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La mafia ambiental en Honduras: así operan los traficantes de pepinos de mar

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Pepino de mar - Sputnik Mundo, 1920, 26.08.2021
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Se agotaron los pepinos de mar en Asia Central, pero aún no en las aguas caribeñas del noreste de Honduras. Desde 2016, el poblado de pesqueros de Cauquira suple el vacío: pesca grandes cantidades de forma ilegal para traficar a través de intermediarios vietnamitas y taiwaneses, ante los ojos de funcionarios estatales. Así opera la red criminal.
En el municipio de Cauquira (departamento Gracias a Dios) no hay presencia estatal: se asienta sobre un archipiélago en el extremo noreste de Honduras al que es difícil de llegar. Allí los devenires de la comunidad corren por caminos paralelos a los de la capital, Tegucigalpa, y otras grandes ciudades a menos de 500 kilómetros, como La Ceiba (norte) y San Pedro Sula (norte).
En ese remoto lugar el "boyante" mercado negro del pepino de mar —un equinodermo que se parece a una babosa babosa gigante y habita en el lecho alrededor de los arrecifes—, ha matado a decenas de buzos jóvenes, corrompido a supervisores estatales, y afianzado una red de traficantes asiáticos en la zona de Cauquira, reveló una investigación de InSight Crime, una organización de periodistas y académicos especializados en crimen organizado en América Latina.

Los pepinos de mar en la pesca de Honduras

Cada año a mediados de julio se da inicio de la temporada de pesca de langostas, langostinos y pepinos de mar. Estos son los productos legales que los pescadores de Cauquira toman del suelo marino alrededor de los arrecifes coralinos. Hay unos 200 botes que recogen hasta 1.600 toneladas de pepinos de mar en seis meses.
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La industria de pepino de mar no es nueva precisamente, pero todo cambió cuando a finales de la década de 2010 empezaron a llegar intermediarios taiwaneses y vietnamitas a Puerto Lempira, capital de Gracias a Dios, y posteriormente a Cauquira.
Los extranjeros "buscaban abastecer el vibrante, pero agotado mercado asiático". En esa parte del mundo los equinodermos "se consideraban un manjar", explican en InSight Crime.
En menos de 10 años, Honduras triplicó sus exportaciones de pepinos de mar: en 2010, exportó 550 toneladas; en 2018, cerca de 1.600, según un informe del Banco Central de Honduras, al que InSight Crime tuvo acceso. El Gobierno hondureño estima que de cada 10 toneladas de pepinos de mar que se exportan, ocho proceden de los bancos de pesca alrededor de Cauquira.
"Esos botes son la marina no oficial de Cauquira, motivo de orgullo para los pobladores", aseguran los investigadores. Pero también de conflictos y angustias. Esas 1.600 toneladas son las exportaciones registradas legalmente. "Bajo cuerda se mueven millones de dólares", advierten.
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Hay un número limitado de licencias de pesca, y las que están disponibles cuestan alrededor de 100.000 lempiras (unos 4.000 dólares). En 2018, el Gobierno hondureño otorgó 36 licencias. Cada licencia autorizaba la extracción de 10 toneladas de pepinos de mar. Pero los funcionarios locales dijeron a InSight Crime que al menos se sacaron 1.500 toneladas.
En el mercado formal de Hong Kong —según estimó en 2015 la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas—, medio kilo de pepinos de mar podía alcanzar precios de 230 dólares. "Por ese valor, la cantidad de pepino de mar extraído por un solo barco pesquero hondureño en una temporada ordinaria podría venderse por unos 690.000 dólares en el mercado asiático".

¿Cómo Cauquira se convirtió en el epicentro del tráfico de pepinos de mar?

Ante el desamparo estatal y la falta de trabajo, los botes de los pesqueros han servido como transportadores de cocaína de narcotraficantes colombianos. Pero desde que en la última década las autoridades hondureñas —apoyadas por la agencia estadounidense Administración de Control de Drogas, DEA, por sus siglas en inglés—, desbarataron a varias redes criminales, los pescadores locales "cambiaron a otro producto que llamara menos la atención": los pepinos de mar. Su extracción ilegal y tráfico es un buen negocio.
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"Hay formas relativamente fáciles de evadir a reguladores y legisladores, especialmente en un lugar tan remoto como Cauquira", explican en InSight Crime.

¿Cómo opera la red de tráfico de pepinos de mar en Honduras?

Son los capitanes de los barcos quienes pagan a los buzos, y a ellos, los intermediarios asiáticos, que muchas veces incluso pagan la gasolina o tanques de oxígeno y otros equipos para la extracción ilegal de los pepinos de mar.
En promedio, 40 buzos con 40 asistentes viajan en los barcos. Los reclutadores locales, conocidos como saca buzos, hacen la conexión para que los buzos acepten lo que creen que es un salario básico: unos 300 dólares por 22 días de trabajo en altamar. La mitad del dinero la pagan por adelantado, la otra mitad se negocia en altamar, donde los capitanes "muchas veces abusan de su poder" y no cumplen con su palabra.
Aunque a bordo por ley debería haber un biólogo de la Dirección General de Pesca y Agricultura que controle que se está pescando según la normativa, "los capitanes muchas veces sobornan a los reguladores para que miren para otro lado", se lee en la investigación.
Además, el mercado es volátil y está "sujeto a la manipulación". A veces los intermediarios asiáticos les venden a menores precios a los pescadores de la región, o envían intermediarios hondureños para que negocien mediante ultimátums, o lo toman o lo dejan.
Los intermediarios también tienen influencia por el dinero que entregan a los pescadores. Los capitanes de Cauquira entrevistados por InSight Crime dicen que el dinero en efectivo de los intermediarios permite dotar los barcos para pasar varias semanas en el mar.
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Y cuando hay poco dinero, o si la cosecha no es muy buena, los barcos recurren a otros productos, como langostas, caracoles, medusas o narcóticos. La Marina de Cauquira no se va a dejar morir de hambre.
"'Lo hacemos sin ruido', nos dijo un capitán de gorra roja. Ver, oír y callar. Esa es la ley no escrita en estas aguas. 'Todos nosotros [aquí] dependemos de eso'".

Los buzos y la muerte

Desde comienzos de los 90, para extraer los equinodermos los buzos se adentran más de 25 metros en el mar —una profundidad que para la mayoría de expertos internacionales "ya pone a prueba los límites de la resistencia humana"—.
"Desde esas profundidades, los buzos deben subir lentamente a la superficie para no correr el riesgo de sufrir el síndrome de descompresión. Sumergirse a esas profundidades varias veces en un día no hace más que aumentar ese riesgo. Conocido popularmente como la 'enfermedad del buzo', el síndrome de descompresión puede producir parálisis transitoria o permanente, ceguera e incluso la muerte", se lee en el informe.
La industria de pepinos de mar ha aumentado la lista de víctimas: desde 2016 ha matado al menos a 50 buzos jóvenes, dijo a InSight Crime Erasmo Díaz, fundador de la asociación de buzos en Puerto Lempira.
"Con los pepinos de mar, ha venido más gente [a bucear]", comentó. "Hay más heridos y muertos".
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