchas convencionales, con fenómenos como la organización de los jóvenes de Primera Línea, verdaderas organizaciones de autodefensa popular, haciendo frente a los matones paramilitares y defendiendo a sus activistas.
Desde el Paro Cívico Nacional de 1977, hace 44 años, no había en Colombia una protesta de esta naturaleza. En un país donde jamás hubo un gobierno de centroizquierda y donde los partidos tradicionales —antes Liberal y Conservador, luego Partido de la U y Centro Democrático— han gobernado históricamente, por primera vez existe la
posibilidad de triunfo de un candidato de izquierda progresista, Gustavo Petro, gracias al Pacto Histórico de fuerzas de centroizquierda que se han unido hacia las elecciones de 2022.
23 de noviembre 2021, 21:57 GMT
En Argentina, los polos se fortalecen: mientras que en la capital, Buenos Aires,
la derecha libertaria de Javier Milei obtuvo el 17% en las elecciones de medio término del 14 de noviembre, el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que une a los partidos trotskistas, fue la tercera fuerza. Dentro de este avance, hay que destacar el
triunfo de Alejandro Vilca, un coya recolector de basura, en la norteña provincia de Jujuy, vecina con Bolivia, que logró el 25% de los votos e ingresar al Congreso por primera vez en la historia provincial.
La
reivindicación de los pueblos originarios se cuela por las fronteras, de norte a sur, como sucedió en Ecuador, con el virtual empate técnico que obtuvo
Yaku Perez del movimiento Pachakutik en las presidenciales de 2021 y que casi le permite disputar la segunda vuelta contra el actual presidente, Guillermo Lasso, como sucede en Perú con el triunfo de Castillo, en Bolivia con el retorno del MAS en las elecciones de 2020 tras el golpe de Estado contra Evo Morales en 2019 y el breve mandato de Jeanine Añez, en Chile, con las protestas del pueblo mapuche que se expresan en los 17 convencionales constituyentes para los pueblos originarios y la emblemática presidencia de
Elisa Loncon, y como empieza a suceder en Argentina, como lo expresa el triunfo de Vilca sino por las crecientes acciones mapuche en la Patagonia.
Y en Brasil, la verborragia derechista y criminal de Jair Bolsonaro, en un país que tiene la segunda cantidad de muertos del mundo por la pandemia solo por debajo de EEUU, se afianza cada vez más la
posibilidad de retorno de Luis Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales de 2022.
13 de noviembre 2021, 02:12 GMT
Todo esto cambia la configuración política de la región, al derribar los pilares más conservadores y los aliados más fuertes de EEUU, favorecer el retorno de gobiernos como el MAS en Bolivia o el posible de Lula.
La posibilidad de un triunfo de Kast en Chile, el ascenso de Milei en Argentina, son parte de esta polarización, pero así como la victoria de un gobierno progresista como el de Castillo en Perú no frena la crisis, la perspectiva de que Kast gane en Chile solo la acelerará. En medio de las catastróficas consecuencias económicas y sociales de la pandemia, nada será estabilidad.
Entramos en un periodo en el cual se aceleran y agudizan las confrontaciones por el derrumbe de las estanterías políticas, en un periodo de efervescencia social, crisis políticas e institucionales, pues, aunque lo viejo se derrumbó, lo nuevo todavía no surge.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK